Frater Ignatius
Francois-Marie Arouet vio la luz por primera vez en París. Pertenecía a una familia con recursos económicos de sobra. Estaba destinado ya desde muy joven a ejercer el derecho, pero se decantó por la literatura, enfureciendo a sus padres que veían en su brillante hijo a un abogado de alcurnia.
Llevado a prisión a La Bastilla por componer poemas difamatorios, se ocupa en escribir tragedias y es cuando adopta el nombre de Voltaire. Se dice que es un anagrama pero lo más seguro es que sea un juego de palabras del francés, indicando que era un revoltoso, es decir, una persona que sacudía el confort y la frivolidad de una sociedad absolutamente superficial.
Luego de pasar dos o tres temporadas en la cárcel, abandonó Francia para vivir un tiempo en Inglaterra, en donde leyó con fruición a Locke y a Newton.
Voltaire era partidario del deísmo y defendía con pasión singular a la razón y a la ciencia. A través de sus novelas, ridiculizaba a la sociedad francesa y también a grandes pensadores, como es el caso de Leibniz.
Contribuyó a lo que se consideró el proyecto intelectual más grande de todos los tiempos, la Enciclopedia editada por otros dos gigantes de la ilustración: Diderot y D Alembert.
Voltaire se convirtió en un luchador por la libertad de expresión, ya que él mismo había sido perseguido innumerables veces por sus escritos brillantes, provocadores, satíricos, panfletarios, lúcidos, controvertidos y que de alguna manera lastimaban el statu quo de una sociedad anestesiada por varios atavismos.
La iglesia consideraba al pensador francés bastante irritante y siempre intentó evitarlo. El hermano del filósofo era enemigo de la iglesia.
Voltaire tenía una amiga extraordinaria, una mujer única, irrepetible, controversial, enigmática y de una gran cultura: Ninon de Lenclos, quien en un acto de profunda filantropía le obsequia una cuantiosa cantidad de dinero para que se compre libros.
Tal vez la mayor contribución de Voltaire sea la defensa de la expresión libre y la tolerancia, aunadas a una guía de la propia vida con convicción y sin el lastre de una religión que pudre todo lo que toca. El lema fundamental de este conspicuo galo fue: “La libertad por encima de todo”.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Administración y Maestro con especialidad en Educación por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Amante de la cultura, la filosofía, la literatura, el cine y las matemáticas. Gusta de leer y escribir sobre historia, psicología y filosofía.
