Mirar para contarlo: la sensibilidad y el compromiso fotográfico de Jesús Quintanar

Es un fotoperiodista con más de 30 años de trayectoria, obtuvo el Primer Lugar en la categoría de Vida Cotidiana en la 4a. Bienal de Fotoperiodismo Mexicano. En sus inicios, trabajó en SLP en el diario El Ciudadano.

José de Jesús Ortiz

Con su lente ha documentado en las últimas décadas múltiples movimientos sociales, los pueblos originarios, la vida cotidiana en México y la violencia que sacude al país. Su trayectoria como fotoperiodista de largo recorrido refleja también, de algún modo, una preocupación ética y estética, pero sobre todo una mirada crítica y comprometida con la realidad social. Dice que el fotógrafo es, finalmente, un producto del tiempo que le ha tocado vivir y es a partir de ello que, en su caso, ha definido los temas que le interesa registrar.

También, afirma que en un contexto en el que predomina la inmediatez en el trabajo periodístico, el principal reto que enfrentan los fotoperiodistas es encontrar las maneras de volver a tener una narrativa que los ancle en la realidad en relación con los lectores.

Muy joven, Jesús Quintanar Salas fue fotógrafo del periódico El Ciudadano Potosino que a mediados de la década de 1990 dirigió en San Luis un personaje irrepetible como fue José Alba. Tres décadas después de aquella experiencia, sus imágenes han sido expuestas y publicadas dentro y fuera del país, además de haber obtenido múltiples reconocimientos.

Su amplio currículum consigna su participación en al menos quince exposiciones colectivas e individuales en varios estados de la República, así como en diversos países, entre ellos España, Francia, Belice y Düsseldorf, Alemania. Su trabajo ha aparecido en publicaciones como Ojarasca, La Jornada, Proceso, Milenio Diario, Artes de México, Revista Voces (Rio Cuarto, Argentina) De Financieel Economische (Bélgica) y The Lower East Side Review (Nueva York, E. U.), entre otras.

En 2001 obtuvo el Primer Lugar en la categoría de Vida Cotidiana en la 4a. Bienal de Fotoperiodismo Mexicano; en 2003 obtuvo el Primer lugar en el XXII Concurso en la categoría de Blanco y Negro de Fotografía Antropológica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia; y en 2013 publicó el libro Mirar para Contarlo, editado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

Actual fotógrafo del periódico Milenio, una mañana en la Ciudad de México, se da tiempo para hablar de su trabajo y de los desafíos que observa ante el futuro que acecha el trabajo periodístico y del fotorreportero en particular.

Astrolabio: ¿Cómo te iniciaste en el trabajo de fotorreportero, de dónde surgió tu interés por la fotografía?

JQS: Yo recuerdo que cuando estaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), me iba a hacer las tareas y a leer libros en el Fondo de Cultura Económica (FCE), pero no tenía dinero para comprarlos, así es que leía  un capítulo hoy y otro capítulo después, al otro día. Entre un lapso y otro veía la colección de Río de Luz, editada por Pablo Ortiz Monasterio para el FCE y ahí me enamoré de la foto. Ahí conocí a gente como Pedro Meyer, Héctor García, o Lázaro Blanco, que después fue mi maestro.

A:  Dices que Lázaro Blanco es un fotógrafo muy determinante en tu concepción de la imagen fotográfica.

JQS: Sí, cuando vi su libro en la colección de Ortiz Monasterio, su libro se llama Luces y tiempos, me impresionó mucho. Años después tomé una clase de fotografía en La Casa del Lago, de la UNAM, yo no sabía que él era el maestro, para mí el maestro era otra persona. De repente, descubro que mi héroe de fotografía era mi maestro, ¡no me lo esperaba!, ya lo admiraba como fotógrafo y ahora pues más. Tener una relación personal con tu héroe siempre es inolvidable.

A: ¿A nivel personal, hay algún tema que te interese en particular como fotoperiodista?

JQS: Fíjate que siempre he pensado que el fotógrafo es un producto del tiempo que le ha tocado vivir. Entonces, siempre he intentado mantenerme fotográficamente cercano, por así decirlo, de temas como los pueblos originarios, la violencia que se desató a partir del gobierno de Felipe Calderón, la lucha de los mexicanos por la justicia, el empoderamiento femenino. Temas que eventualmente vas trabajando paralelamente a las asignaciones cotidianas de la información diaria.

A: Una de tus primeras experiencias a nivel profesional fue en el periódico El Ciudadano Potosino, que dirigió José Alba. ¿Cómo te incorporas a aquel proyecto independiente y qué significó para ti?

