Miles de migrantes llegaron ayer a Austria y Alemania procedentes de Hungría, en medio de unas escenas caóticas, insólitas en Europa desde hace 70 años.
Todos ellos, agradecidos, aplaudieron el recibimiento que les dieron los gobiernos y miles de ciudadanos, luego de varios días de incertidumbre.
Al menos 500 personas bloqueadas en Hungría desde hace varios días emprendieron una caminata hacia la frontera austriaca, a 175 km.
El viernes hicieron otro tanto unos mil 200 migrantes, lo que obligó a las autoridades húngaras a conducir a miles más en autobús a la frontera. Sin embargo, ayer la policía anunció que no se fletarían más autobuses.
Austria preveía la llegada de 10 mil inmigrantes, de los cuales muchos seguirán su ruta hacia Alemania, que espera el arribo de unos 7 mil. Ambos países han dado su anuencia para recibirlos.
Mientras tanto, más de 10 mil personas se movilizaron en toda Francia contra las “políticas represivas” del gobierno contra los migrantes.
En la capital, unas 8,500 personas salieron a las calles a corear “¡Abran las fronteras!” y “¡Derecho de asilo para todos los perseguidos!”.
En medio de esta crisis, el primer ministro de Finlandia, Juha Sipila, espera dar un ejemplo a sus compatriotas: abrió las puertas de su casa a los refugiados.
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