Carlos Rubio
Cuando al cargo que ocupan llegaron gracias a favores, amiguismos, compadrazgos e intereses políticos, difícilmente podrán actuar con autonomía. Eso suele pasar en el Congreso del Estado y, aunque no es novedad, sí estamos presenciando un nuevo nivel de servilismo nunca antes visto.
Si de proteger y favorecer los intereses del gobierno de Ricardo Gallardo Cardona se tratara, las bancadas del Partido Verde Ecologista de México y el Partido del Trabajo sacarían 10 en cualquier evaluación que se les aplique; es más, estarían sobre calificados para sus cargos.
El problema principal es que fueron elegidos como representantes del pueblo y no de Gallardo Cardona.
El Pleno está convertido en un evento más del gobernador, de esos en los que lo ovacionan y se enaltece su figura, como si de un salvador se tratara.
Lo del pasado martes es de lamentarse.
Aunque fuera por amor propio, demostrar un poco de autoestima o ya mínimo disimular lo anterior, podrían mostrar un poco de interés en todas las demás propuestas que no tienen que ver con su bancada o el gobernador.
No dudaron en aprobar la iniciativa de Ricardo Gallardo para tipificar el “halconeo” como un delito en San Luis Potosí. Hasta se sumaron a los panistas para validar un exhorto al Gobierno Municipal de la capital, para que refuerce sus estrategias de seguridad ante los hechos delictivos.
Pero al momento de hablar del gobierno estatal, las bancadas completas del PVEM y el PT coincidentemente abandonaron el Pleno.
La diputada de Morena, Nancy Jeanine García Martínez presentó un exhorto dirigido a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana para que alinee sus planes y estrategia de seguridad con la Estrategia Nacional de Seguridad Pública 2024 – 2030, del gobierno federal.
En ese momento, los diputados afines al gobernador abandonaron el recinto.
Esto demuestra que la orden es clara. No tienen capacidad ni si quiera de escuchar. Hay que obedecer sin chistar.
Siempre es triste y lamentable ver a una persona perder la capacidad de decidir por sí misma.
Eso pasa cuando no hay competencia ni forma alguna de demostrar habilidades. No queda más que obedecer.
Tampoco hay ideales o convicciones. Si los hubiera, estoy seguro de que al menos se alcanzaría a vislumbrar un mínimo de ello. Pero no hay una sola chispa.
La meta es clara. Ser tan útil, como sometido, para ganarse otro cargo cuando la legislatura acabe.
Pero el historial ahí queda. Como uno más del montón.
Cuando se les nombre como servidores públicos, habría que especificar muy bien de quién. Porque parece ser que no ha quedado claro.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente director editorial de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.