Por Antonio González Vázquez
Según el presidente municipal de la capital, en el ayuntamiento no se prestan a corruptelas.
¿Y Sandra Sánchez con la millonaria compra de medicamentos?
Según Ricardo Gallardo Juárez, el gobierno municipal no se presta a corruptelas.
¿Y la hasta ahora frustrada modificación al contrato con Panavi para darle a la empresa más de 200 millones de pesos como premio por incumplir las cláusulas del contrato?
A decir del edil capitalino, el ayuntamiento no se presta a corruptelas.
¿Y entonces a quién o quiénes se refería el diputado Fernando Chávez cuando en la votación del dictamen de Panavi le escribía a alguien que “andan comprando voluntades”?
Que el ayuntamiento no se presta a corruptelas, afirma el edil y por eso cabe la pregunta de ¿entonces porque se ocultan los cheques de modo que no se sabe el destino de cientos de millones de pesos?
Dicen que el ayuntamiento no se presta a corruptelas pero aun nadie explica ¿cómo es que es el único municipio al que la Auditoría Superior del Estado no auditó el ejercicio de los recursos públicos 2016?
Que el ayuntamiento no se presta a corruptelas, afirman, pero la obra pública municipal no se asigna por licitaciones públicas sino por invitaciones restringidas.
Total, en voz propia se puede presumir hasta de ser el mejor alcalde del mundo, pero de ahí a la realidad, el trecho es bastante largo y empinado.
Suele suceder: cuando es descubierto un gobernante, político o servidor público corrupto, la primera reacción en general es que “nosotros tenemos las manos limpias”, “nosotros no nos prestamos a corruptelas”, “nos guiamos por la ley y no toleramos la corrupción”, “la sociedad ya no tolera a los corruptos”, diría por ejemplo el gobernador Carreras.
Así pasa, cuando cae un político y es exhibido en el lodo pestilente de su corrupción, el resto de políticos salen de paseo y nadie se pone el saco; todos tan limpios, honestos y luminosamente decentes.
Por eso luego salen y dice que “a mi no se me dan esas corruptelas”.
