Octavio César Mendoza
En cada catástrofe natural se puede observar cómo se gobierna y de qué está hecha una sociedad. El control de los daños es un factor secundario si se cuenta, primero, con una buena prevención. También es posible apreciar si la infraestructura resiste o colapsa. Enfrentar una inundación, una epidemia, un sismo, una sequía con incendios, una hambruna o un accidente químico, es enfrentar a la verdad del ser humano. Por eso, a la par de los desastres anteriores, sólo algo puede ser igual o peor de terrible: la guerra.
Visto desde dicha óptica, es de caballeros reconocer que en San Luis Potosí contamos con instituciones que saben responder de manera eficiente ante la adversidad, como quedó demostrado en los días pasados donde la lluvia cayó de manera más que abundante en buena parte de México. Incluso por la amenaza que representa tener grandes presas muy cerca de nuestras fronteras, nuestro querido Potosí supo navegar y alcanzar la otra orilla, gracias a la pronta reacción del Poder Ejecutivo como eje articulador de las acciones del Protección Civil, Ejército, Cruz Roja, ayuntamientos y voluntarios. El reconocimiento de la presidenta a nuestro gobernador es un acto de aprobación de la gestión de la crisis por parte de este último.
Siendo, a la vez, el gobernador más atacado por sus críticos y el más apreciado por sus gobernados, “el pollo” salió ganando no sólo por la pronta atención, sino por el saldo blanco, a comparación de lo ocurrido en Veracruz o Hidalgo. La gente lo siente, y los adversarios lo resienten: aquí se gobierna con orden, disciplina y visión de futuro. La gente recibió la ayuda y el salvamento que, por desgracia, los agoreros del desastre no querían que llegara. En su iracunda inquina, los malquerientes de la gallardía se lanzaron con todo a insultar, denostar y apostar por el fracaso; pero el buen trabajo condujo hacia el éxito al gober y su equipo táctico: desde el secretario general de gobierno, hasta el director de protección civil, pasando por todo el gabinete involucrado, el apoyo demostrado fue inmediato, más que oportuno, y humano, no político. La gente de la Huasteca se sintió protegida porque como bien se dijo: en San Luis Potosí nadie está solo.
A eso es a lo que debemos apostar de aquí en adelante: a la unidad, al trabajo colectivo, a la conformación de una sociedad donde el ejercicio del poder y sus beneficios no es un privilegio para algunos y un azote para otros. Quiérase o no, los buenos gobiernos ahora deben ser, además, gobiernos humanos para seguir ganando elecciones. Y quienes atacan desde su clasismo, envidia o complejo de superioridad, deben aprender esta lección de humildad para pensar y preguntarse qué es lo que quiere la gente, en lugar de obsesionarse con lo que desean para sí mismos.
Sí la ruta hacia el 2027 ya era compleja para la oposición, con estas acciones de ayuda y reconstrucción inmediatas, la alternancia se ve casi imposible. Añádase a ello que las alianzas se comienzan a pactar tras bambalinas, que la realidad bien estudiada y mejor atendida refleja una tendencia hasta hoy irreversible, y que puede ser una mujer quien encabece el Poder Ejecutivo en nuestro terruño por primera vez.
En efecto, todo puede cambiar; pero se tiene que dar una verdadera catástrofe que rebase a quienes hoy mandan para que el pueblo deje de sentir el respeto y el agradecimiento que se expresa hacia el gobernador en la mayor parte de los municipios de la entidad potosina. Y eso, hasta hoy, no ha sucedido, simplemente porque no se vale lucrar con el dolor de quienes han perdido todo, menos la vida ni la esperanza en su futuro. Estos se sienten protegidos por su gobierno. Y a aquellos que luchan por conseguir con denuestos o críticas exacerbadas lo que no pueden lograr con propuestas, humildad y trabajo de campo, más les vale dedicarse a otra cosa por salud mental.
A ser felices, por ejemplo, porque la gente sonríe y mira más allá de la tragedia cuando sabe que no está sola. Recordemos que el poder se gana o se pierde como el amor: cuando se trata bien o mal a las personas.
Ahora dilo sin llorar.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.