María Ruiz
La escasez de recursos económicos y la ausencia de un espacio permanente han obligado al Refugio Orquídea, Casa de Asistencia Social para personas LGBTTTIQ+, a cerrar sus puertas el próximo 28 de noviembre de 2025. Así lo anunció su fundador Francisco Olvera Herrera en un comunicado dirigido a medios y ciudadanía, donde expresó que, tras casi cuatro años de operación, el proyecto ya no puede sostenerse de manera digna.
Desde su apertura el 2 de febrero de 2022, el Refugio Orquídea funcionó como un hogar seguro para personas de la comunidad LGBTIQ+ en situación de calle, pobreza o abandono.
Más que un albergue, fue un espacio de reconstrucción emocional y comunitaria, donde se ofrecía comida, techo y acompañamiento a quienes enfrentaban exclusión y violencia estructural.
Sin embargo, el proyecto nunca contó con un inmueble propio ni con financiamiento estable. La operación diaria dependía de donaciones, voluntariado y redes de solidaridad que, aunque generosas, no lograron cubrir las necesidades básicas de largo plazo.
“La falta de un espacio permanente y la escasez de recursos económicos nos impiden continuar con nuestra labor diaria y de manera digna que nuestra comunidad merece”, señala el comunicado.
Durante estos años, el comedor del refugio se convirtió en un punto de encuentro vital, donde se compartieron alimentos, afectos y redes de apoyo. El cierre, aunque doloroso, no significa el fin de la lucha.
Olvera Herrera agradeció a quienes hicieron posible el proyecto —voluntarios, donantes, organizaciones aliadas— y pidió apoyo para sostener los dos meses restantes, tiempo en el que se buscará acompañar a los usuarios actuales en la transición hacia la autonomía.
El caso del Refugio Orquídea revela una deuda estructural del Estado y la sociedad con las personas LGBTIQ+ en situación de vulnerabilidad. En un contexto donde la violencia, el abandono y la discriminación persisten, la desaparición de espacios como este representa no sólo una pérdida material, sino también simbólica: la de un lugar donde el amor y la solidaridad lograron construir comunidad en medio de la precariedad.
“Ha sido una etapa, no el final de la lucha”, concluye el comunicado.