María Ruiz
A pesar de los múltiples beneficios comprobados de la educación sexual integral desde las primeras etapas escolares, persiste un fuerte estigma y tabú social que limita su implementación efectiva, señaló la doctora Yessica Rangel Flores, profesora investigadora de la Facultad de Enfermería y Nutrición de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
La especialista subrayó la necesidad de abordar la educación sexual desde la infancia como una herramienta preventiva clave frente a problemáticas como el abuso sexual, la violencia de género y los embarazos en adolescentes.
“Nos alarma el número de embarazos adolescentes e infantiles, pero solemos pasar por alto un dato fundamental: muchos de estos casos están vinculados con abuso y violación sexual infantil”, enfatizó la doctora Rangel.
Según explicó, la educación sexual integral no se limita a hablar de relaciones sexuales, sino que debe ser un proceso gradual que acompañe el desarrollo de niñas, niños y adolescentes con información adecuada a su edad.
Esto incluye aprender a nombrar correctamente las partes del cuerpo, distinguir entre un acto afectivo y uno abusivo, así como desarrollar la capacidad de poner límites y comunicar situaciones incómodas o peligrosas.
“Cuando hablamos de sexualidad integral no estamos hablando de coito desde el preescolar, sino de dar herramientas que les permitan protegerse y entender su cuerpo en un lenguaje que puedan asimilar”, dijo.
La investigadora también cuestionó la creencia generalizada de que hablar de estos temas en edades tempranas puede incentivar el inicio de la vida sexual. Al contrario, diversos estudios han demostrado que mientras más información reciben las y los jóvenes, mayor es su capacidad para tomar decisiones informadas y postergar el inicio de la actividad sexual.
“El problema muchas veces no está en la música o el contenido en internet, sino en que los niños están siendo abusados incluso dentro de sus propios hogares, muchas veces por familiares”, advirtió Rangel.
Respecto al papel de madres, padres y educadores, la doctora Rangel señaló la urgencia de dotarlos de herramientas adecuadas para acompañar este proceso.
Lamentó que muchos docentes aún carezcan de preparación suficiente para abordar estos temas en el aula, pues ellos también fueron formados bajo tabúes y silencios.
Afortunadamente, ya existen esfuerzos conjuntos entre organizaciones civiles y universidades para capacitar a maestros y maestras en temas como la toma de decisiones, los límites personales, la prevención de violencia de género y el desarrollo emocional.
Asimismo, recomendó a madres y padres informarse a través de recursos confiables en internet, como los disponibles en sitios de organismos internacionales como UNICEF y UNESCO, así como asistir a talleres de formación que varias asociaciones ofrecen en fechas conmemorativas, como el 8 de marzo o el 25 de noviembre.
Finalmente, subrayó la importancia de romper con los prejuicios y miedos que rodean la educación sexual infantil, especialmente en contextos familiares y escolares privilegiados, donde el acceso a la información no es un problema, pero sí lo es la disposición a hablar abiertamente.
“Muchos padres son profesionistas, incluso del área de la salud, y aún así prefieren mantener el silencio o castigar cuando sus hijos preguntan. Eso los hace más vulnerables. Es urgente cambiar el enfoque”, concluyó.