Enrique Rivera Sierra
Hace un año decidiste ponerle fin a tu última batalla, la enfermedad caló hondo y tu lección al mundo ya estaba consumada.
Te recuerdo así, libre, bronco, contestarario, terco, necio, inteligente, impetuoso. Nunca dócil, nunca. Amabas la Paz, sí, pero sabías luchar por ella, trabajar por conseguirla. Nunca falso ni hipócrita, no sabías de rencores ni malas entrañas. Lo tuyo era la bondad, lo tuyo siempre fue luchar contra corriente, siempre solidario. Amigo de todas y de todos. Enemigo de las injusticias, crítico constructor de ideas. Confrontativo contra cualquier voz que propusiera mentir, callar, sacar ventaja a costa de las y los demás.
Al final las circunstancias nos separaron, la ingratitud humana disfrazada se interpuso, amigas y amigos quedamos huérfanos de tu palabra. No importó, tu trabajo estaba hecho. Tu ejemplo hoy sigue construyendo futuros. Las “vacas sagradas” nunca sabrán —no supieron— de tu guerrera y tierna personalidad. De tu gusto por la Paz hermanada con la Justicia.
Hoy desde San Luis Potosí, tu casa, te pensamos. Donde enfrentaste y venciste gigantes, donde encontraste amigas y amigos desinteresados. Donde quedará intocada tu palabra.
Aquí seguimos Juan Carlos Ruiz Guadalajara, sin reflectores, pero con el corazón en la mano, a un año de tu partida, aunque ¿sabes qué? Nunca te fuiste.
Somos y seguiremos siéndonos.
Vaya un abrazo querido amigo, la lucha sigue.
Enrique Rivera
29.08.25
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