Oswaldo Ríos Medrano
El repudio social a la eventual decisión del Congreso del Estado de regalarle 212 millones de pesos a PANAVI (más toda la miel oculta en el panal) es tan generalizado que ya hasta incluyó a su promotor original Ricardo Gallardo Juárez. A media semana el alcalde, en un ardid desesperado, intentó deslindarse del batidero y solicitó a los diputados que si de plano “no le ven beneficios” a su propuesta que “le den para atrás”.
El Arzobispado, Coparmex, Canaco, Ipac, el PAN, Movimiento Ciudadano, Conciencia Popular, diversos colectivos sociales, columnistas, usuarios de redes sociales y hasta el ausente Juan Manuel Carreras, han coincidido en que aprobar un contrato tan chueco y leonino (la gallardía dixit), sin socializar toda la información y con tantas sospechas de arreglos turbios por debajo de la mesa, es una canallada cuyo agravio es inaceptable para las y los potosinos.
Si hay tantas resistencias y el asunto es tan notoriamente ilegal, lesivo, irregular y pestilente (tal como se ha documentado en sendos análisis publicados en distintos medios de comunicación), ¿por qué un grupúsculo de diputados se aferra con uñas y dientes a sacar adelante el dictamen a como dé lugar y sin reparar en la irritación social y el daño a la imagen de la institución que representan? La respuesta que todo mundo arriesga para tratar de dar sentido a lo que es francamente inexplicable es solo una: corrupción.
¿Puede probarse que esa camarilla de legisladores rapaces que prostituyen el interés público en estricto beneficio de ellos mismos han recibido sobornos a cambio de esa infamia? No. La maestría de su pillaje en el “servicio público”, tiene patente de origen: han amasado exorbitantes fortunas personales (mansiones, caballos, ranchos, vehículos de lujo, etc.) pero más allá de eso, casi no han dejado constancia de su maloliente modus operandi.
En este caso, tampoco sería posible demostrar con evidencia documental, que al igual que Judas a Jesús (a propósito de la Semana Santa), han traicionado la confianza de la ciudadanía que los votó o a los partidos que los postularon al cargo en el que ganan tan bien. Es su inequívoco y descarado comportamiento el que los pone en evidencia y exhibe. En este tema, es ostensible que lo único que los mueve son 30 monedas de plata o dos millones de pesos, para el caso es lo mismo.
¿Habían visto una defensa tan apasionada de algún asunto en los medios? Nunca. Ni las mentadas de madre que se regalan entre ellos los habían encendido tanto como el riesgo de perder su parte del botín.
¿Habían visto que alguna vez coincidieran en algún tema legislativo los diputados más “prósperos” de la Legislatura? De ningún modo. Cada quien cuidaba sus propios intereses, es decir, sus negocios. Ahora fundaron un corporativo muy plural.
¿Habían visto que algún dictamen provocara tantos aplazamientos? Jamás. Porque a diferencia de otros asuntos de amplio interés ciudadano como la desaparición del fuero, la disminución de dietas o la no aprobación de las cuentas públicas, el tema PANAVI sí es la mayor prioridad para esos “representantes del pueblo”.
¿Qué tienen en común un diputado campesino que es un boyante empresario agropecuario; un diputado ecologista que es un extraordinario tratante del medio ambiente; un diputado populachero que se ha vuelto un magnate raspita gracias a la magia de la política; un diputado sin cultura que es un acaudalado litigante del tráfico de intereses; un diputado sin luces que es un constructor enriquecido en municipios pobres; y un diputado demagogo que es el señor de los moches? Exacto. Son traidores de sus juramentos a cambio de 30 monedas de plata.
La ideología los separa, pero la voracidad los une.
Lapsus
- “Las adecuaciones que se hacen son básicamente de forma aquí en el Congreso”.
Diputado del PAN(avi) Enrique Flores Flores defendiendo por enésima vez la necesidad de regalarle 212 millones de pesos a esos pobres empresarios que solo piden una “luz” para a su vez “pasar corriente” a sus promotores legislativos. Ahí sí ni como discutirle, la solicitud llegó en forma sólida de documento pero va a salir en incorpórea forma de gas intestinal. ¡En el Congreso la formilla es fondillo!
- “¡Ayyyyyyyyyyayayayay!”.
José Manuel Jongitud Flores, coordinador de Servicios Internos del Congreso del Estado, acusando recibo de las dolorosas “heridas de guerra” sufridas durante el zafarrancho provocado por un grupo de inconformes queriendo entrar a la Sala Manuel Gómez Morín y un conjunto de empleados del Poder Legislativo haciendo de valla humana para impedirles pasar. Adentro, los legisladores que promueven la aprobación de PANAVI (asunto que tiene unánimemente encabronada a la sociedad potosina) degustaban cafecito con cremita Coffee Mate, masticaban crocantes nueces de la India y oreaban sus ilustres posaderas en el aire acondicionado del recinto. Por supuesto que su indignada reacción no se hizo esperar: ¡Este acto no quedará impune, le vamos a sacar provecho! ¡Otros dos millones por piocha pa’ empezar!
- “Tenemos el deseo de que disminuya la violencia”.
Crédulo gober (medida fraccionaria de gobernador) Juan Manuel Carreras López, expresando sus ganas locas de que los secuestros, ejecuciones, feminicidios y balaceras desaparezcan por arte de magia y dejen de ser un dolor de cabeza (para la ciudadanía potosina, obvio a él, el tema le viene guango). ¡Hay que darle un voto de confianza a Carreras! Ya nada más que se encuentre la lámpara de Aladino y hasta dos deseos le van a sobrar. ¡Alakazam!
- “¡Pero nosotros que somos puebloooo! ¡Necesitamos echarle güevooos! ¡Porque ya van dos veces que roban al señoooor! Entonces, ¡si lo vuelven a robar es que somos unos pendejooooos y que somos unos dejados y si somos unos dejados, pos entonces nosotros tenemos la culpa! ¡Yo no soy político, ni sé hablar cosas políticas pero sí soy pueeeblo! ¡Por eso le pido al señor gobernador y al señor presidente (Andrés Manuel López Obrador) que se partan la madre por nosotros!
Millonario de telenovela, embajador del populacho y Príncipe de Bulgaria Güicho Domínguez gritándoles pendejos, desgüevados, dejados y pusilánimes a los seguidores del Peje, todo en nombre del pueblo que él mismo personifica. Después de insultarlos, los asistentes le aplaudieron a rabiar. ¡Para no ser político es un espléndido motivador! Hasta el momento de redactar estas líneas, el licenciado López Obrador no ha contestado si se va a romper la madre, solito o en representación de Güicho Domínguez. Seguiremos al pendiente.
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