Por Edgardo Pérez Alvelais
Más allá de que se le haya atravesado nuevamente el tablero -ahora de la lucha por la gubernatura del 2027-, y sea otra vez un movimiento de piezas de la gran partida del ajedrez político que se está jugando el poder, lo acontecido en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) es la crónica de una desgracia anunciada que al propio Gabriel García Márquez le hubiese dado material para otro libro del gran maestro del periodismo y realismo mágico.
La violación agravada y tumultuaria contra una estudiante el pasado viernes 17, en las mismas entrañas de la Facultad de Derecho, que debería ser un templo del respeto a la ley y el orden porque en sus aulas se enseña la jurisprudencia que rige a nuestra sociedad con la obligación de dar ejemplo de decencia, respeto y defensa a las mujeres y sus derechos humanos, solo fue la gota que derramó el vaso de la incompetencia e irresponsabilidad de un indolente rector Alejandro Zermeño, cuya táctica de imponer el silencio, decir que se fue a la CDMX y no dar la cara en primera instancia, agravó la crisis en nuestra Alma Mater que llora las incompetencias e injusticias que la han manchado por quienes deberían defenderla.
Y sostengo que esto no solo es la crónica de una desgracia anunciada, sino la crónica de una herida mayor por el silencio institucional que encendió aún más, y con justa razón, la indignación de la comunidad universitaria que estalló como una olla de presión en protestas y estranguló la movilidad de la ciudad con bloqueos de calles.
El muro de pancartas puestas por los estudiantes en las rejas de la Facultad de Medicina es fiel testigo de ello porque recuerdan cuando el mismo Dr. Zermeño, que era el director de dicha institución, otrora orgullo internacional académico de la máxima casa de estudios potosina, fue también la caja de resonancia de otra tragedia ocurrida el domingo 6 de marzo de 2016.
Los periódicos locales y nacionales de la época como El Universal consignaron que “una estudiante de la Facultad de Medicina de la UASLP, originaria del estado de Guanajuato, fue asesinada presuntamente por otro alumno de la misma institución que la pretendía y que se puso celoso al ver que platicaba con otro de sus compañeros. Ambos están detenidos.
La joven fue privada de la vida la madrugada del domingo en un departamento ubicado en el fraccionamiento Lomas Primera Sección, localizada al poniente de la ciudad, a donde habría acudido horas antes a una fiesta con dos compañeros. La Policía Ministerial del Estado confirmó que los dos pasantes de Medicina de la UASLP relacionados con los hechos fueron detenidos como probables responsables del feminicidio de la joven identificada con el nombre de Samantha Jocelyn, de 21 años de edad.
El director de la Policía Ministerial del Estado (PME), José Guadalupe Castillo Celestino, informó que los detenidos son Gamaliel ‘N’., quien presuntamente pretendía a la víctima, y Eleazar de Jesús. El titular de la PME señaló que en su declaración sobre los hechos Gamaliel declaró que ‘él ve que hay una atracción entre Eleazar y Jocelyn, eso lo pone celoso, la jala afuera del departamento y comienza una discusión porque él le dice que él la ha pretendido desde siempre, ella lo rechaza, él la toma de los hombros, ella se impulsa hacia la parte de atrás, hay una barda de un metro (que da a un pozo de luz), no fue suficiente para detener el impulso de esta señorita, que él asegura que trata de sostener o de contener la caída; y sin embargo, se precipita’.
‘Todo inició con una fiesta de estudiantes residentes de esa Facultad, que se llevó a cabo en la calle Centella de la colonia Garita de Jalisco, donde asistieron varias personas y a la que acudió la hoy occisa, misma que después, en compañía de Paulina, Josué y José Luis, fueron a su casa de Río Nazas, cerca del lugar donde ocurrieron los hechos’, explicó.
Posteriormente Samantha Jocelyn decidió ir a otra reunión que se realizaba en un departamento con otros de sus amigos: Eleazar de Jesús, Gamaliel, Armando y Miguel Irving, donde convivieron, bebieron y escucharon música como hasta las 02: 30 horas, retirándose del lugar los dos últimos.
Castillo Celestino dijo que de acuerdo a las indagatorias se estaría fincando la responsabilidad directa de Gamaliel por lo sucedido y de Eleazar por encubrimiento. El médico legista determinó que la causa de muerte de la joven fue traumatismo craneoencefálico con hemorragia; otras de las lesiones que presentaba fueron en hombros, cadera y brazos, producto de la propia caída y porque el cuerpo fue golpeándose entre las paredes.
