La crisis de desaparición en SLP y la necesidad de una Fiscalía Especializada | Segundo capítulo: zona Centro

Marcela Del Muro

Puedes leer el primer capítulo del artículo aquí

En ese campo de exterminio polvoso, desértico y hostil del ejido Matanzas, en Moctezuma, –o cerca de él– fue la última vez que el celular de Moisés Gámez Almanza sonó, marcando su ubicación en la antena. Eso fue casi 10 años antes del inicio de su búsqueda en ese mismo lugar. El joven de 23 años desapareció junto a sus amigos Luis Francisco Medina, Marco Antonio y Julio César Coronado, el 10 de octubre de 2009 en la capital de San Luis Potosí.

Carmelita, la mamá de Moi, vio salir a los cuatro jóvenes que iban a una fiesta con sus excompañeros de trabajo, con quienes habían colaborado en la campaña política del entonces gobernador priísta Fernando Toranzo Fernández, que ocupó el puesto del 2009 al 2015. Esa fiesta en la colonia Jardines del Oriente fue el último lugar donde se les vio. 

Las familias de los muchachos, sobre todo los papás de Moi, Carmelita y don Memo, han buscado hasta debajo de las piedras, preguntado y averiguado con todas las personas que se abren a darles información y han presionado a las autoridades sin ninguna respuesta a casi 16 años de la ausencia de los jóvenes.

La primera negativa vino a las pocas semanas de la desaparición, el entonces titular del Instituto Potosino de la Juventud, el priísta Luis Gerardo Aldaco, quien fue el jefe de los muchachos en la campaña electoral y asistiría a la fiesta, insistió en no buscarlos. “La orden de no moverle al caso venía desde arriba. Lo mejor era olvidarnos de nuestros hijos porque era peligroso y jamás iban a regresar”, recordó don Memo en una entrevista durante el 2022.

Ahora sabemos que a la última persona que Moi llamó, quizá para pedir ayuda aquel 10 de octubre, fue a Luis Gerardo Aldaco, quien no respondió. También sabemos que en la desaparición de los cuatro jóvenes existió inacción y/o colusión de las autoridades. La desaparición forzada de Moisés, Luis Francisco, Julio César y Marco Antonio es el primer caso denunciado en la zona Centro del estado durante el sexenio del doctor Toranzo Fernández. La violencia no comenzó ese año, ya llevaba un largo camino desde el 2007, pero es a partir de la desaparición de los cuatro muchachos que el delito comienza a ser una constante en el territorio potosino.

Así lo muestran los datos federales –a pesar de no darnos una cifra certera– del 2009 al 2015 los casos de desaparición de personas en la zona Centro se concentraron en la capital del estado y en Soledad de Graciano Sánchez. Desde el 2016 se comenzaron a extender por el territorio: Ahualulco, Mexquitic, Santa María y Zaragoza. Pero fue hasta el 2021 que abarcaron prácticamente todo el territorio, siendo el 2022 y 2023 los picos con más reportes en la zona, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

Del 2009 al 31 de mayo de 2025 se ha registrado la desaparición o no localización de 2 mil 702 personas, mil 148 mujeres y mil 554 hombres, en los 12 municipios que abarca esta zona geográfica del estado. Hasta la fecha, 313 personas, 52 mujeres y 261 hombres, continúan sin ser encontradas y 103 fueron hallados sin vida. El perfil de las personas que desaparecen en la zona Centro son hombres jóvenes de 20 a 39 años, según el RNPDNO. Los municipios que concentran el 95 por ciento de las denuncias son: San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez, Villa de Reyes y Zaragoza.

La violencia en el territorio y el cambio en la dinámica de la desaparición

Los datos del RNPDNO indican que el delito de desaparición se fue extendiendo por el territorio hasta el 2016, sin embargo, la base de datos de fosas clandestinas de Quinto Elemento Lab, creada con información de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, indica que desde 2010 se exploraron entierros furtivos en la capital y en Villa de Reyes. A partir de ahí los hallazgos de fosas en el territorio fueron una constante:

