Le cortó los diez dedos como lo vio en TV

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Lo que más sorprendió a los investigadores policiales fue que la mujer no tuviera los dedos de las manos. Le habían cortado todos.

Era la mujer que el 5 de abril apareció muerta dentro de una maleta en el sector del Camal Metropolitano, en el sur de Quito.

La identificación de la víctima se dificultó por ese detalle, pues no había huellas dactilares que cotejar en las bases de datos. ¿Lo hizo con ese fin el asesino? Pues una persona que ahora esta detenida y que, según al Policía, confesó haber cometido el crimen, dice que lo hizo precisamente con ese motivo. Y por otro más.

Este hombre, de 30 años, quien fuera el conviviente de la ahora fallecida, le dijo a la Policía que vio en los programas de investigación policíaca que pasan en la TV que los asesinos pueden ser identificados también por los rastros genéticos que se quedan en las uñas de las víctimas cuando estas se defienden de su agresor. Ella, en la riña que acabó con su vida, le arañó el rostro. Fue una razón más para cortarle los dedos.

Pero los policías identificaron a la víctimas por otros medios a partir de unos tatuajes que tenía la mujer. Así llegaron a determinar que la víctima era Diana M., de 25 años, según informó el jefe de la Dinased, coronel de Policía, Víctor Aráuz.

Las investigaciones los llevaron hasta el conviviente de la víctima. La noche del jueves 13 de abril fue allanado el domicilio del hombre. Lo detuvieron y -aseguró Aráuz- en la audiencia respectiva aceptó haber cometido el crimen.

Según esa versión, el hombre asesinó a su pareja en el domicilio en que habitaban, en el sur de Quito, en medio de una riña. Luego metió a la mujer en una maleta y llamó a un taxi para trasladar el equipaje hasta el Camal Metropolitano, en el sur, donde la abandonó. Cuando se conoció el caso hace un par de semanas, trascendió que la mujer era pequeña, de 1,50 m, y que por eso cupo en la maleta.

¿Y por qué la mató? “Por una llamada habría empezado una riña de la pareja, que terminó en el femicidio”, indicó Aráuz.

Las investigaciones indican que, además, el agresor llamó a la madre de la víctima para decirle que la mujer los había abandonado, a él y a sus dos hijas.

La mujer se dedicaba al comercio de ropa y perfumes y según las autoridades no había presentado nunca una boleta por violencia intrafamiliar.

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