“Morir, dormir… tal vez soñar”. A esta frase de Shakespeare en ‘Hamlet’, tal vez deberían haberle añadido un “y apagar la luz”.
Las personas necesitamos oscuridad para conciliar un sueño profundo y adecuado, bien es cierto que a menudo podemos sumirnos en una breve y placentera siesta en horas diurnas, pero habitualmente, el verdadero descanso requiere de una ausencia total de luz. ¿Y por qué?
La magia de la melatonina.
Es habitual que pasemos más de una noche despiertos. Salimos de fiesta, trabajamos o simplemente, nos quedamos mirando la televisión, leyendo o navegando por Internet sin darnos cuenta que las horas se suceden unas tras otras.
Hacerlo de vez en cuando no es perjudicial, pero si lo repitiéramos día tras día, nuestra salud física y mental se resentiría.
No se trata de preferencias o costumbres adquiridas. Más bien es una necesidad biológica, y la culpable es una hormona: la melatonina. Durante el día, esta sustancia no está presente en nuestro organismo, sólo es segregada a través de la glándula pineal cuando estamos suspendidos en una oscuridad absoluta. Justo cuando el Sol cae…
La melatonina es una hormona esencial. Nos protege de muchas enfermedades, como diabetes, cáncer e infinidad de problemas de corazón.
El riesgo de las luces artificiales de noche.
Morir, dormir, tal vez soñar, apagar la luz… ¡Y el móvil!
Como ya sabes, la melatonina necesita oscuridad para realizar sus funciones esenciales. Si cuando llega la noche, pasamos largo tiempo envueltos en las llamadas luces artificiales, su liberación también queda bloqueada.
Y ahí reside el verdadero problema: ¿Cómo detener nuestra vida cuando cae la noche? Los quehaceres y las obligaciones nos empujan a esas calles llenas de luces de neón y de farolas. En casa necesitamos de luz artificial para cenar, para seguir trabajando… para continuar con el motor de nuestra existencia cotidiana con familiares y amigos.
Los científicos nos adviertes, las luces que son especialmente dañinas para la glándula pineal son las ondas cortas de luz, o la luz azul. Ya sabes, las producidas por la televisión, el ordenador, el móvil… Nuestro sistema inmunitario se debilita y aparece el insmonio, las depresiones y algunas enfermedades. De hecho existe un dato curioso: cuando la luz eléctrica se extendió en la población, empezamos a cambiar nuestro ritmo de vida, manteniéndonos despiertos durante muchas más horas en la noche, con este tipo de luz artificial.
¿Las consecuencias? Empezaron a aumentar las depresiones como nunca antes había ocurrido.
Si no dormimos por la noche, si pasamos muchas horas ante el ordenador, al día siguiente nos sentiremos cansados. SI lo hacemos de modo habitual y nos dedicamos a dormir durante el día, acabaremos enfermando y sufriendo terribles cambios de humor.
Los efectos negativos pueden ser contrarrestados si se vuelve a los ciclos nocturnos de sueño, y evitando en la medida de lo posible, la luz artificial. Además de ello, está demostrado que incluso podemos subir de peso. Un auténtico fastidio.
Así que más vale tenerlo en cuenta. Sé regular en tus ciclos de sueño, descansa por la noche… y deja a un lado el móvil, aunque te envíen un whatsapp a altas horas de la madrugada. Seguramente cuando lo abras y leas el mensaje, tardes un buen rato en volver a conciliar el sueño debido a ese tipo de luz.