Sesión de Informe revela extensión de la ecuación de la corrupción

Por Victoriano Martínez

Un presunto hashtag escrito con plumón sobre un folder por el diputado José Luis Romero Calzada y mostrado de manera ostentosa y provocadora a los manifestantes en la sesión solemne del Congreso del Estado en la que presentaría el informe de actividades anual el diputado Manuel Barrera Guillén acabó prematuramente con la sesión.

“# Todos somos Barrera!!!”, se leía en el cartoncillo y en la parte baja dibujó una carita feliz. Sonriente, Romero Calzada se sumó así a la ecuación de la corrupción y, de paso, incorporó a todos sus compañeros en la misma fórmula. Ninguno se desmarcó, todos permanecieron sentados en sus curules.

Todo apuntaba a una sesión más en la que los gritos de repudio a Barrera Guillén impedirían que se escucharan las intervenciones de los legisladores y, en este caso, la lectura que por reglamento debió dar el presidente de la Directiva al Informe de Actividades del Segundo Año de Ejercicio Legal. No hubo tal.

La finalidad de la sesión comenzó a romperse cuando, en lugar de seguir el protocolo establecido por el artículo 60 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso del Estado, Barrera Guillén hizo una prácticamente inaudible presentación del video que lo suplantaría en su obligación legal. De nada le había servido permanecer encerrado en la sede legislativa desde la madrugada.

Nadie ponía atención sobre el video. Todo eran gritos y tensión en aumento, con un inquieto Romero Calzada que veía al público y a sus compañeros, como en espera del mejor momento, a su juicio, para declararse cómplice de Barrera y acusar a todos de sus compañeros de serlo igual.

Ocho minutos con 21 segundos de video, y Romero Calzada se sintió listo. Se paró con el folder doblado, intercambió impresiones con el diputado Fernando Chávez Méndez, mientras la diputada Rebeca Guevara volteaba desde su curul para unirse a la interacción, con un gesto de estar ante algo divertido.

Fue entonces cuando Romero Calzada desplegó su provocación para que su intento de hashtag fuera leído por los inconformes. Tras la primera exhibición, lo baja y voltea a ver a sus compañeros de bancada como si requiriera de su aprobación. Éstos sólo reían nerviosos.

A su derecha le llamó la atención un grupo de cámaras que lo enfocaban y volvió a desplegar la cartulina, posó con ella para después darse la vuelta y mostrarla nuevamente a los manifestantes con un gesto de provocación.

Así, el legislador bailador y exhibicionista en Alaska, volvía a exponer lo que ha caracterizado a la LXI Legislatura con tal estrépito provocado, que las bondades que difícilmente se escuchaban en el video que corría difícilmente podían ser consideradas.

Los casi tres minutos que le quedaban al video que usurpó la lectura a la que obliga el artículo 60 del reglamento transcurrieron entre un incremento tal en la tensión, que en los hechos la sesión ya había terminado.

El grupo de policías que desde el 28 de junio protege a los legisladores durante cada sesión, se vio exigido al máximo para contener a los manifestantes. Juan Antonio Rodríguez Chessani estuvo cerca de saltar a la zona de curules. El coordinador de los policías se encargó de pararlo en seco. El intercambio de golpes quedó en un manoteo que no pasó a mayores.

El enfrentamiento ya no paró. Terminó el video y nadie escuchó lo que decía Barrera Guillén, ni los propios diputados, que mostraban su nerviosismo con rostros que parecían reflejar la pregunta “¿a dónde correré si esta turba se salta?”.

El diputado más repudiado leyó de forma apresurada las tarjetas que le indicaban el protocolo para dar por concluida la sesión. Alcanzó a pedir a todos ponerse de pie para hacer la declaratoria de clausura del Octavo Periodo Extraordinario de Sesiones.

Nadie lo escuchó, pero no le importó. Siguió con la lectura de las tarjetas sin esperar a que los asistentes se pusieran de pie, pues para ese momento sus compañeros diputados lo que parecían escuchar era el disparo de salida para correr a ponerse a salvo… y así lo hicieron.

No estuvo claro quién dio la señal, pero todos reaccionaron de la manera más coordinada para un rápido desalojo, cual si los amenazara un terremoto de 8.2 grados. Los enfrentamientos seguían.

Todavía no acababan de salir los diputados, cuando a alguien se le ocurrió una solución para los enfrentamientos: dejar a oscuras el salón de sesiones. La luz se apagó, y un tronido se escuchó. En la sala de grabaciones, el equipo técnico puso en dificultades al personal para rescatar el CD con la grabación de todo lo ocurrido durante la sesión. Los daños al equipo se tendrán que evaluar.

Pero los fierros eran lo de menos. A media luz, los enfrentamientos no paraban, aunque poco a poco el ánimo rijoso se convertía en festivo: “¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!”, fue el grito que comenzó a surgir para dar paso a un breve silencio que dejó oír la arenga de Rodríguez Chessani.

“Hasta aquí llegaron esos cabrones, ya no se volverán a reír de nosotros”, gritó.

Reporteros de distintos medios recopilaban declaraciones de los protagonistas. “Al decir el que ‘todos somos Barrera’ está incitando a la violencia, escudado en una barrera de policías y no se vale”, decía Juan Munguía, de la Canaco, ante cámaras de televisión.

Alejandro Pérez Rodríguez, presidente de la Canaco, declaraba unos metros más allá que los empresarios insistirán en la renuncia de Barrera Guillén y ahora también en la de Romero Calzada.

Poco a poco abandonaron el recinto y el festejo continuó por una media hora frente a la sede del Poder Legislativo. Sólo el diputado Gerardo Serrano Gaviño se acercó a un grupo de manifestantes con los que intercambió impresiones.

El resto de sus compañeros desapareció sin deslindarse del presunto hashtag que los incorporó a la ecuación de la corrupción con las tres palabras exhibidas por Romero Calzada: todos somos Barrera.

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