Iraís Valenciano
“Es tiempo de mujeres”, ha dicho la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en incontables ocasiones. En San Luis Potosí, esa frase se ha utilizado en los últimos meses casi como una especie de “mantra”, aunque no siempre, con las mejores intenciones.
A los diputados locales le urgía sacar la reforma electoral que en el segundo transitorio establece que solo mujeres podrán contender por la gubernatura en San Luis Potosí en 2027. El mismo día que el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana aprobó la iniciativa, ésta fue entregada al Congreso del Estado y seis días después, ya las comisiones legislativas habían dado el visto bueno a la propuesta.
El domingo 14 de diciembre, no faltó ningún diputado a la sesión ordinaria programada para las nueve de la mañana. El dictamen sobre la reforma electoral estaba agendado como el punto 4, pero sin mediar aviso alguno, fue el primero en someterse a votación.
No hubo un solo posicionamiento a favor o en contra. De inmediato se abrió el acceso al sistema electrónico de votación y comenzaron a caer los sufragios. Cuauhtli Moreno fue el último en decidir el sentido de su voto y no faltaron los mal pensados que atribuyeron esa tardanza a un posible cambio de última hora. Al final, se sumó a sus compañeros de la bancada morenista y manifestó su rechazo a la propuesta.
Se necesitaban 18 votos a favor y llegaron 19. Garantizar la paridad de género fue uno de los argumentos más socorridos para justificar el respaldo al dictamen. El diario español El País lo nombró como lo que muchas personas piensan: un “traje a la medida”.
En 2024, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera mujer en ocupar la Presidencia de la República, tras derrotar en las elecciones a Xóchitl Gálvez y a Jorge Álvarez Máynez. Dos mujeres y un hombre contendieron por el mismo cargo, en un proceso para el que no se impusieron exclusividades en materia de género.
Que existe una deuda histórica con las mujeres, cada vez más personas lo saben. Han sido necesarias reformas estructurales para avanzar en el camino hacia la igualdad sustantiva, esa que garantiza un acceso real y efectivo a las mismas oportunidades y trato para todas las personas.
No se trata solo de modificar leyes o simular avances, también deben eliminarse barreras históricas y culturales para construir una sociedad igualitaria. Existen incontables mujeres con sobradas capacidades para ocupar diferentes cargos de representación. Muchas han logrado abrirse camino por sí solas, porque las circunstancias y los espacios se los han permitido. Otras, en cambio, se han topado con obstáculos no solo por su género, también por cuestiones generacionales o porque las han frenado quienes temen perder privilegios y en algunos casos, hasta por su procedencia.
En medio de la lucha que las mujeres han librado por décadas para abrir brecha, han existido quienes se las han ingeniado para mantenerse por encima de ellas. De sobra conocidos, los casos de las “Juanitas” que ganaban espacios para después hacerse a un lado y ser reemplazadas por algún hombre.
También son muy sonados los acomodos que partidos realizan a su conveniencia: sí, mitad de espacios para hombres y mitad para mujeres, pero a ellas las mandan de candidatas a contiendas que de antemano saben perdidas, o que no pesan en el escenario político.
Y cómo olvidar a los hombres que en los comicios pasados se registraron como mujeres para obtener candidaturas en San Luis Potosí, o a quienes impulsan a mujeres con la pretensión de manipularlas “desde la sombra”.
Ya ayer la presidenta explicó la diferencia entre paridad e imposición, que son dos términos muy distintos. Una cosa es que se promuevan contiendas en que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades y otra, que se obligue a inscribir candidaturas de un solo género.
Esos extremos de “exclusividad” con disfraz de paridad son los que hacen mucho daño a la lucha de las mujeres. Y más, si se imponen para beneficiar a una sola persona que llegaría al poder con el impulso de un político en turno y sin contender en igualdad de circunstancias.
Si a una mujer con experiencia, capacidad y trayectoria se le abren las puertas, será capaz de avanzar y demostrar por qué es la mejor opción y no necesitará un “traje a la medida”, porque entonces sí se corre el riesgo de que los zapatos queden muy grandes.
¿Es tiempo de mujeres? Sí, de mujeres capaces, responsables, autosuficientes, preparadas y libres, que no necesitan recurrir al nepotismo ni a los procesos amañados, amoldados o “truculentos” para demostrar su valor.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y maestra en Diseño Multimedia por la Universidad del Valle de México. Ha ejercido el periodismo desde 2004 en medios de comunicación impresos y digitales. A partir del 2017 se incorporó a la plantilla docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.






