Estorbo

Por Victoriano Martínez

No es Marcelina Oviedo Oviedo, oficial Mayor del Congreso del Estado, quien le estorba a los diputados.

Lo que les estorba a los diputados es que ella se haya tomado en serio el papel que le corresponde a la Oficialía Mayor del Congreso del Estado, y haya actuado en consecuencia.

Un estorbo mayúsculo para un acuerdo de la Junta de Coordinación Política como el tomado recientemente para que cada diputado se pueda apropiar de 20 mil pesos mensuales más del erario.

Por algo se pactó que ese acuerdo no apareciera en actas y se urdió que a través de la Coordinación de Finanzas se haría la magia necesaria para que la maniobra financiera pasara inadvertida.

Si la Oficialía Mayor es el órgano administrativo a través del cual, según la fracción V del artículo 82 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, la JUCOPO debe ejercer y vigilar el correcto ejercicio del presupuesto, alguien que se tome en serio ese papel es un verdadero dique para su maniobra secreta.

Lo que en Oviedo sería un mérito digno de reconocimiento, para los diputados es un riesgo para su vocación depredadora del erario.

El ahorro de 15 millones de pesos en tres meses es indicador de que Oviedo se tomó en serio su papel.

Pero también es una clara demostración del derroche y saqueo de los recursos públicos en el Congreso del Estado que pretenden volver a imponer los diputados de la que iba a ser la Legislatura de la austeridad, pero que se contaminó con la avaricia generada por las primeras quincenas.

Como saldo de la acción avariciosa de los diputados, a través de la JUCOPO, se pueden enumerar (de manera enunciativa más no limitativa) los siguientes:

  1. Les estorba cualquier funcionario que llegue con intenciones genuinas de aplicar lo que la Constitución, las leyes y los reglamentos disponen.
  2. Con su actitud, los diputados confiesan que no están dispuestos a cumplir con su protesta de ley; la ven como un mero protocolo, pero no tienen ningún compromiso con la legalidad.
  3. La determinación de despedir a Oviedo es una advertencia para todos los trabajadores del Congreso del Estado para que no cumplan con la obligación de denunciar –de acuerdo con la Ley de Responsabilidades– las irregularidades de las que se enteren en el ejercicio de sus funciones. Ni se les ocurra tomar en serio tal obligación.
  4. En consecuencia, como la máxima jerarquía en el Poder Legislativo, los diputados colocan a todos los empleados del Congreso del Estado en la condición de cómplices obligados de sus maniobras depredadoras del erario.
  5. Si quitan un estorbo no es para poner otro. Quien sea propuesto y aceptado para ocupar el cargo de Oficial Mayor, una vez que en sesión plenaria se concrete la destitución de Oviedo, se sabe que llega para no obstaculizar maniobras como la de los “20 mil pesos más”.

La lista puede seguir… hasta llegar al punto extremo del cinismo de los presuntos legisladores:

  • “N”. Los diputados exhiben la verdadera razón por la que buscaron el cargo: obtener del erario las mayores ganancias personales, para lo que -incluso– les estorban las obligaciones que deben cumplir. Por eso las simulan y las ponen al servicio del mejor postor.

Basta recordar como ejemplo el Caso Panavi y la sesión en la que no logró concretarse después de un receso en el que Fernando Chávez en un mensaje describió lo que ocurría con la frase “quieren tiempo para comprar voluntades”, y algunos datos sobre las ofertas a los legisladores por su voto.

Y como ese, hay muchos más… y los que, con su actitud, parecen anunciar los integrantes de la LXII Legislatura.

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