El peleonero hablando de agravios

Abelardo Medellín Pérez

El 26 de abril de 2023, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona publicó en su perfil de Facebook una galería de imágenes donde el actor Ramón Valdez aparece caracterizado como distintos personajes del cine; a esa publicación la acompañó del mensaje:

“Ahijad@s ya nos alcanzo la Inteligencia Artificial, aquí una pequeña demostración de Don Ramón , tendremos que legislar este tema antes que destruya al ser humano”.

Hoy, a más de dos años y medio, parece que esa peligrosa herramienta que entonces temía el gobernador nos alcanzó, y en específico lo ha alcanzado a él, y en una coyuntura donde el uso de esta tecnología parece haber “lesionado” su imagen, así como cuando hablaba de Don Ramón, el gobernador sigue propagando discursos simples contra problemas complejos.

Luego de que esta semana se difundieran dos videos en los que aparecen presuntos integrantes de grupos delictivos lanzando mensajes en contra de funcionarios estatales y donde incluso afirman tener relaciones comerciales con ellos, el gobernador potosino aclaró públicamente que ya se interpuso una denuncia por dichos videos. Afirmó que ya tienen identificados a los responsables de distribuirlos y sentó una postura amarga en contra del uso de la inteligencia artificial para realizar estos video difamatorios.

El señalamiento del gobernador es válido, nada podría ser peor para su mala fama que un capítulo más en su leyenda negra, y aunque el desmentido siempre será necesario en casos así de graves, quedan varios cabos sueltos que el gobernador, ni con todo el coraje del mundo, logra amarrar.

Gallardo Cardona condena y califica de “ruin” el uso de discursos difamatorios para lesionar su imagen, pero parece ignorar que la instrumentalización del insulto ha sido la muletilla recurrente de sus propias entrevistas, discursos públicos y políticas informativas.

No hay un problema público en el que el gobernador no meta, con calzador, a sus rivales imaginarios y fantasmas fantasiosos. Si un proyecto de su gobierno falla, la población no recibe una explicación de parte del gobierno, recibe una perorata iracunda de Gallardo despotricando contra exgobernadores, exsecretarios, exalcaldes, exdiputados. Nada de escrutinio para los funcionarios del hoy, todo el resentimiento para los culpables del ayer.

Al gobernador se le fue el sexenio gritando frente al retrovisor.

¿Qué pensaba el gobernador que iba a cosechar si lo único que siembra es odio y animadversión? ¿Cómo puede imaginar un escenario distinto al de una decena de frentes que se abren contra su proyecto rumbo al 27’ y todos ellos han decidido pelear una batalla con las mismas armas que él utiliza?

El gobernador podrá decir que él (en lo personal) no usa el desprestigio y la denostación en redes para mal informar a la gente, él no, pero sus propagandistas sí. Si alguien raspa con un mal comentario la imagen sagrada del ejecutivo Verde, al día siguiente aparece una “columna” para intentar lavarle la cara. Si un periodista se atreve a hablar mal de la gestión estatal, horas después las páginas operadas por sus trabajadores inician un ataque contra dicho periodista. Si una institución exige respeto o lo que le corresponde por ley, el gobernador estalla contra ella o manda al IFSE en su agresiva representación. Si una página anónima (como las que dirigen sus colaboradores) dice algo negativo del gobierno estatal, las decenas de páginas anónimas que sus huestes dirigen, inician una simplona guerra de dimes contra diretes.

Gallardo Cardona no conoce la política del diálogo, la concertacesión o la admisión de errores; pero el problema no es la necedad hecha Gobierno, es que a su obstinación normalmente le sigue el ya predecible agravio contra quien sea que, sin deberla, termina por pagarla.

En el tablero político de lo público, es común que el actor con mayor influencia y poder sea quien determine cuál será la norma para el resto de los actores y esto es una consecuencia tanto de lógica, como de diseño del sistema. Si el mandatario de mayor rango se vuelve un influencer y eso da resultados positivos a su proyecto, el resto de los actores que busquen rivalizar con él intentarán algo parecido (a menos lo harían si quisieran competir); si el mandatario decide que su principal instrumento para atacar a la oposición serán las redes sociales y la injuria, es probable que eso mismo utilicen sus adversarios, tanto para defenderse, como para medir el tamaño de la pedrada que ocupan para tirar al de arriba.

No, Gallardo no inventó los agravios, ni es el primer político que los usa contra los de enfrente, pero sin duda es un referente perfecto de una política informativa que gira en torno a la denuncia y la lógica punitiva. Para el jefe del ejecutivo, todo se arregla con un culpable, una afrenta y un castigo que rara vez llega, no importa si el problema real que afectaba a la población se atendió o no.

Si el gobernador en verdad se preocupa por la gravedad de este tipo de campañas de desprestigio, debería comenzar por desmantelar el ejercito de páginas anónimas que se dirigen desde palacio; si el gobernador quisiera gobernar en un Estado de respeto entre actores políticos, debería abandonar por completo la retórica ya gastada de pelearse con alguien nuevo cada semana; el gobernador podría aprovechar su cercanía con diputados federales y senadores para impulsar esa regulación contra la IA que pasó de ser una preocupación nerviosa hace dos años, a una denuncia ante la FGE hoy.

Pese a tanta bilis tirada y tantos boletines difundidos, la realidad es que el gobernador no asumirá el reto complejo de combatir estos focos de desinformación y campañas negras. No lo hará, por eso se limitó a meter una denuncia y presumir que conoce a los culpables, porque no piensa combatir un problema, solo busca quitarse la mancha de encima.

Gallardo Cardona no combatirá la infodemia, no regulará el uso de imágenes alteradas y no abandonará su talante confrontativo por una simple razón: está tan limitado como político, que confía más en el personaje de pendenciero como fuente de legitimidad.

Ya veremos si dicha estrategia lleva votantes a las urnas o solo más campañas negras a su puerta.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.