Fallece Mónica Arriola, hija de Elba Esther; perdió la lucha contra el cáncer

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Ciudad de México (15 de marzo de 2016).- Era vista como una vencedora, una sobreviviente del cáncer de mama, pero poco tiempo después le confirmaron la existencia de un tumor cerebral inoperable y decidió seguir presentándose en su oficina, en el Senado, hasta que ayer murió la legisladora Mónica Arriola Gordillo.

No era una mujer de reflectores, incluso los evitaba pues era un hecho que le terminarían preguntando sobre su madre, la ex líderesa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, quien sigue encarcelada y enferma.
En las pocas entrevistas recientes que concedió, recodó los peores días de su vida, como cuando le informaron que tenía cáncer o cuando su madre fue llevada tras las rejas, pero también habló de lo maravilloso que sintió cuando vio nacer a sus hijos.
Decía venir de una familia chiapaneca que le dio prácticamente todo, con episodios dramáticos, por lo que en estos últimos años hizo todo lo que estaba en sus manos para dejar atrás este tipo de situaciones y vivir la vida como se presentara, es decir, jugando con ella, lo que desde su visión cada historia era un aprendizaje.
Mónica Arriola tenía 38 años de edad cuando le detectaron el cáncer, era diputada federal en ese entonces.Poco después se sometió a análisis en México y Estados Unidos, incluso se atendió sin comentarle nada a sus tres hijos. Sólo sabían del cáncer su ex marido Fernando de León, su media hermana Maricruz y su madre, quien le acompañó en el proceso.
En noviembre 2009, con su madre, hermana e hijos a su lado fue dada de alta y como es tradición en los hospitales donde atienden a pacientes con cáncer, Mónica hizo sonar la campana del MD Anderson Cancer Center de Houston para anunciar a los cuatros vientos que era una sobreviviente.

Segunda batalla.

En este tiempo de enfrentar y vencer el cáncer, y luego de vivir con un tumor maligno, la senadora también se refugió en Dios y era común escucharla hablar del equilibrio, del Creador, de la emoción y de la espiritualidad.
Se murió pensando que cada cosa que pasa en la vida de una persona, sucede por una razón específica, por lo que cada individuo es responsable de abrazar o no su propia experiencia, aunque ésta sea dramática o difícil.
Esa tal esa fue la razón para no sentirse víctima de nada, como cuando la Procuraduría General de la República (PGR) procesó penalmente a su madre Elba Esther Gordillo, por los delitos de desvío de recursos y delincuencia organizada.
“¡No me voy a esconder!”, dijo hace tres años la senadora Mónica Arriola en el salón de plenos de la Cámara Alta y después remató: “y no hablaré de mi vida personal”.
En ese tiempo las complicaciones no sólo eran de salud, sino de índole político, pues el Partido Nueva Alianza (Panal), el cual fue creado por su madre Elba Esther, le dio la espalda.
La cúpula del PANAL y el magisterio dirigido por Juan Díaz decidieron destituirla como secretaria general del partido, pese a que ella ayudó a la designación la nueva dirigencia del SNTE.
Se habló que la salida obedecía a una disputa con su hermana y la “rebeldía” de la propia Mónica, así como de la “traición” del actual presidente del PANAL, Luis Castro.
Mónica Arriola resistió a los embates, dejó el tema del partido a un lado y se concentró en su trabajo como legisladora. También, decidió convertirse en una mujer de bajo perfil, pero con una presencia constante en la Cámara Alta.
De septiembre de 2015 a la fecha, Mónica Arriola presentó 14 iniciativas y siete puntos de acuerdo, incluso había uno enlistado este 15 de marzo en el que exhorta a la Cámara de Diputados a expedir, de manera urgente, la Ley General de Desaparición Forzada de Personas ya que, según lo establecido en la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de julio de 2015, el plazo para su expedición concluyó el 6 de enero de este año.
Mónica Arriola ya no podrá presentar este punto de acuerdo y tampoco podrá hablar de su niñez, allá en Comitán, como cuando acompañaba a sus abuelos a Zaragoza de la Montaña, en un viaje a caballo donde el mayor atractivo era el olor a duraznos y a tierra mojada; un trayecto que calificaba de mágico.
Fuente: La Silla Rota.

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