Diputados de apariencia

Por Victoriano Martínez

Cuando los diputados se exhiben un día negligentes, poco creíbles, incongruentes y hasta voraces para beneficiarse con el erario, y al siguiente también, la mala imagen que siembran entre la ciudadanía está muy lejos de ser un problema de comunicación.

Cuando un programa de comunicación social de una institución tan desacreditada como el Congreso del Estado privilegia la presencia en medios masivos y, aun de manera marginal, adopta vías de vinculación con la sociedad caracterizadas por su unilateralidad, equivoca la solución porque atienda al síntoma y no a la enfermedad.

El Congreso del Estado, con más de un mes de retraso, finalmente cumplió con la publicación de su Plan de Trabajo de Comunicación Social.

En ese plan, queda expuesta un área de comunicación social que actúa a imagen y semejanza de los personajes (los presuntos legisladores) a los que se pone al servicio.

En cada sesión ordinaria, los diputados presentan iniciativas hasta porque en una lectura al Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso del Estado uno de ellos interpretó que designar a dos diputados para visitar a otro que se reporte enfermo equivalía a mandarlos para hacer un diagnóstico médico, y no una visita de cortesía (ver Gaceta Parlamentaria para la sesión de mañana).

Sí, el diputado Jesús Emmanuel Ramos Hernández propuso cambiar la visita de dos diputados a quien se reporte enfermo por la obligación para el aquejado de presentar un justificante médico que cumpla una larga serie de requisitos.

Ni entre ellos se tienen una buena imagen, y priva la desconfianza.

Tal incontinencia para presentar iniciativas no es otra cosa que la simulación de que se realiza permanentemente un trabajo legislativo, cuando se muestran incapaces de una revisión seria al marco normativo vigente para simplificarlo y no complicarlo con parches y la proliferación de leyes que olvidan que a más regulación mayor espacio para la corrupción.

Si los diputados se pulen para aparentar que legislan, el plan de comunicación social se apunta para difundir “al máximo” esa simulación.

“Explotar al máximo los convenios que se tienen con televisoras y estaciones de radio, mediante la realización de enlaces diarios de la información legislativa, así como la realización de un resumen semanal que será difundido por dichas emisoras”, se planteó como objetivo en el plan.

Una meta que se traduce en la invasión de los espacios noticiosos de radio y televisión, con su correspondiente versión para medios impresos e internet, en los que se pretende, y en muchos casos se logra, engañar al público al presentarle como noticia lo que es propaganda.

Todo un plan de proyección de imagen –¡viva la apariencia! – y cero esfuerzos para lograr que la sociedad conozca de primera mano el trabajo del Poder Legislativo, por ejemplo, con la transmisión en vivo de cada una de las comisiones y, especialmente, de la Junta de Coordinación Política, en la que se dan acuerdos que a ellos mismos avergüenzan y deciden omitirlos de las actas.

Todo es preparar material debidamente filtrado con sus criterios para “fortalecer la legitimidad, la credibilidad, la dignidad y la solemnidad del Congreso” y para “reivindicar al Legislativo”, como si para ello no fuera necesario que los diputados cumplieran con las leyes que protestaron cumplir.

Nada por resolver el problema real que es el hecho de que los diputados hacen todo por aparentar ser lo que no están dispuestos a asumir.

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