Por Antonio González Vázquez
Ricardo Ortega Torres y José David Isaías Ortiz le desgraciaron la vida a José Rubén, le abrieron las puertas a un infierno que no le correspondía
Ricardo y José David, policías de oficio, servidores públicos de la Procuraduría General de Justicia, siguieron el manual de operación de la policía en México desde tiempos inmemoriales: si necesitas una confesión, tortúralo, no lo mates; tortúralo hasta que diga lo que tú quieres que diga, lo que tú quieres oír y lo que un juez necesita escuchar.
Ambos, agentes de la Policía Ministerial en tiempo del todopoderoso Cándido Ochoa Rojas, cocieron a golpes a José Rubén hasta hacerlo firmar y declarar que había sido autor de un doble homicidio en octubre de 2010.
Los ministeriales asignados al caso, Ricardo y José David se trasladaron al lugar de los hechos en la comunidad de Los Rodríguez, municipio de Mexquitic. Tenían que aclarar el crimen, dar con el responsable y presentarlo ante el Ministerio Público con datos suficientes como para que éste, lo consignara ante un juez.
Así que detuvieron a José Rubén y con brutalidad lo golpearon y con brutalidad lo amenazaron y con brutalidad lo amedrentaron y sobajaron. No lo dejaron en paz sino hasta que aceptó ser culpable de un delito del que era inocente.
Lo cierto es que si los policías Ricardo y José David se lo hubieran propuesto, José Rubén hasta se habría declarado confeso de los más de 400 ejecutados del 2010, pero no era para tanto, solo querían que se declarara culpable de dos.
Seis años después, José Rubén recobró la libertad y abandonó el encierro al que fue sentenciado por un crimen que no cometió. Por resolución de la Quinta Sala del Supremo Tribunal de Justicia, se revocó la sentencia de 48 años de prisión y se ordenó la inmediata libertad de José Rubén.
Justicia, eso es lo que hace falta en San Luis Potosí.
Pero hay que ponerse a temblar.
¿Cuántos policías como Ricardo y José David hay en la Policía Ministerial?
¿Cuántos policías como Ricardo y José David hay en las filas municipales y en la policía estatal?
En serio, hay buenas razones para ponernos a temblar porque está más que confirmado: en San Luis Potosí la policía práctica la tortura como mecanismo de confesión y peor, para hacer confesar a inocentes lo que no hicieron.
Y por cierto:
¿Cuáles son las responsabilidades del entonces Procurador, Cándido Ochoa Rojas y del entonces gobernador, Fernando Toranzo?