Día del Trabajo: indiferencia y rutina

Antonio González Vázquez

Un profesor, Felipe,  se desgañitaba la garganta en la plaza: maestro, dónde está tu dignidad, dale la espalda a tus líderes charros, les decía a voz en cuello y los maestros de la sección 26 del SNTE caminaban indiferentes, lerdos, abatidos por el tedio de un desfile más en Primero de Mayo.

Felipe se plantó ante el contingente del magisterio oficial y les increpó una y otra vez: parece que no tenemos vergüenza un millón 600 mil maestros en México y apenas ajusta para una diputación plurinominal para Juan Díaz de la Torre.

La nuca perlada de sudor y el maestro Felipe no dejaba de hablar al larguísimo grupo de profesores que lo primero que hicieron para empezar el Desfile del Día del Trabajo fue pasar lista de asistencia para que no haya represalias. Les decía: un mísero aumento salarial del 3.9 por ciento para los maestros, mientras que los dirigentes viven como millonarios.

Lo que pasa, les lanzaba puyas, es que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación está en manos de traidores, ladrones y entreguistas. Maestro, defiende tu plaza, dale la espalda a la reforma educativa, cuida tu pensión.

Pero la caravana del magisterio ni veía ni escuchaba nada, se dejaba ir en borreguil procesión disciplinada y ordenada; sin consignas, sin mantas con leyendas alusivas al Día del Trabajo, sin gritos, sin protestas, sin nada. Un silencio cómplice, una indiferencia sin decoro.

Se reunieron en la calzada de Guadalupe, junto a la Caja del Agua y desde ahí caminaron directo a la plaza Fundadores por el andador de Zaragoza; callados, sin entusiasmo, como huecos y acartonados. Llegaron y les entregaron cachucha naranja y camiseta blanca. #Todos somos SNTE, se leía en la camiseta. Los organizadores con playeras en color turquesa, el color del PANAL, al que repudiaron maestros disidentes con una maneta que decía: PANAL, cuna de aviadores, ya pónganse a trabajar.

Miles, eran miles de maestros, pero caminaban y cada quien en su mundo, abstraídos del Día del Trabajo. Iban lerdos, con desgana. Ninguno de ellos levantó la voz, procesión muda de conformismo de quienes tienen en sus manos la educación de los potosinos.

Pero el maestro Felipe no paraba de hablarle a la caravana de la Sección 26 y les decía: sus dirigentes no tienen madre, a Alejo Rivera no lo quieren ni en su casa y ustedes no dicen nada. Sus dirigentes desde Juan Díaz pasando por Crisógono y quienes sean, están de rodillas besando los pies al gobierno y ustedes, los maestros, no dicen nada.

Felipe era uno de un puñado de integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación que se plantaron en la plaza para esperar a los de la Sección 26 del SNTE y les entregaron información: para que sepan a donde van las pensiones y para que sepan de que tamaño es la corrupción sindical.

El final del charrismo está cerca, escuchaban los maestros indolentes que estaban más preocupados por irse a casa que por reflexionar sobre lo que representa el Primero de Mayo. Al final acabarían tan hastiados como cansados y por eso abarrotaron los restaurantes y  puestos de tacos en el centro de la ciudad. Para ellos, el desfile del Día del Trabajo apenas fue ocasión para despertar hambre.

El talante desabrido y anodino de los maestros marcó la celebración del día de ayer. A la plaza apenas llegaron algunos grupos. Los del CECYT, UNT, Good Year, Telmex y nada más. Como es ya habitual, las centrales obreras encabezadas por la CTM organizan bailes y comilonas con el gobernador en  turno como invitado.

Mejor los maestros jubilados con todos sus años encima, sacaron las mantas y las mostraron en la calle: no a las pensiones presidenciales, sí a los bonos para maestros jubilados; a los maestros jubilados nos falta dinero pero sobran los ladrones; no a la reforma educativa, rechazo total a los UMA.

La placidez del Primero de Mayo se rompió cuando en la Plaza de Armas, frente a palacio de gobierno, se encontraron los del SUTSGE con los del SITTGE. Estos estaban en la plaza desde temprano. Con desgano sin igual, lanzaban una que otra consigna pro obrera, pero cuando llegó el grupo de Bernardina Lara todos se despertaron.

Hasta la policía se hizo presente cuando entró a la plaza el Sindicato Único de Trabajadores al Servicio de Gobierno del Estado. La élite de la burocracia estatal arribó al ritmo de la marcha de Zacatecas que entonaba la Banda de Música de Gobierno del Estado. Como Bernardina andaba un poco mal de salud, no desfiló sino que esperó a sus agremiados al final del desfile en Carranza y Tomasa Esteves.

Llegó un momento de tensión porque las trabajadoras del SUTSGE hicieron alto ante el plantón del SITTGE y empezaron los cánticos de cada sindicato. Unos gritaban ¡Nina,Nina¡ y los otros contestaban ¡fuera,fuera! Se burlaban unos de otros, de cómo iban vestidos, de lo cursi del uniforme, de lo asoleados que se veían. De todo se ironizaba, pero no más allá de eso.

Pero el hecho sirvió para que uno de los orejas de Gobierno del Estado hiciera gala de la alta tecnología que ahora acompaña a los espías y puso a funcionar su dron para tomar video y enviarlo al mismo tiempo al cuartel general de los orejas en la General de Gobierno y en el C-4.

Fuera de eso no hubo más, la celebración parece ir en franca decadencia. El Día del Trabajo se celebra en México desde 1913, la ausencia de obreros y sindicatos en las calles, es ya preludio de algo que está por caducar porque hay un pueblo trabajador atado por sus propios líderes y sindicatos.

Ayer no hubo coro alguno contra los salarios que de tan bajo son miserables, tampoco contra la inflación; no hubo exigencia firme en defensa de los derechos laborales ni contra empresarios voraces y explotadores. Ayer no parecía Primero de Mayo en la plaza, el desfile fue una tibia expresión de una rutina cada vez más tediosa y cansina.

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