CAJA NEGRA

El grito del hartazgo.

 

Gobernantes de disminuida confianza y credibilidad, gobernantes en los que los ciudadanos dudan, gobernantes reprobados en su gestión, gobernantes con una carga de desacuerdo social creciente, gobernantes que caminan en el delgado filo que separa la honestidad de la corrupción; gobernantes ricos, millonarios, cargados en sus carteras de recursos públicos. Esos gobernantes dieron con “fervor” el Grito de Independencia en un país de pobres y subdesarrollado como lo es México.

Desde Palacio Nacional, pasando por los palacios de los gobiernos estatales y miles de palacios municipales, los gobernantes de todo color y partido, ondearon la bandera y gritaron los nombres de héroes a los que, irrefutablemente, no les llegan ni a los tobillos.

En cada palacio, los gobernantes se llenaron la boca con los nombres de los héroes de independencia y los citaron a cada uno para pedir al pueblo lanzar vivas de júbilo y respeto. Citar los nombres de héroes en un país donde desde hace ya casi un año, se toma lista y se nombra públicamente a 43 desaparecidos. Los nuevos héroes de una nación lastimada.

Cientos de invitados a cada palacio desde donde el Grito de Independencia se celebró con la hipocresía de una efeméride más en el calendario cívico. Cientos de invitados que, extasiados, desde lo alto, vieron a la gente reunirse en torno a ellos, no en torno a la Independencia. Cientos de invitados glotones y ebrios degustando bocadillos y licores a su gusto a la salud de la Independencia y de los héroes que nos dieron patria.

Gobernantes todos, desde el presidente de la república hasta el gobernador más cuestionado pasando por el presidente municipal más corrupto, todos haciendo tañer la campana para convocar al pueblo contra la opresión. Cuánta simulación y farsa, cuanto engaño en una noche de quince de septiembre con pan y circo.

Tumultos de gente en las calles, avenidas y plazas públicas de toda la nación, en la Plaza del Zócalo, en las Plazas de Armas, en los jardines y plazas municipales. Todos a la plaza a escuchar al mariachi, a la banda, a los gruperos, a los norteños, las cumbias y todo aquello debidamente preparado para entretener a la gente, para garantizar el aplauso al señor presidente, al señor gobernador, al señor alcalde.

La Súper Banda Limón como estrella principal junto al presidente Peña y en el mismo tono en cada estado y en cada pueblo: que la gente coma antojitos, van de regalo, que se tome una coca, va de regalo, que se tome unas cubas y unas chelas, esas no van de regalo pero van a precio módico. Si que todos griten viva México, pero que no se les olvide también que ¡Viva Peña! o si quieren ¡Viva Toranzo!

El fervor patrio pervertido con la pachanga cuyo propósito de hacer ver al gobernante como lo máximo, su lucimiento personal, su besamanos particular en cada palacio, miren que tal manjar es más suculento que el banquete cancelado.

La primera dama de elegancia cara e impecable, de blanco, en un vestido de diseñador y en zapatillas italianas, ve con arrogancia y alegría al frente desde el balcón central de palacio nacional, pero se sabe si mira a la muchedumbre reunida en el Zócalo, si sonríe para que las cámaras que transmiten a nivel nacional la admiren o si de reojo, mira el ondear de la bandera o si atisba a su esposo, el presidente gritando el nombre de los héroes, como pensando: soy la esposa del presidente.

Así se repitió en cada palacio, el nacional o el de cualquier municipio, excepto en Iguala donde el dolor de los normalistas está más vivo que nunca. Pero la historia fue la misma en la nación: políticos corruptos, soberbios, farsantes, simuladores y especialmente cínicos, dieron el Grito de Independencia.

En muchos palacios, el Grito fue más estentóreo y entusiasta puesto que la clase política esta en pleno año de Hidalgo.

Eso no les ha importado a los gobernantes, tampoco si la gente los aprueba o los rechaza, ellos salieron a cumplir su sueño, su más caro anhelo: Gritar Viva México desde el pináculo más alto del poder.

Por eso, no importa que en el Zócalo, un grupo de universitarios al momento del Grito, mostraran a las cámaras en directo una manta que decía “Peña Asesino” y tampoco importó que en una plaza de Armas a medio llenar en San Luis Potosí, por enésima y última vez, el respetable haya regalado rechiflas al gobernador Toranzo.

Así son los gobernantes: juran amor a la patria y la traicionan en cada momento de sus vidas.

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