¿Y los operativos anti accidentes?

Por Victoriano Martínez

Cuando de salvar vidas se trata, así sea una sola, la estadística no tiene que ser la prioridad.

Si así fuera, los operativos anti alcohol tendrían que ser revalorados en comparación con las otras tantas causas posibles de los accidentes viales.

De acuerdo con el Informe sobre la Situación de la Seguridad Vial, del Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (STCONAPRA) de la Secretaría de Salud, entre 2012 y 2016 en promedio sólo en el 8.55 por ciento de los accidentes viales se vieron involucradas personas alcoholizadas.

Las estadísticas registradas por la STCONAPRA para San Luis Potosí muestran una tendencia a la baja en cuanto a la participación de personas con aliento alcohólico.

Según el reporte de Distribución de los accidentes y registro de aliento alcohólico en conductores, 2012 a 2016, en San Luis Potosí el porcentaje de participación de personas alcoholizadas en los accidentes viales pasó de un 9.98 por ciento en 2012 a un 5.67 por ciento en 2016.

Pero no porque los operativos antialcohol sirvan para prevenir sólo uno de cada 10 o menos accidentes tendrían que ser descartados.

Si salvan una sola vida ya tuvieron razón de ser. Una existencia justificada que ha dado origen a todo un protocola para su puesta en marcha.

La propia Secretaría de Salud emitió un manual para la implementación de ese tipo de operativos dentro del Programa Nacional de Alcoholimetría, que no sólo deben tomar en cuanta quienes los ponen en marcha, sino difundirlos ampliamente entre los conductores. Se evitarían altercados y se lograría mayor efectividad.

Impuestos de manera unilateral, con la carga de una sanción –especialmente económica– los operativos anti alcohol se alejan de su sentido preventivo y se emparentan más con una acción recaudatoria. La autoridad que los pone en marcha es la obligada a privilegiar los fines preventivos de ese tipo de operativos.

Que se anuncie un día y al siguiente se suspenda hasta nuevo aviso es probable que tenga más que ver con la desproporción entre las personas detectadas alcoholizadas, que se informó que se detectó a ocho de cada 10 conductores (aunque sólo 3 de cada 20 ebrias), y la proporción en que se ven involucrados en accidentes, menos de uno de cada 10, según STCONAPRA.

La Dirección de Policía Vial Municipal informó que en los últimos seis meses han ocurrido 686 accidentes vehiculares en la ciudad, y sólo en 23 los conductores estaban en estado de ebriedad y en 11 más presentaban aliento alcohólico. Es decir, sólo en el 5 por ciento de los accidentes estuvo involucrado el alcohol.

No porque sea en un porcentaje tan bajo la participación personas alcoholizadas en accidentes viales los operativos anti alcohol salen sobrando. Finalmente son percances con personas alcoholizadas los que mayores escándalos e indignación provocan. De ahí que prevenirlos resulte de buen impacto para la sociedad.

Más preocupante resulta que los operativos anti alcohol oculten el problema grave que representa que no se hable de las causas de más del 90 por ciento de los accidentes y, con ello, de las medidas que la autoridad realiza para prevenirlos.

El alcohol y el volante están asociados al escándalo, cuando lo realmente escandaloso –según las estadísticas– es que la autoridad no hable de las causas de la inmensa mayoría de los accidentes y de las medidas que toma para prevenirlos.

 

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