Iraís Valenciano
“Esta ciudad no está hecha para peatones”, escuché decir a una persona hace un par de semanas, después de acelerar el paso para evitar un atropellamiento por parte de un automovilista que no mostró interés alguno por ceder el paso a quienes pretendían cruzar en la esquina de Uresti y Carranza.
Es verdad que los conductores gozan de la posibilidad de la “vuelta continua” en ese cruce, aun cuando el semáforo esté en rojo, pero no perderían ni 40 segundos si dejaran que quienes transitan a pie del Centro Histórico hacia el poniente, caminen sin mayor riesgo.
Algo (o mucho) hay de cierto en que la capital potosina dejó de ser apta para transitarla con tranquilidad, pero culpar únicamente a las autoridades sería una salida muy fácil. ¿Qué tan consciente está la ciudadanía de la importancia de la educación vial?
El propio Ayuntamiento capitalino, en el Plan Municipal de Desarrollo 2024-2027 reconoce que una de las principales problemáticas es la movilidad, y según los cálculos del Instituto Municipal de Planeación, 386 mil 559 personas se trasladan a sus lugares de trabajo todos los días; de ellas, el 60.90 % usa vehículo particular, mientras que el 23.66 % utiliza transporte público; 11.72 % se desplaza caminando y solo 6.7 % recurre a la bicicleta.
Además, detalla que en la actualidad se cuenta con 14 vías ciclistas que suman una extensión de 40.4 kilómetros. Aparte, existen 63 rutas de transporte público y 10 de movilidad incluyente.
En los foros de consulta que realizó en noviembre 2024, la alcaldía recabó las propuestas ciudadanas que se enfocaron en más opciones de movilidad, mejora en la infraestructura vial, instalación de semáforos sonoros, más aceras con rampas para personas con discapacidad… y mayor educación vial.
Todos los días, las y los estudiantes que acuden a una universidad privada que se ubica en la avenida Salvador Nava a la altura de la calle Nicolás Fernando Torre, deben esperar con cara de súplica que los automovilistas que circulan por los carriles laterales les cedan el paso. Sí hay un puente peatonal, pero solo abarca los carriles centrales, y no solo esos se congestionan. No son pocos los conductores que les echan el carro encima y que priorizan sus trayectos sin considerar a los demás.
Es verdad que el tráfico en San Luis Potosí no es tan denso como en Monterrey o la Ciudad de México, pero el crecimiento poblacional y el incremento en el número de vehículos han repercutido en los tiempos de traslado, en las cifras de accidentes y en los niveles de contaminación.
Lo que antes rara vez ocurría, ahora es una constante: basta con que sean las tres de la tarde, para que el tránsito desde Lomas hasta el distribuidor Juárez se vuelva más lento, y si ocurre un accidente “laminero”, un trayecto que por lo regular se hace en 13 minutos, en el mejor de los casos requiere media hora.
Y para entender mejor cómo ha crecido el flujo vehicular en el estado, basta con revisar las cifras del Inegi: en 1995, San Luis Potosí contaba con 219,734 vehículos de motor, de los cuales:
122,730 eran automóviles
929 camiones para pasajeros
90,163 camiones y camionetas para carga
5,912 motocicletas
En 2024 se contabilizó un millón 600 mil 369 unidades motoras, de las cuales:
827,630 eran automóviles
4,862 camiones para pasajeros
453,817 camiones y camionetas para carga
314,060 motocicletas
Lo anterior significa que después de 29 años, hay siete veces más vehículos de motor en San Luis Potosí, y casi la mitad se encuentra en la capital del estado.
El mayor incremento, sin duda fue en el número de motocicletas, pues la cifra creció 53 veces, de 1995 a 2024.
Y ya que se menciona este tipo de transporte: ¿Cuántos motociclistas acostumbran zigzaguear en Salvador Nava y colarse entre los automovilistas? ¿Quiénes suelen usar cascos de media cara que poco les servirían en caso de accidente? ¿Cuántas personas viajan con todo y su familia a bordo de un vehículo de ese tipo?
Son raras las semanas del año en las que no se registra un accidente con al menos un motociclista involucrado, y así como aumentaron las unidades de este tipo, sería conveniente que también se incrementaran los cursos de vialidad, las revisiones de documentación y la verificación de placas. Porque sí, también muchos delitos son cometidos por maleantes que huyen a bordo de motocicletas.
Según el Inegi, en 2024 hubo 4 mil 836 accidentes en la capital potosina y Soledad de Graciano Sánchez, en los que participaron 5 mil 896 automóviles, 886 camiones de pasajeros, 888 camionetas, 942 motocicletas y 69 bicis. Si todo quedara en daños materiales, otra cosa sería, pero 72 personas fallecieron en esos accidentes. 72 familias perdieron a sus seres queridos en situaciones inesperadas, y muchos de esos casos, seguramente, porque alguien no respetó los límites de velocidad o las reglas para circular de manera segura.
De esas personas fallecidas, 15 eran peatones y 3 fueron ciclistas. Sin duda, en desventaja ante un vehículo de mayores dimensiones.
Y respecto a personas heridas en accidentes, el Inegi contabilizó 571 en la capital y Soledad. De ellas, 91 son peatones y 31, ciclistas.
Pero los accidentes no ocurren solo por culpa de automovilistas o quienes conducen motocicletas. También hay responsabilidad compartida con transeúntes y ciclistas. No por circular a bordo de una bicicleta dejan de existir los sentidos de las calles, ni el respeto a los semáforos en rojo. Y para quienes se mueven a pie, el respeto a los cruces peatonales debería ser obligatorio.
A San Luis Potosí le urge mejor infraestructura y un servicio de transporte público de calidad, con horarios que se respeten y sanciones para los cafres. Pero mientras eso ocurre, la tarea es de todas y todos. En ciudades como Praga, los peatones pueden ser castigados con una multa de hasta 80 euros si cruzan por un paso peatonal cuando el semáforo está en rojo, haya o no vehículos a la vista.
Y para los automovilistas, las multas por pasarse un alto pueden ir desde las 100 hasta las mil libras en Londres, mientras que en Italia oscilan entre los 167 y 665 euros, además de que en varios países europeos, en caso de reincidencia, se corre el riesgo de perder el permiso de conducir o terminar en una comparecencia judicial.
“Si no le gustan los topes, modere su velocidad”, dicen algunos letreros ubicados en ciertas zonas de la ciudad. Si las y los potosinos no queremos multas exorbitantes, urge adquirir educación vial.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y maestra en Diseño Multimedia por la Universidad del Valle de México. Ha ejercido el periodismo desde 2004 en medios de comunicación impresos y digitales. A partir del 2017 se incorporó a la plantilla docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.