  • En 2011 se encontraron: una en Cerro de San Pedro, dos en Mexquitic y una más en Villa de Arriaga.
  • En 2012: una en Soledad de Graciano Sánchez, una en Tierra Nueva y una en Villa de Reyes.
  • En 2013 se hallaron: dos en Mexquitic, dos en la capital y dos en Zaragoza.
  • En 2014 se exploró una en Santa María del Río.
  • En 2016 fueron: una en Soledad de Graciano Sánchez y dos en Zaragoza.
  • En 2017 se encontraron: dos en Soledad de Graciano Sánchez, una en Villa de Reyes y dos en Zaragoza.
  • En 2018: una en Santa María del Río y una en Zaragoza.
  • En 2019 se exploraron una en la capital y una en Zaragoza.
  • En 2020 fueron: dos en Soledad de Graciano Sánchez, una en Villa de Reyes y una más en Zaragoza.
  • En 2021 y 2022 se encontraron cuatro fosas, dos cada año, en la capital.     

En 2021, con el cambio de gobierno, se comenzaron a reservar los datos sobre fosas clandestinas o campos de exterminio en la zona Centro; es más, ni siquiera podemos tener certeza de cuántas personas han sido desaparecidas en los 12 municipios. Lo que sabemos es que precisamente ese año hubo un reacomodo criminal en la zona, que comenzó con una disputa por el territorio y disparó los niveles de violencia. Los primeros municipios afectados fueron Villa de Zaragoza y Villa de Reyes. 

En aquel año en Zaragoza llegaron a suceder hasta diez hechos delictivos de alto impacto en una semana; balaceras, homicidios, hallazgos de restos incinerados, el descubrimiento de casas de seguridad e incluso enfrentamientos en las calles del pueblo a plena luz del día. Situaciones similares sucedían en Villa de Reyes: balaceras, narcobloqueos, camionetas sospechosas circulando por la zona, personas –halcones o punteros– vigilando las casas y a los pobladores y un fuerte señalamiento a la policía municipal del lugar, quienes también han sido atacados.  

Testimonios de familias de víctimas y pobladores de ambos municipios dan cuenta de la irrupción de este nuevo grupo criminal en la zona, manteniendo a los pobladores en alerta, temerosos, viviendo constantes hechos violentos y observando cómo las dinámicas de la desaparición y el exterminio cambiaron con la utilización del ácido, quitando cualquier esperanza y certeza de hallarlos por medio del ADN. Este grupo –identificado como el cártel más poderoso en el país– abarcó todos los límites con el estado de Guanajuato, es decir gran parte de la zona Centro y se extendieron hasta la zona Media del estado. 

“Villa de Reyes está silenciado por el maldito miedo que tenemos porque sabemos que los que nos desaparecen son los del crimen organizado. Yo quisiera que ellos (los del gobierno) vinieran un día a ver todo lo que nosotros vemos diario”, comenta el hermano de una persona desaparecida en Villa de Reyes, municipio donde se concentran gran parte de las maquiladoras automotrices del estado.

Para este artículo se entrevistaron a tres familias de personas que fueron desaparecidas en los últimos cuatro años en la zona Centro; sin embargo, dos de ellos pidieron anonimato por cuestión de seguridad. 

Buscar en la zona Centro, al asedio del crimen organizado

Alejandro Fuentes Flores fue desaparecido la mañana del 3 de noviembre de 2022 en Villa de Reyes. Su mamá, la señora Lupita, recuerda que salió de casa a las 11 de la mañana con un conocido del pueblo que le pidió un favor. Casi a mediodía su familia comenzó a mandarle mensajes, pero no los contestó, para la una de la tarde la madre le marcó, pero tampoco tuvo suerte. El joven de entonces 27 años ayudaba con los mandados en el negocio familiar, una cocina económica.

Personas del pueblo dicen que Alejandro fue levantado junto a Mariano, el conocido que le pidió el favor, en el camino de atrás de la Escuela Secundaria Técnica 21, localizada en la carretera a San Felipe. Esos mismos informantes afirmaron que a los tres días de la desaparición fueron asesinados y sus cuerpos fueron llevados atrás de la granja de pollos. La señora Lupita y su nuera van a buscar a Alejandro por los alrededores de esos lugares, no buscan culpables ni molestar a “los malos”, solo quieren encontrarlo.