Jesús Quintanar, Ciudad de México, 2025.

JQS: Al periódico El Ciudadano me invitó Jerónimo Arteaga, nos conocíamos de la Ciudad de México y coincidíamos como fotógrafos en diversas coberturas periodísticas. Me habló del proyecto que aún no iniciaba y me invitó a trabajar ahí en San Luis. Para mí fue un esfuerzo muy valioso, muy enriquecedor e innovador, del que me siento muy honrado de haber participado. Creo que fue muy duro el proyecto de planeación y publicación del periódico, aunque fue muy afortunada la experiencia porque el planteamiento principal del departamento de fotografía fue pensar la imagen en lo colectivo, porque nos rolábamos una semana entre los tres fotógrafos que integrábamos ese departamento (Jerónimo Arteaga, Héctor Hernández y yo) para editar el trabajo de los demás en la mesa de edición. Fue un ejercicio para mí muy afortunado, pues generalmente en las jefaturas de fotografía en los periódicos es de ‘tú te quedas a editar lo de los demás y ya’, como que el mejor fotógrafo se queda solo a editar, pero si es el mejor fotógrafo déjalo como fotógrafo, ¿para qué lo haces oficinista?, déjalo que ande en la calle tomando fotografías.

Eso era lo que tenía El Ciudadano, que estabas una semana editando, pero otras dos semanas estabas en la calle tomando fotos. De esa manera se generaba una dinámica de complementar el trabajo fotográfico no solo en la calle, sino también en la edición. Creo que era un trabajo muy completo, muy circular y  democrático. Sigo pensando lo mismo que pensaba en aquel entonces: no puede haber mejor reconocimiento al trabajo de un fotógrafo que darle la oportunidad de seguir siendo fotógrafo y ese fue el gran logro, desde mi perspectiva, del trabajo de fotografía en el periódico El Ciudadano Potosino.

A: En El Ciudadano fue también muy importante Pepe Alba al frente del periódico por su concepción de la imagen.

JQS:  Sí, él era una persona muy cercana a las artes, particularmente a las artes visuales, como editor,  y siempre fue un apoyo muy significativo para que se pudiera proponer la narrativa de los fotógrafos en sus páginas.

A: ¿Fue muy receptivo siempre?

JQS: Sí, muy sensible porque nosotros veníamos de una tradición fotográfica que de alguna manera rechazaba la postura de algunos medios impresos de hacer una nota y pones la carita del político, haces otra nota y otra carita, al final son puras pinches caritas, ¿para qué las quieres si ya sabes cómo son? Le propusimos, mejor, dar cuenta del acontecer cotidiano de la sociedad potosina en los espacios públicos, con fotografía de vida cotidiana que nos ayude a comprender cuál era la realidad de la ciudad, de la vida de los potosinos. Siempre nos apoyó y no solo él, sino incluso también había grandes editores, yo recuerdo que le ponían a las imágenes pies de foto geniales, sarcásticos, humorísticos, con crítica social. Esos pies de foto y la presencia que se le daba en el diseño en un espacio central a la fotografía, creo que consolidaba mucho lo que planteábamos, que era darle una fuerza de hecho a la imagen.

Ejidatario de La Garita frente a la depredación inmobiliaria, 1995.

A: ¿Cómo recuerdas que fue recibido el trabajo de ustedes como fotógrafos cuando llegan a San Luis, era una forma de trabajar la imagen fotográfica en prensa que no se había dado en los medios de comunicación locales?

JQS:  Lo que recuerdo es que muchos de los compañeros de otros medios no nos veían como con buenos ojos, pero porque éramos chilangos (risas), no por otra cosa. Pero creo que en el trato con los compañeros reporteros siempre fue muy bien visto porque era otra manera de ver las cosas, de relacionarte con la gente, como iguales, porque íbamos a contar las historias de gentes, de personas anónimas y pues tú también eres de alguna manera un anónimo, no tienes que ponerte en una posición superior, ni nada. Creo que la igualdad en el piso, en la cancha, era muy importante para consolidar esa narrativa, de que también somos ciudadanos.

A: Como fotógrafo has estado en muchas coberturas periodísticas a lo largo del país, estuviste en Oaxaca cuando se da la revuelta popular con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, ¿qué recuerdos tienes de aquella cobertura?

