La transgresión y el poder escénico de Marilyn Manson sacuden SLP

En un concierto histórico marcado por la polémica, el Antichrist Superstar apareció en la Fenapo ante miles de seguidores, gritos, luces y el rechazo del conservadurismo.

José de Jesús Ortiz

En punto de las nueve de la noche, el reverendo Marilyn Manson salió al escenario vestido de negro, con pantalones de cuero, playera sin mangas y su maquillaje clásico con un aire mortuorio, teatral. Irrumpió entre una nube de humo, iluminado solo con un rayo de luz roja que bajaba de lo alto del escenario, en un evento que congregó a miles de fanáticos de diversas partes del país que se dieron cita para atestiguar un espectáculo que se extendió apenas por 70 minutos, precedido de la polémica por la oposición de grupos ultras, expresión del conservadurismo latente.

Por lo que representa como figura internacional fue, posiblemente, el concierto de rock más importante en la historia de San Luis Potosí. Una reivindicación para las tribus rockeras por aquel fallido concierto en que se presentaría Black Sabbath hace ya 36 años, cancelado la víspera por el gobierno municipal encabezado por Guillermo Pizzuto Zamanillo.

Un hecho siempre en la memoria colectiva de la contracultura local y nacional, aprovechado de forma oportunista por los organizadores del evento, el gobierno del estado, asociando aquel hecho con la “herencia maldita” de los gobiernos del PRIAN, de tiempos idos, y reiterado en diversas ocasiones poco antes del inicio del concierto en una breve cápsula en video proyectada a través de las pantallas gigantes.

Con su espíritu transgresor —marca distintiva desde sus orígenes—, el músico oriundo de Ohio de 56 años, el Príncipe infernal, en completa forma y madurez musical, hizo gala de gran dominio escénico en el espacio de la Feria Nacional Potosina y una potente voz con la que interpretó algunas de sus canciones más conocidas, entre ellas Irresponsible Hate Anthem, con la que abrió el concierto en medio del júbilo de los ahí presentes; a la que siguieron otras como Tourniquet, Angel with the Scabbed Wings o la clásica The beautiful people, todas de aquel disco de la década de 1990, Antichrist superstar, una obra conceptual y provocadora, una pequeña joya que lo situó en la órbita global como una deidad del metal alternativo e industrial, encarnación del mal, andrógino y disruptivo al mismo tiempo.

La noche de este domingo, con la luna llena apenas menguante, el concierto de Marilyn Manson fue una ceremonia litúrgica, con un público entregado de antemano que no dejó de ovacionarlo. “Manson, Manson, oeoeoeoe, Manson, Manson”, fue el grito que se escuchó durante la noche, entonado por decenas de miles que durante más de una hora mantuvieron en alto sus teléfonos móviles para tomar imágenes y videos, haciendo brillar las pequeñas pantallas. Los “medios como extensiones del hombre”, diría el profeta McLuhan.

Dos días antes, el viernes por la tarde, de civil, Brian Warner (el nombre del artista) aterrizó en San Luis Potosí en un vuelo procedente de California. En la imagen difundida a través de redes sociales se le observa caminando fuera del Aeropuerto Ponciano Arriaga, un recinto de dimensiones modestas, con escasa conectividad y pocos vuelos internacionales, controlado por Grupo Aeroportuario Centro-Norte (OMA) como un negocio privado. Arribó como si fuera un turista más, excéntrico, con un atuendo completamente negro, con sombrero, lentes, botas de plataforma y una cadena metálica que colgaba de su cintura. Una figura de casi 1.90 claramente contrastante con el ambiente tranquilo y rutinario del aeropuerto. En otra imagen se le ve riendo junto con Lindsay Usic, su pareja, y caminando en la zona de hangares.

La víspera del concierto, en el Puente de Universidad, en el centro de la ciudad, apareció una manta en la que “iglesias cristianas, católica, cristianas evangélicas, empresarios, comerciantes y sociedad potosina”, le pedían al gobernador Ricardo Gallardo Cardona no promover conciertos como el de Marilyn Manson, “ya que claramente su historial es de tendencia satánica, esto nos afecta en mayor violencia, en nuestra mente y por supuesto en nuestro espíritu, al traer usted este tipo de artistas que ofenden a Dios, nos está ofendiendo a nosotros también”.