“Yo siempre voy y lo busco, lo llamo. Le digo que si está por ahí, que me haga llegar a él, que me ayude a poder encontrarlo, pero desgraciadamente siempre hay gente en la vía del tren, entonces me da temor que me vayan a hacer algo”, cuenta la señora Lupita.  

El miedo ha sido una constante para la familia de Alejandro y las otras dos familias. Los punteros están siempre cerca, vigilándolos, checando sus movimientos. Es normal ver a carros y camionetas de personas que no son del pueblo dando la vuelta por las calles. “Uno ya no puede vivir en paz, pasear o salir tranquilo, mucho menos si es de noche. Tampoco podemos buscarlos porque ahí están los muchachos”, cuenta uno de los familiares.

Las familias cuentan que en la zona sí se han encontrado fosas con cuerpos disueltos en ácido, unas por el rumbo de Laguna de San Vicente. Los hallazgos han impactado a los expertos forenses de la Unidad de Personas Desaparecidas y a la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas, pero sobre todo a las familias buscadoras, que forman parte del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros.

Edith Perez Rodríguez, directora del colectivo, explica que ese ácido carcome la piel, los músculos y los huesos, y arrasa con toda la carga genética provocando que sea imposible la identificación por ADN.

“Ahora vemos que las placas dentales son muy necesarias para la identificación y tenemos que empezar a decirle a nuestros jóvenes que tengan sus placas dentales”, recomienda Pérez Rodríguez.

Uno de los familiares de desaparecidos explica que es complicado lo que viven los hombres jóvenes en Villa de Reyes, y en general en toda la zona, donde se van acumulando los casos sin la preocupación del gobierno por frenar la violencia en la zona. “Ya se perdió otro más: algún amigo, un familiar o un conocido”, explica.

La señora Lupita no solo busca a su hijo Alejandro, también a su sobrino Fernando Palomares Flores, que fue desaparecido en enero de 2022. El muchacho de entonces 21 años había llegado al pueblo tres meses antes a vivir con su abuela y comenzó a trabajar de velador en un taller mecánico por el rumbo del ejido Jesús María; una noche salió de su casa a trabajar, pero al día siguiente ya no regresó. Su familia tapizó las calles con su foto, pero nadie les dio razón de él. Un día, debajo de un puente, encontraron su chamarra y un pocillo de la abuela, el único rastro que quedó del muchacho en la zona.

“Hay una hora del día donde empiezas a ver carros y camionetas, eso quiere decir que ya no puedes salir porque las personas están armadas”, comenta el hermano de un joven desaparecido. “Yo quisiera que todo fuera como antes, veías a los chiquillos a las 10, 11 de la noche jugando en la calle, comiéndose unas congeladas cuando hacía calor y sentados en la banqueta. Ahora nuestros hijos más chiquitos o nuestros nietos ya no pueden estar en la calle, ni siquiera en el día”, comenta la madre de otro.  

Con más de 313 personas desaparecidas en la zona Centro del Estado, según los datos oficiales, es necesaria que se agilice la búsqueda de personas en esta región geográfica y para eso es necesaria robustecer las instituciones y crear la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas.

“La Unidad (de Personas Desaparecidas) está rebasada, no hay recursos ni materiales, económicos ni humanos, que alcancen para la búsqueda de los nuestros y necesitamos una Fiscalía Especializada”, explica Edith Pérez, de Voz y Dignidad por los Nuestros, y agrega que al pasar a ser una Fiscalía Especializada también tendrían la capacidad de concursar federalmente para obtener más recursos y, de esta forma, tener la posibilidad de contratar a más especialistas forenses.

“La ley es bien clara en lo de la atención a las víctimas y el acompañamiento que debemos de tener. Y también en el derecho del desaparecido a ser buscado, aún cuando nadie lo busque. Fíjate muy bien, el derecho del desaparecido a ser buscado, y para eso se necesita una institución que cuente con los recursos para buscarlos. Ahí viene en la ley, ¿qué más necesitan?”, cuestiona la directora de Voz y Dignidad por los Nuestros. 

La señora Lupita espera hallar a su hijo Alejandro con vida. No obstante, “yo lo quiero encontrar, cómo sea, pero ya saber en dónde está para poderle decir a mi nieto dónde está su papá. El niño lo espera todavía, se fue cuando iba a cumplir tres años y medio, ya va a cumplir seis y todavía pregunta por él”.