CAJA NEGRA

 

Cero y van tres “accidentes” en la UASLP.

 

Está visto que a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí no solo se le extravían estudiantes en el extranjero o se le muere un infante en un tobogán sino que en una situación tragicómica, uno de sus estudiantes está en coma porque le cayó un árbol encima.

Algo debe estar ocurriendo en la Universidad pues lo que ellos consideran casos de excepción, parecen convertirse ya en regla.

Aun se recuerda a Diego, el niño de doce años de edad que murió ahogado cuando quedó atrapado en uno de los extractores del tobogán del centro recreativo Woow. De eso ya pasaron más de dos meses y no hay responsables.

De hecho, el rector de la Universidad, Manuel Fermín Villar Rubio exculpó al personal del área de actividades deportivas y recreativas que organizó el Camping Universitario al que asistió Diego para morir víctima de la negligencia de empleados universitarios que tenían la obligación de cuidar a los niños.

Luego, hace unas semanas, José Pablo Alonso Sánchez, estudiante de intercambio de la Facultad de Ciencias de la Comunicación se extravió en España. Llegó a Madrid y se quedó sin dinero, dijo que lo robaron. La Universidad dijo que el estudiante se perdió porque andaba ebrio.

Familiares de Alonso Sánchez denunciaron la negligencia de la Universidad porque en las primeras 48 horas después de reportada la desaparición no hizo nada. La institución reaccionó hasta que el caso se hizo público y le ganó a la universidad críticas en las redes sociales.

Ahora, hace unos días, Alejandro Zumarán García, estudiante de la Facultad de Agronomía hacía prácticas en su escuela. Un maestro le encargó podar un árbol como parte de su “práctica académica”. En eso estaba cuando una pesada rama le cayó encima: su estado de salud es grave.

No fue sino hasta que familiares del estudiante de 25 años ofrecieron una rueda de prensa en la que denunciaron el hecho, que autoridades universitarias se ocuparon del asunto.

 

Tal vez el rector de la UASLP debería hacer lo posible por bajar un momento del séptimo cielo en el que anda y dedicarse a trabajar con eficiencia y responsabilidad.

Quizá el rector Villar Rubio debería dejar de perder el tiempo en ver a quien le entregará el próximo doctorado honoris causa y mejor ocuparse de lo que pasa en la universidad y los universitarios.

Tres escándalos entre los meses de julio y octubre es demasiado. En ese trayecto, la universidad ha dejado ver su lado oscuro de la incongruencia y la negligencia y la soberbia, pero también del influyentismo.

Lograron detener hasta el momento la denuncia penal por la muerte de Diego, pero eso no quiere decir que no hayan tenido responsabilidades.

Ahora, con Alejandro, la Universidad cree que ya cumplió porque el director de Agronomía lo visitó y acompañó a sus familiares.

 

¡Cuanta simulación!

Cuando murió Diego, Manuel Villar consideró que cumplió su responsabilidad por pagar los funerales.

Esas son para infortunio, las autoridades universitarias.

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