María Ruiz
La organización Nuestro Centro hizo un llamado a las autoridades municipales y estatales para liberar la Plaza de Armas, ocupada desde el pasado 7 de noviembre por algunos negocios ambulantes de pueblos originarios, que exigen a la la Unidad de Atención a los Pueblos Originarios del Ayuntamiento de San Luis Potosí ejerza de manera clara los recursos públicos.
Ante esto, Mónica Heredia Sainz, señaló que el corazón del Centro Histórico enfrenta una de sus etapas más complicadas justo en el previo a la época de mayor afluencia turística y comercial, como es la temporada decembrina.
Heredia Sainz explicó que la zona no solo funciona como punto de reunión, sino como un componente clave de la identidad de la ciudad.
“La Plaza de Armas es la primera impresión que recibe cualquier visitante que llega a la capital; es nuestro rostro público. Si se presenta desordenada o saturada, la percepción se resiente y eso impacta directamente al comercio formal”, señaló.
La dirigente enfatizó que la problemática no es nueva, pero sí cada vez más prolongada.
“Hemos tenido ocupaciones similares en años anteriores, pero ahora se están extendiendo sin una estrategia clara. No es posible que un espacio tan simbólico funcione bajo la lógica de la improvisación”, afirmó.
Heredia Sainz insistió en que la coordinación institucional es indispensable, pues considera que la falta de respuestas concretas de ambos niveles de gobierno ha permitido que la situación se acumule.
“La plaza no puede quedarse en manos de la incertidumbre. Necesitamos reglas visibles, autoridad presente y soluciones que no se pateen hacia adelante”, dijo.
También advirtió que el escenario actual podría comprometer el comportamiento económico de diciembre.
“El Centro Histórico vive en buena parte del movimiento que generan las fiestas. Si los accesos están saturados o la zona se percibe caótica, la gente simplemente evita venir. Y eso se traduce en pérdidas que no se recuperan después”, subrayó.
Finalmente, la presidenta de Nuestro Centro reiteró que no buscan confrontación con los grupos instalados, sino el restablecimiento del orden urbano.
“El derecho a la protesta es legítimo, pero el espacio público tiene que ser compartido sin poner en riesgo a quienes dependen de él para trabajar. La ciudad necesita equilibrio. Y liberar la Plaza de Armas es el primer paso”.