Esa misma semana, otros grupos, de la misma órbita, aglutinados por la Unión Nacional de Padres de Familia entregaron más de seis mil firmas para exigir la cancelación del recital, citando riesgos a la seguridad y señalando que el espectáculo no encajaba con un espacio familiar financiado con recursos públicos. Finalmente, el mismo domingo por la mañana, los medios de comunicación locales difundieron la noticia de una cabeza de res colocada en las puertas de la Catedral, una provocación para generar zozobra que alguna notas periodísticas relacionaron con el concierto. “Dejan cabeza de vaca en Catedral de SLP en apoyo a Marilyn Manson”, registró un portal digital.

Nada nuevo, el mismo conservadurismo de hace más de treinta años cuando el gobierno municipal que presidió el empresario Guillermo Pizzuto, de talante conservador, canceló en octubre de 1989 el concierto de Black Sabbath, en el Estadio Plan de San Luis. La legendaria banda inglesa encabezada por Tonny Lommi, ya estaba hospedada en un hotel de la ciudad cuando se dio la suspensión y la posterior represión a cientos de metaleros y rockeros que demandaban la celebración del espectáculo. Una fecha que quedó grabada de forma indeleble como expresión de intolerancia y censura a una manifestación cultural como la música de rock.

Hoy, 36 años después de aquellos hechos, el concierto de este domingo fue promovido por el Gobierno del Estado, impulsado por un gobernador de conocidos y públicos gustos gruperos, propios del llamado regional mexicano, más interesado en capitalizar la atención y la taquilla.  En una entrevista con la revista Billboard, Gallardo Cardona aseguró que, desde el año pasado, se buscó tener en la feria grupos de rock de primer nivel, por lo que se contactó con el manager de Metallica y de la banda alemana Scorpions.

“Fue difícil concretarlo por sus giras, pero pudimos entablar diálogo con el manager de Marilyn Manson y pudimos hacerlo realidad”.  Este concierto fue “un tema de justicia cultural” y “defensa de la libertad de expresión”, proclamó.

Pero también, sobre todo, fue un tema de marketing, de propaganda incesante de sus acciones de gobierno, como se machaca en todos los espacios dentro de la Fenapo y desde fuera a través de la pantalla gigante de la Arena Potosí, un recinto suntuoso de color verde en la que se repiten, como en el gran hermano de la distopía orwelliana, los logros y acciones del gobierno estatal.

La larga huida del infierno

Ave de tempestades, Marilyn Manson quizá como pocos artistas de la cultura de masas encarna un espíritu transgresor que se forjó desde la adolescencia y desde antes, cuando creció en un entorno profundamente conservador y religioso.

En su autobiografía La Larga Huida del Infierno (1998), describe su infancia y adolescencia en la casa paterna, recuerdos en particular del sótano en el que su abuelo guardaba objetos sexuales, pornografía y lencería.

“Para mí el infierno era el sótano de mi abuelo. Apestaba como un baño público y estaba igual de sucio. El sótano estaba prohibido para todos, excepto mi abuelo, este era su mundo…años atrás, cuando mi abuelo aún trabajaba como camionero, tuvo un accidente. Cuando los doctores lo desvistieron en el hospital, vieron que debajo llevaba puesta ropas de mujer. Fue un escándalo familiar del que supuestamente nadie debía hablar y juramos guardar el secreto”.

Educado en la Heritage Christian School, Manson recuerda cómo una maestra advertía a los alumnos de forma apocalíptica sobre el fin de los tiempos: “Sabrán que la Bestia se ha levantado debajo del suelo porque se oirá en todas partes un gran rechinar de dientes”. Un entorno religioso que lo llenó de temores. “Estaba completamente aterrorizado ante la idea del fin del mundo y el Anticristo”, escribe. A ello sumó su fascinación por películas como El Exorcista y La Profecía, además de libros como las Centurias de Nostradamus y 1984, de George Orwell. El coctel estaba servido.

En esa época se hizo devoto de algunos grupos de rock de los que abrevó, musical y estéticamente, como Kiss, el metal de Black Sabbat, Rainbow, Led Zeppelin, Alice Cooper, Queen, entre otros. En el colegio, sus maestros buscaban descifrar supuestos mensajes ocultos, satánicos, de algunos de esos grupos.

“En la lista superior de la lista de los enemigos de mis maestros estaba Queen. Estaban especialmente en contra de We are the champions porque era un himno para los homosexuales y tocado al revés Freddie Mercury blasfemaba ‘mi dulce satán’. Sin contar el hecho de que ya nos habían enseñado que Robert Plant decía exactamente lo mismo en Stairway to heaven”.

