Ocultar información es corrupción, dice Mauricio Merino a funcionarios potosinos

Por Antonio González Vázquez

Estaba por terminar la conferencia de Mauricio Merino, cuando ingresó al auditorio del Colegio de San Luis, una empleada de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública. Llevaba una bandeja de chocolates que después, le fue entregada al académico e influyente impulsor de la transparencia, el derecho de acceso a la información y la rendición de cuentas.

Merino seguramente deleitará su paladar con los chocolates, él a su manera, le endulzó el ego a los de la CEGAIP, institución a la que aduló con excesiva cortesía al destacar una labor que, en los hechos, es una ilusión.

La diputada Josefina Salazar Báez, presidenta de la Comisión de Transparencia del Congreso del Estado organizó la conferencia e invitó a los titulares de dependencias públicas que son sujetos obligados de la Ley de Transparencia, pero éstos, enviaron a jefes de prensa o en su caso a integrantes de las unidades de información.

Pero también fueron empleados de cualquier oficina porque había que llenar las butacas y como la mayoría fueron contra su voluntad, apenas y Mauricio Merino dio las gracias al terminar su conferencia, todos se levantaron y tomaron salida del auditorio, al parecer estaban hartos de oír hablar de corrupción.

Iban todos para afuera y por micrófono les pidieron regresar para ver si tenían alguna duda o inquietud o comentario que hacer o compartir con Mauricio Merino, algunos voltearon, lo pensaron y al final, como todos, continuaron su camino a la salida; nadie quiso seguir escuchando nada de la transparencia y del nuevo sistema anticorrupción.

El auditorio en realidad estaba convertido en una alberca de simulación, todos escuchaban con disimulada atención a Merino que hablaba de la transparencia y destacaba las bondades de la nueva Ley General reconocida como una de las mejores del mundo.

Y también hablaba con sentido pausado y conocedor, de que ha habido avances y que ya está la 3 de 3 para que la sociedad conozca todo acerca de los servidores públicos. En ese momento, el periodista Victoriano Martínez, sacó su teléfono, abrió la Plataforma Estatal de Transparencia y buscó la 3 de 3 del presidente de la CEGAIP, Alejandro Lafuente.

La localizó y abrió el archivo, era la Declaración Patrimonial y lo que apareció fue una serie de documentos testados sin ningún dato.

Es decir, el propio presidente de la CEGAIP oculta la información, pero ahí estaba, en primera fila, escuchando a Mauricio Merino hablar de lo nefasto que es ocultar la información y que eso, en estricto sentido, es un acto de corrupción.

Quien sabe que habrá pensado el comisionado Lafuente cuando Merino comparo el ocultamiento de la información con un acto corrupto. Sólo él lo sabe, pero bien pensado, no ocurre nada, pues el presidente de la CEGAIP fue de los que más aplaudió.

El investigador del CIDE, ex presidente de la Red por la Rendición de Cuentas e impulsor del derecho de acceso a la información pública habló durante unos 45 minutos sobre el Sistema Nacional Anticorrupción. Habló de los corruptos y de la corrupción, advirtió que no denunciar la corrupción desde el servicio público, es por demás, otro acto de corrupción.

Los asistentes, entre ellos diputados y diputadas y funcionarios de menor nivel de Gobierno del Estado, sólo escuchaban y algunos se removían en sus asuntos y otros mejor consultaban sus redes sociales y otros de plano, mejor se salieron como algunos de la Dirección de la Dirección de Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno.

Hablar de corrupción a empleados de gobierno es como hablar de la soga en la casa del ahorcado.

Como suele suceder cuando Mauricio Merino habla, deja asombrados a todos, es como cuando se lee alguno de sus textos en la prensa; da la impresión de que tiene todo muy claro y que hasta sería sencillo resolver los problemas del país.

Por eso, dejo en claro que atrapar peces gordos no equivale a debilitar ni a combatir con eficiencia la corrupción; atrapar peces gordos o flacos está bien, pero eso es notablemente insuficiente.

Lo que hay que hacer. Ilustró ante un auditorio lleno de burócratas que viven del presupuesto público, es combatir las fallas del sistema que permite la corrupción. Yo no conozco a un solo corrupto individual que actúe solo, hay una red, una red que incluso conecta con el crimen organizado.

Ahí, frente a disuadas como la priísta, Martha Orta, Mauricio Merino explicó como opera la corrupción, cuando los recursos que se derivan de eso, van a los partidos a través de sus grupos y clientelas.

En ese momento no se podía dejar de pensar, por ejemplo, en el reparto de dádivas millonarias que de manera selectiva, entrega el Congreso del Estado. Eso también es corrupción, afirmó Merino al denunciar que del 100 por ciento de los recursos públicos destinados a los indígenas del país, por la corrupción que se expande por las redes burócratas, a los grupos étnicos solo les llega el 3 por ciento.

Falta, dictaminó el académico y los presentes ni se inmutaron.

La corrupción fuer nombrada una y otra vez en la conferencia como ejemplo ignominioso del desastre en que se ha convertido México: nos estamos hundiendo en un nivel de violencia sin parangón, hay más muertos que en un país en guerra; la desigualdad social y la creciente distancia entre quienes tiene mucho y quienes no tienen nada es cada vez mayor.

Todos escuchaban, quien sabe si con atención o con resignación pues tratándose corrupción quien más sabe es el que trabaja en el gobierno: es ridículo y absurdo, todos sabemos como opera el mecanismo de la corrupción, pero nadie hace nada ni dice nada.

Ilustro casos de corrupción “legal” con la Casa Blanca de la primera dama del país y con los “moches” de los diputados que repartieron  50 mil millones de pesos en algo que es corrupción: los diputados deciden junto con los alcaldes que obras se hacen y también quién las hace, curiosamente, apunto, siempre son los amigos los que hacen las obras.

Pero a decir verdad, lo más difícil de lograr para atacar a fondo la corrupción, dijo Merino, es lograr que los funcionarios tengan conciencia pública y que sean ellos mismos, los que dejen de cometer actos de corrupción y que dejen de encubrir los casos bajo pretexto de no perder el empleo.

Merino al terminar, advirtió también del peligro que representa que los funcionarios públicos oculten la información pública: cuando lo público deja de conocerse, se corrompe, advirtió.

Cuando se oculta la información todo se corrompe porque la definición de corrupción es esta: la apropiación ilegítima de lo que es público.

Y así, en un acto de simulación monumental, el, presidente de la CEGAIP que oculta su 3 de 3, le entregó a Mauricio Merino un reconocimiento por su discurso y éste, a su vez le dio las gracias por la amable, entrañable y cariñosa recepción de que fue objeto en San Luis Potosí.

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