Ciudad de México (16 de diciembre de 2015).- Con poco más de un año y medio de vida, “Chata” pasea sus 65 kilogramos de peso por las calles de la Roma, el barrio hipster de Ciudad de México.
“Chata” es una cerda vietnamita que a la novia de su propietario, Ángel Arredondo,le vendieron haciéndola creer que se trataba de un “mini-cerditos”.
Los mini pigs han ganado popularidad en los últimos años en México lo que propició la aparición de compañías que los comercializan.
Y con el negocio también surgieron quienes buscan aprovecharse y engañar a los compradores.
Los “mini-cerditos” pueden llegar a venderse en unos 25.000 pesos(unos US$1.500), cuando uno tradicional se adquiere por entre 500 y 1.000 pesos.
“A mi novia le dijeron que iba a crecer como máximo 30 centímetros”, cuenta Ángel.
Ahora “Chata”, sensación en internet con 5.000 seguidores en Instagram (@Lachatapig), mide 1,15 metros y, aunque al principio pensó en devolver lo que fue una sorpresa de cumpleaños, se encariñó rápidamente.
A Ángel lo paran en la calle para sacarse fotos con su mascota y asegura que nunca se cruzó con otros cerdos o mini pigs.
“Me da risa cuando hablan de moda. ¿Dónde? Nunca me he encontrado con un cerdo en la calle, no creo que sea una moda, en parte porque crecen y la gente dice: ‘No no, yo no quiero esto'”.
Movido por estas experiencias, decidió crear una especie de grupo de apoyo en WhatsApp para quienes comprar una mascota de este tipo y tienen dudas o interrogantes.
En el “Cochiblub”, que cuenta con una treintena de miembros, “todo lo que haga oink es bienvenido”, explica.
“Muchos me han contactado para encontrarle casa a cerdos abandonados, hay muchos que no te venden un mini pig, te venden un vietnamita hay historias de terror”, explica.
“No son personas normales”.
Moda o no, se estima que se venden cientos de “mini-cerditos” al año en todo el país.
Sólo una de las compañías que los comercializa, Mini Puerquitos —fundada hace tres años—, coloca en promedio unos 60 al mes.
Su propietario, Carlos León, asegura que el auge de estas mascotas en parte se debe a que la gente “ya no quiere tener lo mismo que el de al lado”.
“Los clientes definitivamente no son personales normales, ¿ubicas a un hipster? Es algo parecido, casi todos; es un producto para el wannabe“, dice León quien afirma los clientes más fuertes son las mamás.
“Entendimos que existía la necesidad de una mascota diferente, más apropiada para algunas personas, en particular, las que tienen alergia a pelo de perro o gato”, explica Daniel Muñoz, gerente de marketing de otra empresa dedica a la venta de estas mascotas, Mini Pigs DF, surgida a comienzos de año.
Su compañía vende en promedio seis al mes de estos cerdos, que al igual que los de mayor tamaño, son hipoalergénicos.
Características.
Los mini pigs tienen un peso que va de los 10 a 20 kilogramos, miden entre 30 y 35 centímetros y su esperanza de vida oscila entre los 10 y 15 años aunque bien cuidados pueden alcanzar los 20 años de vida.
Al no transpirar son muy sensibles al frío y al calor por lo que en el invierno deben estar abrigados y evitar corrientes de aire mientras que en verano se los debe rociar con agua, explica la veterinaria Xhantal Bobadilla.
Se recomienda bañarlos una vez a la semana y que sigan una dieta natural en base a frutas y verduras.
Mercado “complicado”.
“Hay mucha desinformación y muchas mentiras que se manejan en el medio, mucha gente vendiendo mini pigs y luego son cerdos normales”, asegura León.
“Es un mercado complicado, hay competencia desleal”, agrega.
Uno de los problemas se origina en que de pequeños la diferencia de altura entre un mini pig y un cerdo tradicional es de apenas 10 centímetros.
El propietario de Mini Puerquitos asegura que, aunque legal, la certificación no es posible porque la raza no está reconocida en el país.
“Estamos muy conscientes de la problemática, conocemos que es una inquietud general el problema son malas prácticas en las ventas, personas con pocos escrúpulos que venden algo que no es”, dice Muñoz.
“No existe algo como el pedigrí en los perros, esto está empezando todavía”, agrega.
Allí suelen mostrar a los padres del animal para que el cliente vea que se trata de un “mini-cerdito” y ofrecen, a quien lo solicite, “una garantía por escrito de que no se trata de un cerdo de producción normal”.
Se los considera un animal doméstico y su tenencia es libre por lo que no requiere de una autorización especial de las autoridades, explican desde Mini Pigs DF.
Ángel, el propietario de Chata, cuenta que hace unas semanas lo pararon dos policías en la calle para pedirle que muestre su permiso para tener un cerdo, y al decirles que no se precisaba uno, lo dejaron seguir paseando a su mascota.
Luis Gutiérrez es uno de cientos de personas que adquirieron un “mini-cerdito” este año.
Vive junto a su esposa en Playa del Carmen, en el Caribe mexicano, y hace ocho meses viajó en su auto hasta la capital para volverse con “Chilaquil”.
Al principio temió que le vendieran un cerdo normal, así que decidió asesorarse e investigar.
“Son un poco latositos (molestos) cuando tienen hambre, pero la experiencia es fenomenal, no la cambio por nada”, cuenta.
Fuente: BBC Mundo.