Un “ya ganamos” que mata la elección

Por Victoriano Martínez

Desde hace unos días, Ricardo Gallardo Juárez ha cambiado varios de sus espectaculares por otros en los que aparece, cual titiritero, encima de la imagen de otros candidatos y personajes gallardistas con el lema en letras grandes “ya ganamos”.

Un giro en su campaña, tomado a 18 días de la elección, que es acompañado de una estrategia de comunicación que ha llevado a su equipo de campaña a dejar de referirse a él, en sus comunicados, como el candidato a la alcaldía para asegurar que se trata del “virtual ganador a la alcaldía capitalina”.

Una necesidad de convencer a la población de un triunfo que, aunque podría parecer prematura, exhibe toda una intención de manipular la percepción ciudadana generalizada, cual si quisiera contrarrestar algo que sólo él y su equipo saben que podría hacerlos enfrentar una posible derrota.

Dime de qué presumes y…

Una presunción de esa naturaleza, con los efectos que pretende tener entre el electorado, lejos de exponer una estrategia creativa o vanguardista, vuelve a pintar a Gallardo Juárez con los tintes de quien aborrece el juego democrático para imponer percepciones que buscan eliminar la posibilidad de un voto razonado sobre propuestas e ideas.

Pudo ser coincidencia, pero dicen que en política no las hay. El cambio de estrategia se da prácticamente a la par de la realización del debate organizado por el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC) al que Gallardo Juárez no asistió, pero en el que el organismo electoral tuvo especial cuidado en exhibir lo menos posible su silla vacía.

Gallardo Juárez evitó contrastar ideas con sus oponentes y en lugar de ello le dio un giro a su campaña para imponer una visión que nada tiene de propuesta, pero sí de manipulación de la percepción colectiva. Dos actitudes que atentan contra la cultura democrática que la ley ordena al CEEPAC promover y, por tanto, proteger; o cuando menos que no se atente contra ella.

Actitudes anti democráticas ante las que al CEEPAC le corresponde actuar en consecuencia. Si no lo hace, sólo contribuye a que su imparcialidad y con ello su responsabilidad de promover la cultura democrática queden en entredicho… al verse avasallado por un candidato ante el que el CEEPAC pareciera decir “a mí denme por muerto”.

 

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