El Procurador General de Justicia en el Estado, Federico Garza Herrera -hoy secretario general de la UASLP-, dijo que este caso se comenzó a investigar como feminicidio, pero el Juez de la Causa determinará si existiera otra clasificación. Los detenidos quedaron a disposición del Agente del Ministerio Público para que sea esa instancia quien determine su situación jurídica”, acaba la cita.
Las cartulinas de la Facultad de Medicina recuerdan esta tragedia y agravan la ocurrida en la Facultad de Derecho porque vuelven a poner en la memoria del absurdo el errático actuar de Zermeño que apuesta por el silencio antes de afrontar los hechos y crear las condiciones en la UASLP para que no se vuelvan a repetir hechos delictivos. Estudiantes y Maestros de la época recuerdan que fueron citados en el auditorio de la Facultad de Medicina para pedirles que se calmaran y no dijeran nada. Algo similar ocurrió en el auditorio de la Facultad de Derecho cuando todo tronó el pasado lunes 20 por el diario Reforma y le reclamaron a Germán Pedroza su tibio actuar, esconder la situación debajo de la alfombra y la “falta de huevos” para atender el caso.
Otro agravante para Zermeño. Un catedrático de la Facultad de Derecho, quien también es funcionario en el municipio de la Capital, le dijo al rector, textual, hace dos años, y también a Pedroza, en una reunión con personal docente de la institución: “Aquí un día va a pasar una desgracia si no refuerzan los sistemas de seguridad y de vigilancia de la Escuela. Un día se nos va a meter alguien, borracho, drogado y desde adentro, va agarrar una pistola porque un maestro lo reprobó, o van a cobrarle a un pelado que se dedica a vender droga, la cuota, o un alumno recién cortado, herido del corazón, va a venir a apuñalar a una alumna; tantas y tantas cosas que vemos y no somos ajenos; y el rector se enojó, me ninguneó, como siempre, pensó que era por chingar, fue y le chismeó a mis jefes y ‘aplácate, ya no le digas nada, ya se quejó, el rector dijo que nada más te la pasas criticándolo’. A las dos semanas es cuando revientan el locker lleno de marihuana en la Facultad de Contaduría. Y ahora pasó esto. ¡Qué lástima que tengas que decirles ´¡ya ven se los dije!’, pero son cosas que algunos Maestros ya le habíamos dicho al rector y al director, pero ‘uta lo no les digas nada porque se ofenden’. ¡Que tristeza, tormentoso y lamentable lo que está pasando!, pero no se dejan ayudar; creen que uno lo hace por joder, pero yo se los dije al rector y al director hace dos años: ‘Un día va a pasar una desgracia´¿Qué sigue ahora? Ya fue una violación, ¿qué sigue?, ¿un muerto?”, expresó indignado.
Aquí no hay casualidad, hay destino y responsabilidades por omisiones. El silencio encendió más la indignación. Durante dos días, ninguna autoridad universitaria ofreció información ni acompañamiento público a la víctima.
Ese silenciamiento fue el detonante de una ola de indignación que rápidamente rebasó los muros académicos. Cuando el entonces director Germán Pedroza Gaitán, ex presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, finalmente habló, ya era demasiado tarde. Videos de estudiantes reclamándole “falta de huevos” y negligencia se hicieron virales. Los pasillos donde antes se discutía Derecho se llenaron de consignas, pancartas y gritos de exigencia de justicia.
La universidad reaccionó tarde, pero la presión social fue implacable. El caso se volvió un punto de quiebre en la historia reciente de la UASLP: La comunidad estudiantil acusaba no solo un crimen, sino una estructura institucional incapaz de proteger ni responder.
Las movilizaciones comenzaron en la propia Facultad de Derecho y se extendieron a otras facultades y escuelas. Durante las protestas en el Edificio Central se reportaron actos vandálicos, quema de papeles, daños en oficinas y sustracción de objetos.
Aunque la mayoría de los manifestantes eran alumnos legítimos, la rectoría denunció la presencia de personas infiltradas, ajenas a la comunidad universitaria, que habrían buscado desvirtuar el movimiento. La estrategia oficial fue clara: Tratar de contener el descontrol sin asumir plena responsabilidad y echarle la culpa de los propios errores a Palacio Grande con aviesas intenciones de un “titiritero” a favor de la causa de Rosa Icela Rodríguez que según Fabián Espinosa se llama Juan Ramiro Robledo. Hay tiro.
