Políticos criminales

En una sociedad democrática el Estado regula la actividad humana para evitar excesos y proteger a los más débiles; para cumplir su actividad organiza muchas cosas, entre ellas el cómo las personas obtengamos ganancias sin abusar de los demás; también cobra impuestos para financiar su funcionamiento y extender la protección a los que la necesitan.

Se podrá Usted imaginar que los abusos en contra de los más débiles son la tentación perpetua de los más poderosos, y no sólo en materia de comercio, sino en todos los órdenes, por eso el Estado ha señalado las conductas que son tan malas para la gente que constituyen un delito que debe ser castigado.

Hay muchos delitos, algunos leves, otros graves; generalmente los delitos graves son los que tienen grandes consecuencias para las víctimas, y por eso tienen penas muy severas.

El crimen siempre ha existido, es consustancial al ser humano, y explicando eso han corrido ríos de tinta durante toda la historia; el Estado fue creado para hacer frente a ese fenómeno, a efecto de hacer posible la convivencia.

Cuando el Estado es resultado de procesos electorales pobres o cuestionados, o cuyos electores no tienen la información o la formación adecuada, deviene en tener instituciones muy débiles, incapaces de hacer frente a su tarea elemental que es proteger a sus ciudadanos.

Un Estado débil es presa fácil de los factores reales del poder humano (dinero, fuerza física, religión, entre otros), y no cumple su función, en suma cada quién hace lo que le da la gana, los abusos se multiplican, y las víctimas son la mayoría, porque los delincuentes entran en un circulo de puros beneficios para ellos: cometen un delito y obtienen ganancias, esas ganancias las usan para cometer más delitos y más ganancias; no hay quien los castigue porque el dinero les da mucho poder, y el poder les permite seguir delinquiendo.

Pero a los criminales no les basta el dinero y el poder, porque la gente les teme, quieren además que las personas los estimen, admiren y les rindan culto; los delincuentes desean el cariño, respeto y consideración de sus propias víctimas, no sólo que les tengan miedo, por eso simulan ser personas de bien y no criminales.

Se habrá dado cuenta que un ratero quiere el dinero de sus robos para tener una mejor casa, un auto bonito, joyas y demás, pero cuando ya tiene eso, quiere que las personas lo crean bueno; y un delincuente bien conocido por serlo no puede pasar por ser buena persona.

Entonces ¿cómo lavan su cara, su fama, su reputación ante los demás? Sencillo, con dinero.

El lavado de dinero es hacer pasar el dinero producto de los delitos como si se hubiera generado limpiamente y de modo honrado.

Un narcotraficante vende sustancias que matan personas al consumirlas, pero no sólo así da muerte a la gente, en el comercio de las drogas muchas personas son asesinadas de las formas más crueles imaginables para demostrar poder, para “castigar” traiciones y para sembrar terror; ese dinero tinto en sangre de miles de seres humanos sirve para pagar a más criminales, pero también para que la esposa y los hijos del narcotraficante coman, vistan, paguen su educación, el gas, la luz, la telefonía.

Un sicario, asesino a sueldo, cobra por matar personas, pero usa el dinero que le pagan para pagar las colegiaturas de sus hijos en un buen colegio particular, de esos religiosos.

Un político ladrón y corrupto quiere el dinero para otras campañas políticas que lo vayan encumbrando, y lo que menos desea es que alguien le diga que es corrupto, ladrón o asesino.

Entonces el dinero manchado de la sangre de las víctimas, de honras destruidas, de dolor y de sufrimiento no sirve si no se disfraza de bueno, por eso hay que “lavarlo”.

Algunos delincuentes han combinado todos las especialidades del crimen, el que más sufre hoy nuestro pueblo es el de políticos metidos a narcotraficantes y sus actividades relacionadas, como la trata de personas, el tráfico de órganos humanos, el secuestro, la extorsión, el asesinato por encargo, la esclavitud, la falsificación y muchos más, le llaman crimen organizado.

Esos políticos gozan de la más amplia impunidad porque son los mismos encargados de castigar al crimen; simulan ser honrados, y pagan todo lo que sea necesario para que la gente crea que lo son, empezando por los medios masivos de comunicación que los alaban un día sí, y el otro también; compran militantes, activistas, a veces partidos políticos enteros.

Eventualmente esos políticos criminales cometen errores y salen a la luz pública sus latrocinios, pero es raro que ocurra.

Seguramente Usted se ha preguntado por qué son tan exitosos los políticos criminales, y aunque tiene muchas respuestas, recuerde que no hay timador que no sea encantador, la que creo que más se acerca a la verdad es la de que son muy eficientes lavando dinero, y poco mezquinos al repartir el dinero sucio.

El que mejor lava dinero en México tiene garantizada su operación en el ámbito que le de la gana, puede ser electo diputado, senador, presidente municipal, gobernador, presidente de la república, o nombrado para los más altos cargos en los espacios de procuración e impartición de justicia; con el poder público legal en las manos todo lo demás es pan comido.

Por eso los grandes grupos criminales han invertido en los políticos, y cuando detectan a uno que es naturalmente bueno para lavar dinero lo reclutan, pero cuando además es encantador o su discurso es adorado por el pueblo, entonces lo encumbran y lo protegen; si no se deja reclutar, o no acepta el patrocinio criminal, lo eliminan.

Sí, hay unos cuantos que sobreviven, pero no tienen éxito; la mayoría piensa que esos políticos genuinos –los que piensan que en México las cosas políticas son cuestión sólo de votos, y que las campañas electorales las gana el que tiene la mejor propuesta–, son unos pobres pendejos, o en el mejor de los casos unos ilusos, unos bobos. Desde luego yo no comparto esa opinión.

¿Cómo lo hacen? ¿Cómo lavan dinero los políticos criminales?

Si me permite, la próxima semana se lo cuento, seguro ya tiene Usted una idea de cómo lo hacen, porque ha sido víctima, pero no deja de ser estremecedor.

Temario

  • Más violencia, imparable, insoluta, sin esperanza inmediata. Resulta revelador que incluso de unas semanas para acá la Iglesia se ha pronunciado, primero tímida, pero ayer en una editorial en el órgano de difusión semanal de la Arquidiócesis calificó la situación como una emergencia y una calamidad.
  • El presupuesto del secretario José Luis Ugalde Montes. Ha puesto en pie de guerra a las instituciones del estado, antes todos se quedaban calladitos, como si nada, pero los de hoy han alzado la voz, el magistrado presidente del Tribunal Electoral Óskar Kalixto, por ejemplo. ¿Para qué quiere Juan Manuel Carreras el dinero?
  • Oiga, muy de vez en cuando también hay cosas buenas, a ver cómo evoluciona, pero haberse realizado en San Luis Potosí el Adventure NEXT, uno de los congresos de turismo de aventura más importantes a nivel internacional organizado por la Adventure Travel Trade Association (ATTA) ya es un logro que se le debe apuntar al secretario Arturo Esper.

Leonel Serrato Sánchez

unpuebloquieto@gmail.com

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