Por Antonio González Vázquez
El gobernador Juan Manuel Carreras ha reaccionado con extremada parsimonia frente a la crisis de inseguridad y apenas ha reconocido con tibieza que los cambios en la Secretaría de Seguridad Pública obedecen al “preocupante” crecimiento de la incidencia delictiva.
Los datos son siempre los que ponen a cada quien en su lugar. Los dos primeros años de Carreras contra los dos últimos de Toranzo.
2014 cerró con 325 homicidios y 13 secuestros; 2015, cerró con 392 homicidios y 21 secuestros. Aquí ya van los muertos y plagiados del primer trimestre de Carreras.
2016, ya el primer año completo de Carreras, cerró con 500 homicidios y con 26 secuestros y en diez meses de 2017, van 615 homicidios y 24 secuestros.
La diferencia es notable: 396 homicidios con Carreras que en los últimos 24 meses de Toranzo y 16 secuestros más en ese mismo lapso.
Con el cambio de gobierno se inició una crecida de la inseguridad hasta alcanzar una situación de crisis, pero siendo eso evidente para todos, no lo era para el mandatario que persistió durante meses en su afán por minimizar la situación.
Con Toranzo se alcanzó al final una cierta contención de la delincuencia, pero eso quedó atrás y se regresó a los momentos de mayor violencia.
Por ejemplo, 2010 cerró con 752 homicidios y 11 secuestros, pero al ritmo que va este 2017, esos números se van a pulverizar. Faltan dos meses por contabilizar. De repetirse la incidencia de octubre con 74 homicidios, entonces 2017 cerraría con 763 homicidios y 30 secuestros.
2011 cerró con 725 homicidios y es probable que esa cantidad sea superada.
Los dos años más violentos del sexenio pasado se están replicando con el arranque de Carreras.
Esto no lo vio Carreras sino hasta ahora que hizo renunciar a Arturo Gutiérrez García, lo cual no deja de ser un movimiento tardío e insuficiente.
Se ha llegado a decir que el gobiernos de Carreras ha sido tan tibio y anodino como el de Toranzo, pero por lo que se puede apreciar, puede ser incluso peor.
