Alerta en Angola por fiebre amarilla

 

Ciudad de México (04 de mayo de 2016).- Cuando el periodista angoleño y activista de los derechos humanos Rafael Marques de Morais visitó una morgue en la ciudad de Luanda, en marzo, vio cómo sacaron 235 cuerpos en cinco horas. La atestada capital angoleña, caótica en sus mejores momentos, agonizaba por un brote masivo de fiebre amarilla y malaria, y según cuenta Marques, era difícil saber quién moría de cuál. “La gente moría de una enfermedad, y [el personal del hospital] escribía otra”, dice.

Angola ha luchado contra su peor brote de fiebre amarilla en tres décadas, una crisis sobre la cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) recientemente advirtió que “constituye una amenaza potencial para todo el mundo”. El gran miedo es que pueda propagarse a China, que ha estado libre del virus, si los trabajadores chinos regresan enfermos a casa, y el abastecimiento de la vacuna ya está bajo presión.

Por lo menos 250 muertes por fiebre amarilla y casi 2000 casos se han reportado en Angola desde diciembre, pero Marques y otros piensan que las cifras son más altas. La epidemia se arraigó en la densamente poblada capital de Angola, donde el colapso global en los precios del petróleo llevó a recortes en el gasto en salud pública y sanidad que, junto con lluvias inusualmente torrenciales, crearon un ambiente fértil para el transmisor favorito del virus mortal, el mosquito Aedes aegypti.

Las acciones para atender y vacunar a millones de angoleños han colmado los hospitales y han puesto una presión sin precedentes en el abastecimiento mundial de vacunas contra la fiebre amarilla. Infecciones vinculadas con Angola ya se han visto en Kenia, Marruecos, la República Democrática del Congo (RDC) y China, lo que ha suscitado una preocupación por si habrá suficientes vacunas si el brote se propaga a otra ciudad grande. “Odio ser un alarmista, pero esto en verdad me asusta”, dice John Woodall, un virólogo retirado y cofundador del Programa para el Monitoreo de Enfermedades Emergentes. “Todo está formando una tormenta perfecta”.

Los epidemiólogos siempre han estado muy preocupados por la fiebre amarilla porque, si no se le trata, puede matar a la mitad de los pacientes afectados con severidad. Es endémica en más de 40 países de África y Latinoamérica y mata hasta 60 000 personas cada año. El virus se transmite cuando un mosquito pica a una persona infectada y luego a una sana. Los casos en que el virus es importado por una persona enferma nunca se habían reportado en Asia hasta marzo, cuando uno de los miles de trabajadores chinos en Angola sufrió escalofríos, voló a casa y fue diagnosticado con fiebre amarilla en Pekín. En total, 11 casos se han confirmado en viajantes a China desde Angola, lo que ha atizado los miedos de un brote potencialmente desastroso en Asia, donde el mosquito A. aegypti es común.

Las compañías que hacen negocios en Angola toman precauciones. Aun cuando una campaña gubernamental de vacunación está en marcha, una gran compañía constructora se acercó al Centro Médico de Luanda, una instalación privada en la ciudad, a mediados de abril para ayudar a comprar 4000 dosis de la vacuna contra la fiebre amarilla para sus trabajadores. “Es un poco de preocupación corporativa”, dijo Michael Averbukh, director ejecutivo del centro, el cual ya ha comprado alrededor de 6000 dosis de la vacuna para otros clientes. “Sólo quieren asegurarse de que todos sus empleados estén vacunados”.

Además de China, a los expertos les preocupa un brote en la vecina de Angola, la RDC, donde se han confirmado 10 casos de fiebre amarilla vinculados al brote de Angola. “Si algo sucede en Kinshasa [la capital de la RDC], entonces habrá todavía más competencia por las dosis de la vacuna”, dice Ebba Kalondo, portavoz de la OMS en Angola.

La vacuna contra la fiebre amarilla es segura y confiable, pero hay problemas con el abastecimiento. Ya se han enviado más de 9 millones de dosis a Angola, incluida la totalidad de una reserva mundial de emergencia que se tiene a la mano cada año. Alrededor de 15 millones más de angoleños todavía necesitan ser vacunados, pues ahora se han reportado casos en varias provincias. “Esta probablemente sea la primera vez que toda la reserva de emergencia contra la fiebre amarilla se ha agotado”, dice Justin Williams, un asesor de salud pública para los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

Aumentar la producción de la vacuna contra la fiebre amarilla es difícil, en parte porque sólo unos pocos fabricantes la hacen, en un proceso que requiere de seis semanas para cultivar la vacuna en embriones de pollo. La reserva mundial de emergencia ha sido rellenada mediante tomar de los abastecimientos rutinarios de inmunización de otras naciones, un arreglo que ha propiciado sus propias preocupaciones por los programas de inmunización en otros países dado el caso de una escasez. “Si hubiera otro brote, tendríamos un problema”, dice Thomas Monath, quien encabeza la división de enfermedades infecciosas de NewLink Genetics con oficinas en Iowa.

Una alternativa podría ser una versión de dosis baja pero efectiva de la vacuna. Es una opción que pondría a disposición grandes cantidades de la vacuna más rápido y más barato. Pero, dice Woodall, podría ser difícil persuadir al público de que una vacuna diluida es igual de efectiva.

Por ahora, los países endémicos necesitan ser más severos en sus registros de inmunización al revisar a los viajeros, dicen los expertos. La ley internacional exige que la gente que entra en Angola y otros regiones donde la fiebre amarilla es endémica lleven una tarjeta indicando que han sido vacunados, pero, como señala Monath, “estas leyes se ignoran ampliamente”. Incluso hay un comercio que ha desarrollado certificados falsos de vacunación. Cuando se desató el brote de Angola, algunas de las personas infectadas tenían pruebas falsas de vacunación, lo que complicó las primeras acciones de los médicos para identificar qué enfermedad estaban viendo, dice Hernando Agudelo, el representante de la OMS en Angola.

No es inusual que las vacunas contra la fiebre amarilla tengan poco abastecimiento, y para los expertos en salud pública es difícil predecir un brote. Monath dice que no hay mucho incentivo comercial para que más compañías farmacéuticas produzcan la vacuna, la cual cuesta menos de 2 dólares por dosis. La enfermedad también compite con otras amenazas, como el virus de Zika, por los fondos y la atención. Woodall, el virólogo, explica: “Así como es difícil entablar dos guerras en el extranjero a la vez, es difícil combatir dos epidemias a la vez”.

Fuente: NW Noticias.
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