Todo ello fue parte de su proceso formativo y sus obsesiones, reflejadas a lo largo de su trayectoria de más de tres décadas, desde que irrumpió a principios de los años 90’s, heredero de figuras como Alice Cooper,  la estética androgénica y camaleónica de David Bowie o el extinto Ozzy Osbourne, entre otros.

Una trayectoria siempre envuelta en la polémica. En noviembre de 2021, un reportaje de la revista Rolling Stone reveló el grave historial de abuso y violencia sexual de Manson con diversas víctimas que lo describieron como un depredador sexual. Meses antes, algunas de sus exparejas (al menos cinco de ellas) denunciaron también haber sido víctimas de abuso sexual, físico y psicológico durante años. Acusaciones que negó, calificando los señalamientos como “horribles distorsiones de la realidad”. Ese fue el artista que como un torbellino se presentó este domingo en la Fenapo.

Antichrist Superstar en SLP

La mañana de este domingo, cientos, quizá miles de metaleros y rockeros de diversas generaciones y distintas partes del país hicieron fila en los accesos polvorientos de la Fenapo desde las primeras horas para tener los mejores lugares y presenciar de cerca el espectáculo del reverendo. Desde días antes y la madrugada, comenzaron a llegar para guardar su lugar, pese al sol inclemente del domingo de casi 30 grados que parecía derretir el maquillaje de muchos. 

En algunos de los amplios estacionamientos de la feria, se observaban decenas de autobuses y vagonetas de viaje en que se trasladaron fanáticos de múltiples estados del país, que llegaron desde las primeras horas del día.

Ya en la noche, el evento fue una fiesta, un jolgorio que reunió a seguidores de diversas generaciones, quizá más jóvenes que viejos, mujeres y adolescentes, la mayoría de negro, muchos vestidos y maquillados como Manson. Un evento de nivel internacional sin regateo alguno por la calidad del artista y la producción escénica, parte de la gira One Assassination Under God Tour, que comenzó el 7 de agosto e incluyó múltiples ciudades de Europa y Estados Unidos, y —además de San Luis—, solo una fecha para América Latina, el próximo siete de diciembre en la Ciudad de México.

Poco después de las 10 de la noche, el concierto llegó a su fin, el reverendo solo regresó una vez para interpretar una canción más, Man that you fear, con la que se despidió el público.

—San Luis Potosí, thank you! —, expresó el artista casi al final del concierto. Es grandioso estar aquí, apostilló en inglés.

Un evento que, pese a la polémica que lo rodeó, quedará en la historia del rock en San Luis Potosí, posiblemente como el concierto más relevante hasta hoy. Antes, la capital había recibido presentaciones que alimentaron la memoria musical y colectiva: en 2008, los Doors llegaron con una alineación recompuesta, aún con Ray Manzarek y Robby Krieger; en 2014, fue el turno de Creedence Clearwater Revisited, también con una formación distinta; o en enero de 2024, cuando Till Lindemann, vocalista de Rammstein, cantó en suelo potosino, aunque como solista. Todos ellos —y otros que podrían sumarse de grupos de habla hispana—, fueron momentos estelares, aunque quizá ninguno con el peso mediático, la controversia y la expectativa que generó Marilyn Manson.

Minutos después de concluir el concierto, eufórico, el gobernador Gallardo Cardona difundió en sus redes sociales una imagen del evento (antes había publicado un video donde aparece con Marilyn Manson), festejando la gran convocatoria: “205 mil gracias San Luis Potosí, así se vivió este espectacular día”. Una cifra excesiva, para un espacio que difícilmente supera los 100 mil asistentes, incluso mucho menos.

No solo eso, también, dio a conocer un video en el que se le ve saludando al músico estadounidense a quien entrega algunos objetos de cortesía. Este lunes, los medios impresos de la capital potosina aparecieron con una inserción pagada a página completa, en la que el Gobierno del Estado apuntaló: “Noche histórica Manson arrasa en la Fenapo”, fue el titular, acompañado con imágenes del príncipe infernal y una panorámica aérea que registró el lleno inmenso.

Al final, pese a su rebeldía y espíritu trasgresor, la figura de Manson es, desde hace años, un producto musical absorbido por las industrias culturales que mercantilizan expresiones contraculturales como la que él representó en sus orígenes para hacerlas un producto vendible (como sucedió con el movimiento punk o el hipismo, entre otros), digerible para el mercado, capaz de generar fascinación y rechazo al mismo tiempo. Una imagen utilizada, al fin, como propaganda por los promotores de la feria, la mejor fiesta del verano, que en el mismo lugar recibió este lunes a Belinda.