La narrativa del rector Alejandro Zermeño Guerra intentó dividir entre “manifestantes legítimos” y “provocadores externos”, mientras el mandatario potosino y la Fiscalía General del Estado (FGE) informaban la detención de un estudiante identificado como Santiago “N”, presunto responsable del ataque y que faltan otros dos chacales por atrapar. Pero el daño ya estaba hecho. La UASLP había perdido su autoridad moral frente a su propia comunidad defendiendo la no remoción de Zermeño “pero es nuestro propio pendejo”, justificaron.

Simultáneas
El derrumbe del director. Acorralado por la indignación pública y por la falta de respaldo interno, Germán Pedroza presentó su renuncia irrevocable. El rector Zermeño la aceptó sin demora y, además, destituyó a varios funcionarios cercanos al Consejo Técnico Consultivo, entre ellos su secretario, acusado de obstaculizar la convocatoria para nombrar a un nuevo director. La crisis administrativa sumió a la Facultad en un limbo. Fue necesaria la intervención de la catedrática Georgina González Cázares, a quien la Rectoría encomendó funciones técnicas temporales para poder reactivar el procedimiento del artículo 85 del Estatuto Orgánico y designar a un director suplente.
Las grietas del poder universitario. Detrás del caos académico se movían las fichas políticas. La abogada general Urenda Queletzú Navarro Sánchez, una de las funcionarias más influyentes de la UASLP y con aspiraciones abiertas a la Rectoría, desde antes vio debilitada su posición. Su candidato, Vladimir Ibáñez, fue derrotado en marzo por Javier Delgado Sam, quien ganó en marzo pasado con 81 votos a favor 23 en contra la elección de Consejero Maestro. La derrota fue más que numérica: Fue un golpe simbólico al bloque de Navarro, que había tejido su red de influencia especialmente en Derecho. Desde entonces, la pugna entre los grupos de Zermeño y Queletzú contra la resistencia se volvió evidente. El escándalo por la violación y la caída de Pedroza sirvieron al rector para reconfigurar su círculo de lealtades y desplazar a figuras que podían complicar su sucesión interna. El nombramiento de Delgado Sam es un muro de contención. Se trata de un jurista con más de treinta años de trayectoria docente, posgrado en Derecho por la Universidad de Sevilla y actual consejero de la Judicatura. Su perfil sobrio, ajeno a los escándalos y respetado entre generaciones de estudiantes, ofrecía lo que la Facultad más necesitaba: calma. El nombramiento aún debe ser validado por el rector Zermeño, pero fue bien recibido como un intento de reconstrucción moral. Delgado Sam asumirá la conducción hasta que se convoque al proceso de elección del director interino que concluirá el periodo 2024–2028. Fuentes internas confirman que su llegada representa una especie de “pacto de paz”: Zermeño se asegura un académico institucional con la condición de que no se agite la política interna, mientras el alumnado percibe un cambio real en el tono y rumbo de la dirección.
El reto de reconstruir la confianza. La herida, sin embargo, no ha cerrado. Colectivos estudiantiles y feministas continúan exigiendo transparencia en el proceso judicial y sanciones ejemplares contra los responsables, no solo del crimen, sino de la negligencia universitaria. El tema de fondo sigue vivo: ¿Cómo garantizar que un campus vuelva a ser un espacio seguro después de una violación ocurrida dentro de sus propias aulas? La Facultad de Derecho se enfrenta ahora a un doble desafío: Reparar el daño moral y recuperar la credibilidad. La UASLP intenta enviar la señal de que aprendió la lección, pero el tiempo dirá si el cambio es profundo o meramente administrativo. El caso que comenzó como un crimen atroz se transformó en una radiografía del poder universitario. Mostró que debajo de la solemnidad de las togas también hay luchas, omisiones, silencios y la lucha por el poder del 2027. Hoy, con Javier Delgado Sam al frente, la Facultad de Derecho busca recomponerse, pero la sombra del caso sigue ahí, recordándole a la UASLP que ningún prestigio académico vale más que la dignidad de sus estudiantes.
¡Hasta el próximo lunes!

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UASLP. Comenzó como reportero en Canal 13 y para la revista Jaque. Dirigió Canal 9 de SLP y conoció de cerca el modelo de Radio Canadá en Montreal. Ocupó cargos de producción audiovisual, monitoreo, síntesis y análisis en Comunicación Social de Gobierno del Estado y del Ayuntamiento de la capital. Fue ejecutivo de Proyectos Técnicos y Especiales del Centro Nacional de Supercómputo del IPICYT y en la iniciativa privada participó en Seguros ING y AXA. Actualmente se desempeña en el sector inmobiliario y es director de Ajedrez Político SLP. Twitter: @AlvelaisPerez.






