¿A quién le sirven los puentes peatonales?

Por Victoriano Martínez

¿Para qué sirven los puentes peatonales en las grandes avenidas de la ciudad?

Para salvar la vida de los peatones al darles una opción, en muchos casos obligada por camellones bloqueados, para no arriesgarse a ser atropellados al cruzar una avenida.

Es la utilidad más argumentada para justificar su construcción y aceptada porque se identifica una relación de causa y efecto entre una persona atropellada y un “si hubiera un puente peatonal por el que pudieran cruzar, esto no pasaría”.

Lógica simple que desvía la atención de otra posibilidad. ¿Y si hubiera un control más estricto de los límites de velocidad y un manejo más responsable por parte de los conductores que anulara los riesgos de esos atropellamientos?

¡Vaya ocurrencia! Eso rompe con un sentido elemental de nuestro tiempo: privilegiar al automóvil por encima de las personas, que es la verdadera intención que se oculta tras el argumento de que el puente peatonal le salva la vida a las personas, cuando las obliga a un esfuerzo mayor al cruzar una calle con tal de que los automóviles no se vean obligados a disminuir su velocidad.

Pero por encima de ese debate, hay un uso de los puentes peatonales que los ha puesto al servicio de inescrupulosos negocios que ven en el usufructo de la infraestructura urbana que le pertenece a toda la sociedad la oportunidad de obtener grandes ganancias con una inversión mínima.

Un aprovechamiento de la infraestructura urbana sin ningún beneficio para la población que no es posible sin la confabulación de las autoridades con grupos empresariales que constituyen una verdadera traición al bien común al facilitar el uso de bienes públicos para el lucro particular… y de paso hacerse de aliados para sus aventuras electoreras.

El caso que hoy expone María Ruiz en este espacio es el prototipo de esas relaciones viciadas entre gobiernos como el de Enrique Galindo Ceballos y negocios como los de la familia Torres Corzo.

A través de dos empresas, los Torres Corzo se hacen del monopolio del usufructo de los puentes peatonales de la ciudad con una inversión de apenas 850 mil 700.99 pesos por un año. Un promedio de 47 mil 261 pesos por puente peatonal. ¿Cuánto cobran por un anuncio colocado en esos espacios?

El ofensivo margen de utilidad que resulta evidente palidece ante el margen de posibilidades de intercambio de beneficios de esa confabulación Galindo Ceballos-Torres Corzo.

“Tu dispones de la infraestructura municipal para hacer negocio, que a fin de cuentas ni es mía, pero la administro”, le habrá dicho Galindo Ceballos a los Torres Corzo.

“Tu cuenta con un espacio en esa misma infraestructura para promoverte, y ya conoces la batería de medios de comunicación que tenemos, incluso con programas periodísticos, que ya sabes que están para contribuir a proteger tu imagen y a promoverla”, le habrán respondido los Torres Corzo a Galindo Ceballos.

Para ellos todo es ventaja y ganancia. Para la población, a quien pertenece la infraestructura que explotan de esa manera, sólo le toca en verse convertida en blanco de la publicidad y propaganda de unos y otro, porque para ellos no son más que consumidores o votantes sin ninguna dignidad que respetar.

Ventajas y ganancias que no sólo están presentes en los puentes peatonales del municipio de San Luis Potosí. ¿Cómo ocurre en otros municipios? Indicios hay. Por ejemplo, la Agencia M en publicidad presumen en su sitio Web que cuenta con nueve puentes en la Carretera a Rioverde, todos en territorio del municipio de Soledad de Graciano Sánchez.

¿Y si en lugar de que esa infraestructura se facilitara para esos turbios negocios se utilizara por el Ayuntamiento para emitir mensajes útiles para la población? Basta ver los espectaculares que publica por toda la ciudad Galindo Ceballos para saber que la población sería víctima de otra perversión: la manía de anteponer la promoción personalizada a una verdadera comunicación social.

Como infraestructura propiedad municipal que se presta para difundir de manera masiva mensajes, y ya que están ahí, lo mejor sería que se pusieran verdaderamente al servicio de la sociedad y no de negocios particulares con la agravante de tener características monopólicas… ni del ego de autoridades como Galindo Ceballos.

A fin de cuentas, la proporción entre quienes usan los puentes peatonales para cruzar con seguridad una avenida y quienes son blanco de la publicidad que hay en ellos es de uno contra miles. Los puentes peatonales son más útiles para la familia Torres Corzo (y su confabulación con la autoridad) que para los peatones.