CAJA NEGRA: Amarillo pollo

 

Desde el primer día empiezan a construir su endiosamiento. Es algo que les ocupa y les preocupa, por eso, procuran que todos sepan y no olviden, ni por un momento, que son ellos los que están en el poder. Es probablemente una frivolidad, un sin sentido, pero así hacen los alcaldes y el gobernador del estado y también el presidente de la república. Se creen que el gobierno es de ellos, más aún, que ellos son el gobierno, que ellos son las instituciones.

Por eso, lo primero que se hace es ordenar que en las paredes de todas las oficinas públicas se cuelgue un enorme cuadro con la imagen del gobernador o del presidente municipal en turno. La fotografía oficial de Juan Manuel Carreras López debe estar ahora mismo en la oficina de todos los titulares de las dependencias así como la de Enrique Peña está en todas las oficinas federales.

 

Es el inútil y exagerado intento por hacer pasar al presidente o al gobernador como seres omnipresentes.

 

Pero el caso de los ayuntamientos es el más grosero y hasta puede representar un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Lo primero que hizo Ricardo Gallardo como alcalde de San Luis Potosí fue ordenar que se pintaran de amarillo las macetas de la avenida Salvador Nava.

Antes, en su ceremonia de toma de posesión, el escenario del Teatro del Pueblo se pintó de amarillo y toda la muchedumbre acarreada en autobuses portaba camisetas amarillas. El mensaje es: nosotros estamos en el poder y podemos hacer lo que se nos antoje.

 

La página oficial del ayuntamiento en la red también fue vestida de amarillo, pero como se debe comprender, no es el amarillo del Partido de la Revolución Democrática sino el amarillo del Pollo.

No es que se institucionalice un color para darle identidad a una institución sino que se trata de utilizar el color para ponerle sello de propiedad, lo cual bien visto, es un exceso monumental.

El caso de los empleados municipales que visten de amarillo por voluntad propia es de notable repulsa. Se visten así porque sus jefes se los sugirieron, no lo ordenaron, lo sugirieron.

 

¿Cuál es la utilidad de tener un burócrata vestido de amarillo?

 

Solamente los funcionarios municipales que hicieron esa sugerencia pueden tener una respuesta, pero lo único que pueden provocar es una sensación de pena, pues está visto que los políticos, sin importar el partido, son todos iguales.

Al rato, van a sugerir que el cabildo cambie el nombre de la avenida Carranza por el de Ricardo Gallardo Cardona. Dirán que si en Soledad lo hicieron, en la capital también lo pueden hacer.

 

Por cierto ya desde hace años no se sabe nada, pero ¿dónde quedaron el azul y el oro?

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