JQS: Sí, llego a Oaxaca justo después del asesinato de Brad Will, un periodista independiente de Estados Unidos. Lo que recuerdo fue lo que se conoce como la batalla de Cinco Señores. Como fotógrafo es probable que en ocasiones te encuentres en una situación de conflicto social en donde quedas en medio para contar la historia. Viviendo en la Ciudad de México me había fogueado un poco con algunos de los enfrentamientos del movimiento urbano popular con la policía, antes de la entrada de Cuauhtémoc Cárdenas al gobierno de la ciudad. Después, mi bautizo de fuego fueron los primeros enfrentamientos de los ejidatarios de San Salvador Atenco contra la Policía Federal Preventiva en 2006, fue muy brutal. Meses después, en el movimiento de la APPO hubo muchos enfrentamientos, el más intenso de todos fue cuando la Policía Federal intentó silenciar la radio de la Universidad que estaba tomada por la APPO y se mantenía como un foco de llamamiento a la resistencia muy importante. El operativo comenzó desde la madrugada cuando elementos de las Fuerzas Especiales intentaron detener a algunos de los defensores de la barricada de Cinco Señores. En realidad, no funcionó y la situación escaló hasta convertirse en una batalla monumental. Alrededor del campus de la Universidad había cientos de federales intentando avanzar mientras eran repelidos por los estudiantes, las tanquetas eran atacadas con piedras, bombas molotov, cohetones con puntas de clavos. Varias de ellas terminaron destruidas y sus tripulantes fueron tomados prisioneros…En algún momento hubo hasta tres helicópteros de la Federal lanzando granadas de gas lacrimógeno, una tras otra, mientras volaban en círculo a unos 100 metros de altura, los estudiantes les respondían echándoles de esos cohetones de pueblo que suben y estallan en el aire. Era realmente alucinante. Varios compañeros resultaron heridos ese día, hasta que la Policía Federal optó por retirarse y los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, junto con  los de la APPO, celebraron como una victoria esa larguísima jornada.

A: ¿En  las coberturas que has realizado en estos más de 30 años has sentido alguna vez que tu integridad está en riesgo?

JQS: Sí, muchas veces.

A: ¿Algún caso que recuerdes en particular?

JQS:  Muchas veces, como en Tierra Caliente, Michoacán, en el contexto de las llamadas autodefensas. Ahí era meterte a dar un salto al vacío y decidir ¿vamos o no vamos? Pues a eso venimos y vamos. Teníamos como algún protocolo de seguridad, de avisar a alguien de confianza, por ejemplo, en Facebook, eran mensajes totalmente ridículos: te tomabas una foto y ponías ‘estamos en este lugar, aquí comiendo enchiladas’, más tarde en otro lugar ‘aquí faroleando’ o ‘aquí de fiesta’.  En realidad, ibas dejando una huella de vida, para cuando se dejara de mandar esos mensajes esa persona de confianza diría ‘aquí algo pasó porque ya dejaron de publicar este tipo de cosas’. Hasta que nos dimos cuenta que no funcionaba, porque en muchas partes de Michoacán no hay señal de internet, sobre todo en la sierra. Entonces se empezaron a levantar muchas alertas que no eran correctas, pero era por falta de internet, no funcionó y tienes que renunciar a ir señalando los puntos de vida.  

Un helicóptero de la USNavy intenta disuadir a un migrante de atravesar el muro fronterizo en Tijuana.

A: Has estado también en el norte del país en coberturas periodísticas, ¿tuviste alguna experiencia similar?

JQS: Sí, en Nuevo Laredo una vez que acompañábamos a unos migrantes mexicanos, fue en el primer mandato de Trump, los habían deportado y muchos nos contaban, ‘¿qué voy a hacer aquí en México?, me hubieran mandado a Marte, aquí no conozco a nadie, no sé ni dónde estoy’. De alguna manera tratas de acompañarlos, la misión de esa cobertura era que cuando los deportaran debíamos acompañarlos a su casa, a dónde fueran, les decíamos ‘oye, ¿qué te parece si te acompañamos a tu casa y te vamos dando toda la cobertura hasta que llegues a tu casa’, pero pues nadie quería, estaban en shock (luego de haber sido deportados), no se concebían a sí mismos en México,  toda su vida habían estado en Estados Unidos y de repente los regresan y decían ‘no, pues ¿qué hacemos?’, no tenían familiares aquí, no conocían a nadie, había personas decididas a llegar y matar a alguien,  para que los metieran en la cárcel porque en México no se imaginaban.

