Visión de 2018

Por Oswaldo Ríos Medrano

El próximo año México vivirá las elecciones más grandes, más competitivas, pero, sobre todo, más apasionadas de su historia. En el ambiente se respira una alta irritación social que no se percibía quizá desde 1988. Por supuesto que la elección de 2006 fue paradigmática en intensidad, pero a diferencia de aquella, las redes sociales y los agravios cometidos por el desastre peñista, harán que los comicios del próximo año, arrastren a la arena electoral no solamente a los partidos políticos, sino a vastos sectores de la sociedad.

El portentoso fracaso del PRI no deja lugar a dudas: este es el peor gobierno de la historia.

En materia económica: la deuda pública, la inflación y el ínfimo crecimiento ponen al país en una situación de alto riesgo.

En materia de seguridad pública: las ejecuciones, los secuestros, los feminicidios y el narcotráfico han crecido a niveles verdaderamente alarmantes, mucho peor que en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón.

En materia de corrupción: este es el gobierno más putrefacto de la historia, con su pléyade de goberladrones; la afición de Peña, Chong y Videgaray por las residencias financiadas por proveedores del gobierno; y con las imputaciones directas de Odebrecht hacia Emilio Lozoya, a nadie le queda duda que en este sexenio la corrupción ha sido la regla de oro.

Y finalmente, hablando de autoritarismo: la restitución del dedazo presidencial; las aprobaciones fast track en el Poder Legislativo; la reelección vitalicia de sempiternos líderes sindicales; la alineación priísta de la mayoría de los medios de comunicación; y los afanes para legitimar la represión y coartar la libertad de expresión, con la aprobación de la Ley de Seguridad Interior y la reforma al Código Civil Federal para castigar la publicación (incluyendo las redes sociales) que aun siendo verdadera, provoque “descrédito” a alguien, son la demostración irrefutable de que el PRI del siglo XXI es idéntico al del siglo pasado, con la única diferencia que lo que antes les daba vergüenza, hoy lo defienden como hienas feroces.

En ese contexto, México no debe perder la claridad: las elecciones del 2018 serán un referéndum revocatorio para impedir la continuidad del PRI en el poder.

Alimentando aspiraciones aparentemente “independientes” pero funcionales al oficialismo como la del Bronco o la de Margarita Zavala, el PRI le apostará a la fragmentación del voto por el cambio, pero al final solo tres alternativas podrán competir realmente por ganar las elecciones: Ricardo Anaya de la alianza PAN-PRD-MC, López Obrador de la alianza MORENA-PT-PES y José Meade de la alianza PRI-PVEM-PANAL.

Frente a ese escenario, lo ratifico una vez más: cualquier alternativa política es preferible al PRI. No podemos permitir que el saqueo, el autoritarismo, el cinismo y la impunidad que hemos visto los últimos seis años continúe. Derrotar al dinosaurio corrupto en todos los rincones del país, es un imperativo ético de todos los mexicanos.

La perversidad de sus estrategias suele hacer de la confusión un arte, hay que mantener los ojos bien abiertos. La candidatura presidencial de una oveja “ciudadana”, sonriente y “preparada”, no es sino el producto mercadológico más elaborado para mantener a una jauría de lobos dentelleando y devorando los recursos públicos y sus beneficios. A quien le falte memoria, basta recordar que así lo hicieron en San Luis Potosí, y ahí comenzó nuestra pesadilla.

Hablando de San Luis Potosí, al PRI se le han prendido los focos rojos porque además de cargar con el pasivo de Juan Manuel Carreras (el peor gobernador de los últimos años), la alianza “Por México al Frente” (PAN-PRD-MC) se materializó para todas las elecciones federales, lo que en estados como el nuestro, provocará el efecto que a continuación explicaré.

En la elección del Senado de la República, el PAN tiene una tendencia histórica de triunfos en los últimos tres comicios, 18 años seguidos ganando las votaciones senatoriales. Sumando ahora los activos electorales del PRD y de MC, el PRI se llevará una masacre. Los dos senadores de mayoría serán para la alianza “Por México al Frente”. De los siete distritos federales, el PAN tiene uno (V), el PRD tiene dos (II y VI) y el PRI tiene cuatro (I, III, IV y VII). Con la alianza en la que PAN y PRD suman sus votos (además de MC que por cierto en la elección de diputados federales es más fuerte que el PANAL) la prospectiva nos dice que: la oposición arrasará en los distritos que actualmente tiene el II, V y VI; que recuperará el III, el IV y el VII; y que será competitivo en el I.

Por eso tanta descalificación priísta a la alianza PAN-PRD. En los estados en los que se han unido, ganan. Es temor electoral, porque el formato de coalición es el mismo que el PRI, sumado al Verde y al PANAL, usa desde hace años para ganar por poco margen. Por supuesto que les disgusta enfrentar a adversarios que concentran sus votos para evitar la dispersión del voto antipriísta.

¿Y qué pasaría si la alianza PAN-PRD-MC se bajara a los distritos locales y a las presidencias municipales en San Luis Potosí? Pues nada más que el PRI sería borrado del mapa. La oposición tendría mayoría absoluta en el congreso local, gobernaría casi la totalidad de los ayuntamientos y como consecuencia el PRI sufriría un descalabro electoral mayúsculo. Eso hizo encender las alarmas en el PRI-gobierno que ha buscado por todos los medios impedir la alianza opositora.

¿Y no les daría pena a los panistas acordar con los Gallardo? Preguntan muy indignados los priístas. Aventuro una respuesta, quizá les daría la misma pena que les dio a ellos cuando pactaron con los Gallardo el apoyo electoral suficiente para llevar a Juan Manuel Carreras al gobierno del estado, a Gerardo Serrano al congreso local o a Xavier Nava al congreso federal.

Es muy probable que la alianza PAN-PRD no se concrete, pero no por falta de pragmatismo, sino por congruencia con las objeciones políticas que le ha hecho el PAN a la forma en que el PRD (la gallardía) ejerce el gobierno de los municipios de la zona metropolitana. En cualquier caso, llevar al mismo candidato presidencial, al senado y a las diputaciones federales, hará que las campañas en San Luis Potosí dejen de lado las diferencias entre aliados y se concentren en un solo objetivo: la derrota del PRI.

“Visión de 2018” es mi última colaboración en este 2017 que ya suelta sus últimos estertores.

Agradezco a todo el equipo de Astrolabio Diario Digital por el apoyo para publicarla y difundirla, especialmente a mi querido amigo Miguel Maya Romero, por su fortaleza y determinación para mantener enhiesta la bandera de la libertad de expresión ante las olas bravas del autoritarismo.

Pero, sobre todo, gracias a todas y todos porque con su amable lectura le han dado a la columna Astrolabio un espacio bien ganado entre las voces que reflexionan en voz alta, sobre este San Luis Potosí que queremos tanto.

Me despido, no sin antes desearles una muy Feliz Navidad y un 2018 rebosante de armonía y de sueños realizados para usted y toda su familia, y cuando digo familia, me refiero por supuesto a la de todos: a esa familia entrañable que llamamos México.

¡Nos leemos el próximo sábado 13 de enero de 2018!

Twitter: @OSWALDORIOSM

Mail: oswaldo_rios@yahoo.com

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