Los reporterillos de Astrolabio Diario Digital echamos un vistazo al pasado y en esta sección le presentamos uno de nuestros hallazgos:

El surgimiento de cualquier medio de comunicación siempre generó expectativas, hasta últimas fechas en las que la tecnología ha facilitado de tal modo el surgimiento de portales Web que, lejos de ampliar el panorama informativo, son reproductores de las versiones oficiales de los tres poderes y los tres niveles de gobierno. Si el 28 de mayo de 1894, ante el surgimiento de un gran periódico se advertía que pretendía “el monopolio de la prensa”, hay que tomar en cuenta las consideraciones que diarios de menor tamaño de aquella época señalaron para ubicar en su justa dimensión lo que representa el ejercicio periodístico. Si hoy por la vía de la proliferación de portales Web y control publicitario en los medios tradicionales, desde el poder se busca monopolizar el contenido de la prensa, nada como ponerle atención al siguiente recorte del periódico El Siglo Diez y Nueve que fue publicado hace 123 años:

El Monopolio de la Prensa.–

No hay que temblar.– Con estos títulos publica Gil Blas un bien escrito artículo, del que tomamos el siguiente fragmento, que revela la energía y la voluntad con que se ha entregado al público el popular colega:

“Dice un colega, hablando de la próxima aparición de un periódico, que los editores tratan de monopolizar la prensa, y que para lograrlo, disponen de una fuerte suma de pesos.

Nosotros pensamos que por muchos que sean esos pesos, no debe tomarse en serio semejante pretensión, pues bien sabido que para que un periódico circule mucho, no se necesita demasiado dinero ni muchos sabios que llenen sus columnas, sino un buen programa, defender los intereses y derechos del pueblo, no obedecer a miras personales y tratar los asuntos con buen criterio y rectitud.

Si este fuera el espíritu del nuevo periódico, alcanzaría una gran circulación; pero aun así, es mucho ambicionar pensar en el monopolio de la prensa, precisamente cuando en México comienza a notarse un progreso positivo en todas y cada una de las publicaciones periódicas.

A Gil Blas le entusiasma entrar en competencia con los gigantes, pues de aquí resultarán dos ventajas: una la de que el público sale ganando con el buen servicio de noticias, y la otra porque bien claramente quedará demostrada la oportunidad y el celo por satisfacer los deseos de los lectores de cada periódico.

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