La cantaleta autoritaria del Cuarto Informe

Abelardo Medellín

Cuando en este espacio advertimos hace una semana que el cuarto “informe de resultados” de Ricardo Gallardo Cardona, podía derivar en algo opaco e impreciso, no imaginamos que la realidad sería aún peor. El de Gallardo, no fue informe de resultados de gobierno, fue una exhibición obscena e insultante del talante autoritario que el caudillo de palacio ya no puede esconder.

Con un video de 20 minutos y un discurso de la mitad de ese tiempo, Gallardo Cardona consideró colmado el ejercicio de dar a conocer las acciones de su gobierno y, al mismo tiempo, invisibilizar las decenas de pendientes que arrastra su administración; pendientes que, con el año electoral a la vuelta de la esquina, se convertirán muy seguramente en el bote pateado de su ociosa gestión.

Tan breve y simple fue la presentación de sus acciones (porque resultados presumidos fueron muy pocos), que el jefe del ejecutivo se tomó la libertad de introducir en su discurso principal de este lunes una frase que, más allá de molestarnos por su jactancia, debería preocuparnos por sus implicaciones:

“Sabemos perfectamente que no tenemos una oposición política, no existe, la inconformidad social hacia las viejas estructuras y los resultados que ahora le damos a la ciudadanía la disolvieron, a lo que sí nos enfrentamos todas y todos, es a una casta intolerante que un siglo después, sigue creyendo que solo ellos tienen privilegios y que soñar y tener, son sueños exclusivos de un apellido”.

En primer lugar, tratándose de un “informe de resultados”, hay que decirlo: no hay nada más anti democrático que ver la erradicación de las oposiciones como un logro.

Las oposiciones son organizaciones políticas (partidos, prensa, movimientos sociales, sociedad civil organizada) que resisten, auscultan y denuncian los entramados de abusos en los que, tarde o temprano, incurren los gobiernos que imponen sus intereses particulares de forma arbitraria.

Con esto en mente, el gobierno no puede decidir cuando hay o no oposición. ¿Por qué?, para empezar, porque no habría nada más cómodo para un autoritario que la ausencia de resistencia sus abusos, pero mientras esas resistencias estén presentes; pero eso no está en su control, ni modo, puede ir a gritar su intolerante discurso a las cuatro regiones y aún así estaría mintiendo.

El gobernador, cegado por su trayectoria política consistente en comprarse partidos para conseguir un nuevo cargo, cree que las oposiciones solo son efectivas cuando vienen de un instituto partidista; pero no, la oposición es una organización que promueve un amparo para evitar que se realicen obras sin consulta; son los ejidatarios que defienden su territorio de intereses extractivistas apoyados por el gobierno; la oposición vive en cada una de las madres de familia y alumnos que protestaron y evitaron que el gobierno convirtiera una primaria en la Universidad Rosario Castellanos; es la prensa que investiga los dichos oficiales para que los ciudadanos no vivan bajo el engaño de los insípidos boletines de Comunicación Social.

Las oposiciones no son en automático un contra peso del poder, pero son las organizaciones que maquinan y vigilan la aplicación de estos mecanismos, por ello vale preguntar, ¿cuán “sin límites” quiere el gobernador que sean los abusos de su administración, que pretende eliminar a la oposición para que deje de haber obstáculos a sus intereses?

Probablemente las oposiciones partidistas de hoy no son las que merecemos los potosinos, dan pena las más fortalecidas (Morena), se hincan a la primera oportunidad (PRI), no aprovechan su divergencia al oficialismo (PAN) o simplemente carecen de bases ciudadanas (MC), pero no por esos vicios podemos llegar al extremo de pensar que son innecesarias o que debe ser una meta del Estado erradicarlas.

No caigamos en la otra mentira autoritaria; cuando algo puede mejorar no lo eliminas (como hicieron a nivel federal con el sistema judicial y los organismos autónomos), la complejidad de gobernar un Estado requiere el compromiso de intervenir, evaluar y modificar estos aspectos de la democracia paulatinamente, no la simplona solución de erradicarlos por un designio “popular” y luego fundar una versión más cómoda de ellos.

Por otro lado, ¿a qué viejas estructuras se refiere el jefe del ejecutivo potosino?, ¿las estructuras que controlaban al votante condicionando apoyos sociales?, ¿los políticos que inflaban eventos con las masas amaestradas de simpatizantes?, ¿las estructuras que ejercían el gasto de forma opaca?, ¿que se movían en vehículos de lujo y eran adulados por su fingido carisma?, pero si todo eso lo seguimos padeciendo. Antes la estructura era tricolor, ahora solo es verde.

Gallardo Cardona tiene como objetivo que todos los potosinos piensen como sus alabadores. La meta inmediata del gobernador, es que la población le deba pleitesía, aplausos, que agradezcamos entre lagrimas el apoyo social que mandó (por alguna razón) la Senadora Ruth. Que nadie piense distinto, que nadie se queje de los atropellos y omisiones de su gestión, que nadie denuncie las evidentes y escandalosas irregularidades de su gasto.

El gobernador nos quiere tan Verdes como sus huestes y tan serviles como sus funcionarios.

No. No hay legitimidad para un gobierno que no resiste el escrutinio de la urna y una critica de sus opositores. No hay ciudadanía que aguante la soberbia de una administración intolerante a la disidencia e inflexible a las propuestas. Al gobernador nadie la está pidiendo permiso para que los potosinos tengamos oposiciones, por diseño político y democrático, las necesitamos y más que eso ¡existen, están ahí!

Y en el fondo, esto es lo que realmente molesta al mandatario; pensar que tanto derroche, tanta coacción al interior de sus estructuras, tantas rabietas en reuniones privadas con sus cercanos y aún así hay diputados morenistas, aún así hay alcaldes panistas, aún con todo ello hay regidores de todos los partidos, muy a su pesar aún hay ciudadanos que no aprueban su gestión… qué tan necesitado está el gobernador de una aceptación uniforme, que el último punto a presumir en su Cuarto Informe fue un ilusorio porcentaje de popularidad publicado en un medio nacional a su favor.

Las oposiciones no son algo que el gobierno dé o quite, ni tampoco es algo deseable de perder, porque uno nunca sabe cuando las va a necesitar y para que el sistema funcione es mejor que estén ahí. El conformismo y la obediencia no son triunfos de la política, son el fracaso de la ciudadanía ante el autoritarismo más cruel.

Finalmente, y solo por atender todo el lamentable comentario: Gobernador, no se confunda, el único que siendo hijo de político llenó la nómina pública con el apellido fue usted. Así que antes de señalar a un “linaje maldito”, recuerde que el buen criticón, por su casta empieza.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.