Caja Negra: Los descarados del Congreso

Por Antonio González Vázquez

Como lo muestra hoy este periódico digital, los diputados tienen secuestrada a la Auditoría Superior del Estado. La mafia legislativa tomó al ente fiscalizador como agencia de colocaciones para amigos y parientes, de tal modo que si alguien ha dañado a la Auditoría, antes que nadie, son los diputados.

Diputadas y diputados desvergonzados, el mote de Asamblea de Vagos cada día les queda más chico.

Junta de insolentes, cínicos y descarados es en lo que se ha convertido la legislatura en turno.

Un vividor de la política de nombre Manuel Barrera Guillén con seis recomendados con plaza en la Auditoría Superior alcanzó grado superlativo al colocar a su padre y a su hermano: ¡que poca!, la familia Barrera Guillén viviendo de los recursos públicos, no le basta con enriquecerse a nombre de la otra familia, la Salazar, que se han adueñado del simulacro de instituciones ambientales.

Imagínese, amable lector, que eso es lo que hace el presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado.

Como sanguijuelas, los diputados le chupan la sangre a las instituciones públicas que han llenado de inútiles y güevones.

De la plantilla laboral de la ASE, 71 son recomendados, imposiciones de diputados que haciendo valer su cargo presionaron para colocar a su gente en la que se supone, tendría que ser una institución con personal muy profesional y altamente calificado en materia administrativa y fiscal.

Dato central es el hecho de que los diputados que metieron a la fuerza a más gente a la Auditoría Superior son exactamente los mismos de la mafia pro Panavi y pro moches: Barrera, Bautista y luego, Flores y Torres Sánchez.

A dos semanas de escándalos de los diputados parecía que ya no habría nada que nos pudiera asombrar pero no es así, son un surtidor inagotable de atrocidades, más valdría que se fueran todos y dejaran ya de lastimar a una sociedad que en un momento les dio su voto.

Como está integrada la Auditoria y con la pesada loza de corrupción que arrastra lastimosamente, más valdría derrumbarla como si fuera un edificio viejo y podrido, ya no puede caer más bajo; es una institución que no vale la pena que siga viva.

Todo hace indicar que algunos de los empleados decentes y honestos que sí los hay en la Auditoría, darán más prueba de la podredumbre que ha inundado a la institución, lo que supone que habrá más noticias lapidarias sobre más actos de corrupción en los que los diputados han participado entusiastamente.

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