LXII Legislatura: negligencia asegurada

Por Victoriano Martínez

Imagínelo así:

El grupo, dividido en equipos, decide un 21 de septiembre que uno de éstos, con siete integrantes, elabore un trabajo que se traduce en varias decenas de documentos que al final todos deben presentar como propio.

Un trabajo que se impone porque el grupo que los antecedió indebidamente lo hizo por ellos y, para colmo, lo hizo mal.

El grupo tiene 52 días para presentar ese trabajo, así que el equipo de siete integrantes, que cuenta con un asesor y hasta un organismo de apoyo, tiene 49 días para trabajar y presentar los resultados, para dar oportunidad al grupo de revisarlos.

Pasan los días y hasta semanas sin que el equipo trabaje. O al menos sin que se tenga noticia de alguna acción que muestre avances.

Alguien, desde la parte a la que le tienen que rendir los resultados, le recuerda al equipo su responsabilidad y que deben evitar incurrir en los errores del grupo anterior.

Los del equipo aseguran que se pondrán las pilas. La jefa del equipo llama a sus compañeros a trabajar y a hacer las pesquisas necesarias para mejor cumplir con su encargo.

Nadie la sigue. Se queda sola con su asesor y el organismo de apoyo que, lejos de buscar la mejor manera de cumplir, buscan simplemente salir del paso.

¿Y si presentamos el mismo documento y le agregamos algo para que no sea totalmente el mismo?

El espíritu del estudiante de secundaria, el preparatoriano y hasta el de muchos universitarios se apodera de asesor y apoyo, y comienzan a contagiarlo a la jefa del equipo.

Lo que importa es presentar la tarea para no sacar N.P., y sobre la calificación hagamos changuitos.

Tres horas antes de la entrega, el equipo se reúne, discuten y hasta pelean, se encierran a gritarse para el desahogo, y salen a ponerse ya muy de acuerdo en fingir que hicieron el trabajo que durante 49 días procrastinaron.

Si fuera la historia de estudiantes de secundaria, preparatorianos o universitarios, lo pagarían con una mala calificación.

Pero se trata de la historia de los diputados de la LXII Legislatura.

Comenzó el 21 de septiembre con el decreto que dejó sin efecto la aprobación de los informes de la Auditoría Superior del Estado y la obligación de reponer el procedimiento. Con una negligencia estudiantil, la Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado, asesores incluidos, sólo simularán haber trabajado.

Simularán que le harán recomendaciones a la ASE para que las tome en cuenta para la siguiente revisión de Cuentas Públicas, las de 2019. Y así se publicará hoy en la Gaceta Parlamentaria.

Una confesión de que incumplieron con sus obligaciones y sólo un adorno más para la máscara de la simulación.

Una simulación que, por desgracia, no tiene el efecto de repercutir en una mala calificación. Su negligencia es incentivada cada quincena con las mismas decenas de miles de pesos de sueldo.

Lo hagan bien o lo hagan mal, si su ingreso está seguro, su negligencia en adelante también.

Pero igual resulta seguro que ya comenzaron el recorrido para convertirse en una Legislatura peor que la anterior… y eso ya es bastante.

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