¿Dónde están las obras?

Por Victoriano Martínez

La diferencia entre lo que los responsables de la administración pública pretenden hacer creer a la población y lo que la ciudadanía padece de los actos de simulación de quienes acceden a cargos de elección popular ha quedado tan expuesta en los últimos meses, que sus próximos informes de actividades o de gobierno serán los más justificadamente carentes de credibilidad.

La lista de obras no realizadas o inconclusas a lo largo y ancho del territorio estatal se incrementa de manera alarmante, después de que salió a la luz pública la colección de proyectos inexistentes o simulados, patrocinados por los diputados locales en diversos municipios con un fondo de 3.5 millones de pesos por cada legislador.

Diez en Ciudad del Maíz, otras tantas en San Martín Chalchicuautla, y ahora 14 más en los municipios de Ahualulco, Moctezuma y Mexquitic de Carmona.

Si una golondrina no hace verano, varias decenas de obras fantasma en al menos cinco municipios sí configuran un esquema de corrupción que puede considerarse generalizado en todo el territorio potosino, y seguramente más allá.

En nuestro ámbito, toca a la Auditoría Superior del Estado encender focos de alarma para agudizar sus inspecciones al revisar las Cuentas Públicas 2017, ahora que el plazo se amplió y la fiscalización se extendió hasta el segundo semestre del año inmediato posterior al del ejercicio fiscal que se revisa.

Si al Frente Ciudadano Anticorrupción de Ciudad del Maíz, que denunció obras inconclusas y pagadas como terminadas, la auditora Superior del Estado Elizabeth Cervantes les ofreció invitarlos a la inspección física de las obras para evitar componendas entre autoridades municipales y auditores, es momento de que se haga efectivo y público tal acompañamiento ciudadano.

Pero no sólo en el caso de Ciudad del Maíz. También en San Martín Chalchicuautla, en Ahualulco, en Moctezuma, en Mexquitic de Carmona y en los 53 municipios restantes ese acompañamiento debe incluso ser obligatorio para que las inspecciones tengan validez. De lo contrario siempre estarán bajo la sospecha de ser la prolongación de la ecuación corrupta.

Tal ha sido el grado de impunidad del saqueo de las arcas municipales con la simulación de obras, que es momento de que se apliquen sanciones ejemplares contra los abusos ya cometidos, y al mismo tiempo se establezcan mecanismos transparentes de fiscalización en los que el ojo ciudadano participe para inhibir que se prolonguen esos actos impunes.

El riesgo de esta realidad, en la que el grado extremo de impunidad abre paso al cinismo de los políticos, es que –a pesar de la exhibición de la simulación y corrupción– en sus informes anuales, que les encanta promocionar a los cuatro vientos, sigan presumiendo la realización de obras inexistente.

Hoy más que nunca, la ciudadanía tendrá la certeza de que los próximos informes de sus alcaldes, y hasta el del gobernador, son una colección de adivinen cómo se simuló esta obra, cuánto se pagó por estas otras obras que ni siquiera existen y en cuántas se pagó hasta 100 veces lo que realmente se trabajó.

Cual si se tratara del juego ¿Dónde está Wally?, el reto ciudadano será encontrar la obra que, entre la inmensa lista que en los informes del gobernador y los alcaldes se suelen mencionar, sí existe, es real, se apega al costo convenido originalmente, a la calidad pactada, etc. ¿Se podrá, siendo realistas, encontrar una obra con tal apego al deber ser?

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