Ciudad de México (15 de febrero de 2016).- El experto José Manuel Segura Zavala dijo que mientras que hace algunas décadas la edad promedio de la primera menstruación oscilaba entre 12 y 14 años, la alimentación de niñas y adolescentes del siglo XXI ha condicionado cambios hormonales que derivan en una madurez precoz respecto a la sexualidad.
El titular de Tococirugía del Hospital de Gineco obstetricia del IMSS Jalisco agregó que entre los 9 y 10 años de edad se presenta el primer ciclo menstrual de las mujeres mexicanas actualmente, debido entre otros factores a la presencia de sobrepeso u obesidad.
Explicó que la menstruación “aparece a edades más tempranas, influyen la alimentación, las condiciones climáticas, pero la obesidad infantil juega un papel muy importante en este fenómeno biológico y social, es una cuestión hormonal, hay un estrógeno que se produce en células grasas y desencadena estímulos que causan la menarca; es un efecto bola de nieve”.
Señaló que dichos procesos hormonales inciden incluso en la psicología de la ahora adolescente, “puesto que surgen inquietudes que ya no corresponden a la infancia y tienen que ver con la reproducción, por lo que no es extraño que se presente al poco tiempo un embarazo para el cual la paciente no está preparada mental, familiar ni económicamente”.
Resaltó que el Hospital de Gineco-Obstetricia cuenta con un programa especial de atención a pacientes menores de 16 años, “la edad es un elemento determinante para que los médicos del IMSS consideren la gestación de alto riesgo, el motivo es la falta de madurez anatómica de las futuras madres”.
“La principal consecuencia en estos casos es un parto prematuro en el que el bebé nazca antes de los seis meses, es decir con menos de 27 semanas”, apuntó.
Añadió que la ventaja que tienen estas pacientes es que por lo general están sanas “y contrario a lo que pudiera pensarse, son candidatas a un parto natural en más de 50 por ciento de los casos por el buen estado de su pelvis”.
Precisó que los embarazos a temprana edad pueden traer un sinnúmero de efectos negativos desde el punto de vista clínico, porque durante esta etapa disminuye, “por ejemplo, la inmunidad; la gestación podría complicarse debido a una infección”.
“Del mismo modo el organismo podría adaptarse mal al embarazo, traduciéndose en ruptura prematura de membranas y provocar anemias o hemorragias durante el parto”, concluyó.
Fuente: La Jornada.