Entonces acompañamos a unos migrantes que iban de Nuevo Laredo a Monterrey y de ahí a Tijuana donde iban a intentar cruzarse otra vez a Estados Unidos. Llegamos a la central de autobuses de Nuevo Laredo, fuimos a hacer una entrevista, estábamos abajo de autobús, ellos ya se habían subido. No notamos que alguien más se subió al camión y les dijo: ‘a ver hijos de su pinche madre, quiero  que se bajen de este camión ahorita, si no se bajan ahorita, los vamos a bajar al rato, no se preocupen’. Nosotros no nos dimos cuenta, estábamos abajo, ya cuando subimos, estaban todos pálidos, petrificados, ¿pues ahora qué pasó?, les dijimos. ‘No, pues es que subieron unos  de la maña, nos amenazaron que nos iban a levantar, que si no nos bajábamos ahorita nos iban a bajar al rato’. Yo en ese momento me acordé de una nota que había leído hacía poco tiempo de que unas personas iban en una carretera en Guerrero y se toparon con un retén militar y querían que se bajaran y les dijeron que ¿por qué se iban a bajar?, ‘ah, no se preocupen, si no se bajan ahorita los bajamos al rato’. Y al rato, efectivamente, los bajaron y los mataron a todos. Me acordé de esa nota, pero ya íbamos saliendo en el autobús hacia Monterrey. Tú sabes que de Monterrey a Nuevo Laredo es una tierra de nadie, no hay nada, muy peligroso, es como una hora, ahí desaparece mucha gente. Asumimos que por ir con ellos también nos iban a levantar a nosotros. ¿Y pues qué hacemos? No, pues hay que hacer ruido, que sepan que va a ser un pinche desmadre si nos pasa algo. Le empezamos a hablar a nuestros jefes, al director de Milenio, a decir que nos van a levantar, que llamen a la Marina, a la Policía, al Ejército. Nos mandaron a custodios de la Federal hasta Monterrey, para que no pasara nada. Nos interceptaron en algún momento de la carretera hasta llegar a Monterrey, no pasó nada.

A: ¿Sientes que el nivel de violencia en particular contra la prensa en México ha crecido en estos años?

Mujeres mazahuas de San Antonio Pueblo Nuevo, Estado de México, esperan la llegada de sus familiares de la Ciudad de México para iniciar la peregrinación al santo patrono del pueblo.

JQS: Siempre ha habido, en mayor o menor medida, condiciones adversas para la libertad de expresión y de prensa. Sin embargo, en el periodo de la alternancia democrática, exacerbado por la mal llamada “guerra contra el narcotráfico”, esta violencia recrudeció en cientos de muertes violentas de compañeros reporteros y fotógrafos. Violencia que en la actualidad se mantiene, tanto como la impunidad que envuelve casi la totalidad de esos crímenes.

A: Hace algunas décadas en La Jornada en particular se le daba un espacio privilegiado a la imagen fotográfica, antes lo hizo también Unomásuno y después de La Jornada va a haber otros proyectos periodísticos, como Reforma y también el periódico Milenio donde la imagen ocupa un lugar esencial. ¿Crees que la fotografía periodística sigue siendo importante para los medios de comunicación tradicionales y portales digitales?

JQS: Creo que lo que pasa es que los medios que surgen con la ruptura del Excélsior, de Julio Scherer, recordarás que se forma un grupo que crea nuevos medios y entonces a partir de que sale Unomásuno y posteriormente La Jornada, con Manuel Becerra Acosta y Carlos Payán, es que se trata de gente que funge como aliados de la fotografía y de los fotógrafos, que entienden la importancia del lenguaje fotográfico acompañando a los textos periodísticos. Pero a la vez, son medios gestionados por los mismos periodistas, no son los medios tradicionales manejados por empresarios: es gente sensible del mismo periodismo que se dedican a hacer lo suyo, haciendo sus empresas. Es en estos medios donde la fotografía tiene un espacio muy privilegiado de interlocución, tanto con la dirección del periódico como con el equipo editorial y acompañan a la sociedad en movimientos sociales, una parte muy importante es dar cuenta de la misma sociedad, cómo vive su propia vida, su vida en las calles, apropiándose de los espacios públicos. Una crónica social que nosotros conocemos como el género de la vida cotidiana.

En todos estos periódicos se hace mucho eco de este tipo de fotografía en donde de alguna manera el fotógrafo no solo da cuenta de lo informativo, sino también de sus preocupaciones como autor. De este tiempo hasta ahora se puede ver que La Jornada ya no es lo que era, Unomásuno ya desapareció. El ímpetu de las empresas creadas por los periodistas tuvo una época muy privilegiada, pero pues ahorita ese eco creo que ya se ha apagado. Ahora al frente de los medios son grupos más interesados en las ganancias que en el periodismo.

A:  ¿Crees que ahí se ha perdido?

JQS: Se ha perdido en cuanto a la narrativa de generar una reflexión a través de la fotografía. El papel que ahorita cumple la fotografía en los medios mexicanos, yo creo que es muy de registro, cuando no de propaganda total.

