Desiree Madrid
En el marco del Día Internacional contra el Bullying San Luis Potosí enfrenta una alarmante realidad: el acoso escolar va en aumento.
De acuerdo con cifras recientes dadas a conocer por Juan Carlos Torres Cedillo, titular de la Secretaría de Educación de Gobierno del Estado (SEGE), se registran entre 10 y 12 casos de acoso escolar cada semana en escuelas del estado. Por su parte, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) ha documentado al menos 88 quejas formales por este tipo de violencia en lo que va del año.
Más allá de las estadísticas, la preocupación crece porque muchos de estos casos no solo se quedan en burlas o exclusión, sino que escalan a violencia física e incluso agresiones de carácter sexual, según ha confirmado la propia Fiscalía General del Estado.
Uno de los casos más recientes ocurrió en una telesecundaria de Rioverde, donde un estudiante fue víctima de una agresión física en el que compañeros del mismo salón realizaron agresiones físicas al señalar que se trataba de un “juego”; la madre del menor indico que su hijo había sido víctima de bullying y que en la escuela no se le había atendido ni prestado atención.
Otro caso estremecedor fue el de una madre que ha tenido que librar una batalla legal y emocional para exigir justicia en el caso de su hijo, luego de que la escuela no actuara a tiempo ante los constantes episodios de acoso.
“Cuando la escuela falla, es la familia la que carga con todo”.
A esto se suma la denuncia de decenas de padres de familia contra el Instituto Hispano Inglés en la capital potosina, por una serie de casos de acoso escolar que, según relatan, fueron minimizados o ignorados por las autoridades escolares.
Todos estos casos se dieron dentro de las aulas de clases donde se supondría que debería de encontrarse un ambiente de paz tranquilidad y de enseñanza. Sin embargo, los casos de acoso están presentes y este tipo de violencia se registra dentro de los salones, en los patios de recreo y en zonas donde debería de prevalecer el compañerismo y respeto.
“Sí se ha visto un crecimiento en la actualidad en casos de bullying en distintos lugares del estado de San Luis Potosí”, explicó la psicóloga Marina Reséndiz, especialista en infancias y adolescencia, quien advierte que el rango de edad más afectado va de primaria a secundaria, aunque los primeros signos de comportamiento violento pueden detectarse desde preescolar.
Mientras el gobernador Ricardo Gallardo Cardona promete “medidas ejemplares”, Reséndiz considera que la solución va mucho más allá de judicializar los casos o lanzar campañas temporales.
“Podrían ayudar dinámicas, talleres dentro de las aulas, pero la escuela también debería contar con un área de psicología. Hoy en día es vital que dentro del entorno escolar exista apoyo profesional en salud mental”, apunta.
La especialista señala que, aunque la denuncia es un paso necesario, el sistema educativo necesita transformarse estructuralmente para prevenir este tipo de violencia.
“Muy pocas escuelas cuentan con personal especializado, y eso deja a los niños sin una red de contención real”, alerta.
Además, Reséndiz identifica un patrón preocupante en los agresores escolares:
“Es muy frecuente que el niño que realiza bullying es porque en casa ya vive con violencia. Repite ese patrón con compañeros que son dóciles, que puede dominar. Incluso llega a sentirse superior a sus propios maestros”.
La situación revela que no se trata de un problema aislado ni exclusivo de los planteles escolares, sino de un reflejo de entornos familiares y sociales violentos que se trasladan al aula.
En San Luis Potosí, las cifras son solo la punta del iceberg. Mientras el acoso escolar cobra víctimas cada semana, la verdadera solución aún parece lejana.
Combatir el acoso escolar exige más que medidas punitivas: requiere voluntad política, inversión en salud mental y un compromiso real desde el núcleo familiar hasta el sistema educativo.