Nava entre nosotros

Oswaldo Ríos Medrano

El pasado 18 de mayo se cumplieron 25 años de la ausencia física del doctor Salvador Nava Martínez. El aporte que su causa tuvo en la transición democrática de México es innegable. Algunas de las instituciones políticas que hoy tenemos se construyeron en el fragor visionario de su lucha. Con el tiempo, su figura de héroe discreto, noble e incorruptible, se ha agigantado. En el desolador tiempo de canallas que vivimos, el ejemplo vital del doctor Nava ha adquirido el justo espacio que le corresponde: un potosino imprescindible.

Nava fue el primer ciudadano en obtener un triunfo electoral de forma independiente. Ahora, las candidaturas independientes se proponen como última alternativa para romper la hegemonía partidocrática. Nava fue el primer candidato a gobernador impulsado por una alianza entre el PAN y PRD. Ahora, esa coalición sui géneris se ha ensayado como la fórmula electoral más exitosa para arrebatar al PRI, estados bajo su control monopólico. Nava fue el primer alcalde potosino en transparentar escrupulosamente el uso del dinero público. Ahora, la transparencia es la gran exigencia ciudadana para hacer que los gobiernos rindan cuentas. Nava fue como bien dice Enrique Krauze, el “patriarca civil” cuya mayor cualidad fue poseer una “virtud cívica”. Para mí, la lección más valiosa que enseñó Nava a los potosinos, fue el significado más profundo de la palabra dignidad.

Penosamente, su legado democrático no es lo único que sobrevivió a Nava.

Anacrónicamente y aún después de la alternancia, el viejo dragón autoritario que el doctor creía haber herido de muerte, se enseñorea con cinismo y desparpajo, enseñando los colmillos y ocupando el mismo Palacio Municipal que en la década de los cincuentas fue un emblema de resistencia cívica contra el abuso del poder y hoy es la sede de su prepotencia. ¿Qué tuvo que pasar en la ciudad de San Luis Potosí para que hoy se gobierne con gallardía pero sin dignidad?

A 25 años de distancia es preciso, urgente y necesario repasar las lecciones de la dignidad navista: voto libre, resistencia pacífica, dignidad ciudadana, libertad de expresión, abolición del miedo y repudio al mal gobierno.

Regalar tortillas y garrafones de agua a los más necesitados coaccionando su libertad política, no es promover la participación ciudadana, es corromperla.

Intimidar o aplastar la crítica de quienes no comparten una decisión del gobierno, no es fortalecer la autoridad, es pervertirla.

Aprovecharse de la necesidad de la gente para hacer de los programas gubernamentales utilería electoral y de los hogares de las familias viles mamparas, no es dignificar su vida, es degradarla.

Coaccionar la entrega de permisos, licencias y autorizaciones a cambio de arreglos privados, no es dar eficacia a la legalidad, es pisotearla.

Crear o cooptar medios de comunicación para que emprendan campañas de lodo contra quienes se atreven a cuestionar al ayuntamiento, no es alentar la libertad de expresión, es sobornarla.

La dignidad ciudadana es aquello que define éticamente a una persona y que provee de sentido a su existencia, poniendo sus principios por encima de sus necesidades.

Hace poco más de un cuarto de siglo, la Plaza de los Fundadores se llenaba de potosinas y potosinos con la mirada iluminada, emocionados y dispuestos a escuchar a un sencillo médico del pueblo que era mal orador, pero cuya mayor elocuencia era un alto sentido de la honestidad. Integridad era el poderoso llamado del doctor que arrastraba a las multitudes a creer en un porvenir venturoso. Fue la última vez que esa plaza se llenó de ciudadanos libres, hoy solo se colma cuando la convocan fastuosos espectáculos que llenan el ambiente de estruendo y desmemoria, triste carnaval pagado desde el anonimato para acallar las voces que aún resuenan en ese lugar: Nava vive, la lucha sigue.

En su último discurso a los potosinos, Salvador Nava fue congruente, no habló de sí mismo, sus últimas palabras fueron para nosotros: “Esto es un mensaje que yo quiero que todo mundo se grabe en su memoria. No le puedo llamar testamento político, porque no soy nadie para hacerlo. Son palabras de un amigo agradecido hasta el infinito porque he tenido todo en esta vida, más de lo que hubiera querido cualquier hombre. Antes que el poder o antes que el dinero, tengo el cariño del pueblo. Quizás sea presuntuoso, pero siento ese cariño y esto me deja partir en paz. Muchas gracias, potosinos. ¡Siempre, siempre estaré con ustedes!”.

Como esperanza y como recordatorio de que un día en esta tierra se respiraron aires de valiente dignidad, ahí está la estafeta de su tarea eternamente inacabada. Aquí vive, aquí sigue. Nava entre nosotros.

Lapsus

  • “No descarto una candidatura al Senado, pero tampoco me desboco”.

 

Gobernador de Finanzas del Estado José Luis Ugalde Montes poniendo el ojo (y el erario) en su próximo hueso y aclarando cuánto le viene guango su actual puesto en el que apenas lleva año y medio. ¡No, que no se desboque! ¡A Ugalde cuando se le calienta el buche empieza a pendejear a sus empleados!

 

 

  • “Ugalde puede ser buen candidato al Senado, pero debe cuanto antes dejar el cargo”.

 

Candidato torancista al Senado de la República y a ratos diputado local priísta Fernando Chávez Méndez estableciendo los principios para una sana competencia electoral: nadie debe hacer campaña usando el cargo como trampolín (excepto él). Y para trampolines, ninguno como el de la JUCOPO: ¡Ahí puros clavados profesionales!

 

 

  • “¿Qué les dan los del PRI? (¡Nada!) ¿Qué les dan? (¡Nada!) Les dan puro chile, ¿verdad? ¡Bueno, pues ahora les vamos a dar puro chile a las lideresas del PRI!”.

 

Guillermo Anaya Llamas candidato del PAN a la gubernatura de Coahuila poniéndole picante (y obscenidad machista) a la contienda electoral que libra contra su peor enemigo: él mismo. ¿Qué nos querrán decir estos políticos mexicanos que son tan aficionados al chile y sus metáforas? ¡Sin albur, eh!

 

 

  • “Entrego a Dios y a su divina voluntad todo lo que somos y todo lo que tenemos en el estado. Al hacer esta consagración, de manera humilde, reconozco y pido perdón por las fallas que he tenido en mi pasado. Y le pido a Dios que nos apoye, que nos ayude a cambiar todo lo que no sea de él. Yo, Miguel Márquez Márquez, como gobernador del estado de Guanajuato, declaro este juramento delante de Dios y del pueblo y de María Santísima. Amén”.

 

 

 

Virrey, obispo, exorcista y gobernador panista de Guanajuato a la vez, Miguel Márquez Márquez oficiando misa de cuerpo presente al Estado laico. Que no se diga que en nuestro estado vecino no se preservan las tradiciones: ¡Bienvenidos al siglo XVII!

 

 

  • Y para terminar una imagen increíble, por primera vez en video… ¡El baile de una rata cuando sabe que tiene muchos millones de dólares en Islas Caimán!

 

 

Twitter: @OSWALDORIOSM

Mail: oswaldo_rios@yahoo.com

 

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