Por Antonio González Vázquez
El Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal le dio ayer el tiro de gracia a la Auditoría Superior del Estado. La puso como ejemplo de lo que no debe ser y de lo que no debe hacer una institución dedicada a vigilar el ejercicio claro y honesto de los recursos públicos.
En pleno escándalo de la corrupción a cargo de una mafia de diputados y otra mafia de funcionarios de la ASE se ventiló el caso de las decenas de recomendados y parientes de diputados que laboran en esa institución.
Se ha sabido también de funcionarios que en la ASE venían haciendo negocios sucios con la protección o en su caso, gracias a la ignorancia del entonces auditor Jesús Martínez Loredo.
También se ha sabido no solo de los moches sino también de las complicidades tenidas entre funcionarios y diputados así como de auditores.
Todo lo que se ha sabido de la Auditoría y del Congreso del Estado en las últimas dos semanas es que están hundidas hasta el cuello en una ciénega de porquería.
Es necesario construir, ladrillo a ladrillo, persona por persona, una nueva Auditoría Superior del Estado porque la actual está del todo descalificada, incluso para existir. Ni tienen moral ni tienen respeto por la ley.
Pero también es cierto que en la Auditoría solo está una parte del cochinero, la mayor parte del pastel putrefacto está en el Congreso del Estado, que no se olvide que son los diputados los que empiezan con el negocio y son los que se que han con la mejor y más suculenta tajada.
Por eso, tan importante es que la Auditoría Superior de la Federación supla temporalmente a la ASE, como es también muy importante que José Guadalupe Torres Sánchez, Manuel Barrera Guillén, Enrique Flores y Oscar Bautista dejen su diputación y se pongan en manos de las autoridades administrativas y penales del estado.
Para decirlo de manera tersa: sin la avaricia de esos cuatro diputados, la corrupción en la Auditoría Superior sería menos a la que se ha alcanzado.
Esos cuatro diputados, si conocieran la vergüenza, ya deberían haber solicitado licencia y hubieran renunciado al fuero, eso quizá les ganaría un poco de respeto, pero no es así, se aferran neciamente a un cargo de representación del que se han burlado de manera permanente.
El hecho de que el titular de la ASF haya citado el caso potosino para llamar a todas las instituciones fiscalizadoras del país a actuar con honestidad e independencia, nos reitera que hasta el momento no se ha hecho lo suficiente para intentar recobrar la credibilidad y la confianza.
Lo podrido sigue podrido y está en la misma canasta. Manuel Barrera, Oscar Bautista, Enrique Flores y Guadalupe Torres pudren con su sola presencia un poder legislativo tan mediocre como corrupto. Lo envilecen más.