A: ¿Incluido Proceso, por ejemplo?

JQS:  Creo que Proceso con Julio Scherer en lo fotográfico nunca fue muy afortunado, no sé si te acuerdas de las portadas que eran textos, eran las cabezas informativas. A Scherer nunca se le dio mucho la fotografía, es hasta que entra Marco Antonio Cruz como editor donde de alguna manera no solo en la revista se nota que hay una preocupación por la foto, incluso empiezan a retomar la edición como de suplementos o especiales fotográficos.

Francisco Barrios, El mastuerzo, frente al espejo. Ciudad de México, 2022.

A: Qué piensasde la precarización que se da en la prensa, pareciera haber una dinámica ahora en la que se pide a los reporteros y fotógrafos producir la nota y las imágenes bajo diferentes formatos, ¿cómo has vivido esto?

JQS: El contexto general de la prensa no es nada afortunado, sabemos que los mexicanos nunca han sido unos grandes lectores, los periódicos nunca han vivido necesariamente de las ventas, sino que digamos que tienen una relación muy incómoda con el poder a través de la publicidad. Eso en estos tiempos creo que se ha exacerbado, porque de repente ha llegado la revolución de los medios digitales en donde ya no solo no se leen periódicos, sino tampoco leen noticias, todo es a través de redes sociales. Los medios no se han sabido adaptar a los nuevos lenguajes.

Hablando de fotografía hay tal inundación exacerbada de imágenes que tú en un solo día puedes ver miles y miles y miles y miles de fotos que tienen ningún sentido. No hay algo que te permita ser intermediario entre tú como autor fotográfico con tu público, porque ese puente ya se rompió. Creo que la principal disyuntiva ahorita de los fotógrafos es encontrar las maneras de volver a tener una narrativa que nos ancle en la realidad en relación a nuestros lectores.

Lago Titicaca, Puno, Perú, 2006.

A: A ello se suma también que todo mundo trae teléfonos y puede tomar imágenes, además de las inteligencias artificiales que pueden diseñar imágenes o redactar textos. ¿Ves el escenario de que el trabajo del fotógrafo de prensa pueda ser prescindible en algún momento?

JQS: Creo que todas las personas que estamos aquí tomamos fotos con nuestros celulares, todos, pero la diferencia entre un fotógrafo y una persona que toma fotos es el bagaje cultural que tú tienes, las exposiciones a las que has ido, la experiencia que tienes que es lo que te permite saber de pintura, de escultura, que estás bien informado, que compartes opiniones con tus compañeros. La formación que tienes es la diferencia con otra persona que solo hace clic en su teléfono, sin ningún sentido. Como fotógrafo construyes una narrativa a través de todo eso. Si se preservan los medios que antepongan esos principios o ese trabajo riguroso de la prensa, pienso que no va a haber ningún peligro.

A: ¿Cómo ha cambiado finalmente el fotoperiodismo en México en estos 30 años o más desde que tú comenzaste a trabajar a principios de los 90? ¿Es solamente la parte digital, el principal cambio o qué transformaciones observa?

JQS: Pienso que se han perdido mucho, digamos, algunos de los entendidos básicos del periodismo. Uno fundamental: confirma tu información antes de difundirla. De repente ya ves que los medios han entrado en una dinámica muy absurda de ver quien publica primero la nota y luego han matado a personas que ni siquiera están muertas, pero lo importante era ser el primero, todo por la inmediatez ¿por qué? no lo sé, pero es absurdo y eso incluso ha llegado a la fotografía: ya no importa que tú como un medio tengas a tu compañero fotógrafo en el evento, sino el primero que manda la foto, aunque sea si la toman de TikTok o de Twitter o de Facebook, no les importa, lo que interesa es tener la foto primero, cosa que es muy lamentable.

A: ¿Esa inmediatez sería la principal transformación que observas en el fotoperiodismo mexicano?

JQS: No la inmediatez como tal, pero sí la llegada de la comunicación digital, creo que ha modificado los códigos y no hemos sabido generar las condiciones para que el fotoperiodismo también sea una fotografía de autor, ya no es reconocible quién hace qué. Ves tantas fotografías que ya parecen a granel, ya no importa quién la hizo, sino que es lo mismo, como una maquila que no te deja nada posterior de lo cual aprender. Sin embargo y a pesar de este paisaje, creo que vale la pena confiar en las nuevas generaciones de fotógrafas, fotógrafos y de que, con imaginación puedan encontrar nuevas narrativas que seguramente nos sorprenderán.

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