Amor odio

Carlos Rubio

La relación de Ricardo Gallardo Cardona con Morena siempre ha sido extraña y hasta cierto punto se ve forzada; tanto por su afán de querer figurar como un gobernador aliado de la Cuarta Transformación, aunque continuamente carga los problemas de su Estado hacia la Federación, como el interés de ciertos personajes por darle cabida a pesar de que claramente no encaja, ni un poco, en el proyecto que hoy encabeza la presidenta de México.

Cuando la Cuarta Transformación era encabezada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, se notaba su pragmatismo y el de sus cercanos: ganar a como dé lugar. En su momento, Mario Delgado fue uno de los que operó para convertir a Gallardo Cardona en el candidato de la coalición. Sabían que en San Luis Potosí no tenían ni una carta lo suficientemente fuerte como para descarrilar a la derecha (y hoy siguen sin tenerla, al menos a nivel local). El único que lo podía conseguir era el aspirante del Partido Verde, y así terminó por ser.

Lo que en aquel entonces pareció un golpe de autoridad de los morenistas potosinos, se convirtió en un revés todavía más maquiavélico patrocinado por el pragmatismo de los aliados de López Obrador. Convirtieron en su candidata a la ex priista más señalada de corrupción del sexenio de Carreras, con tal de darle el pase libre a la gallardía. Un plus de aquel plan fue el haber llevado también a Xavier Nava, a quien ese desliz morenista le dio un fuerte golpe a su congruencia.

Luego de ese episodio que dio paso a la victoria de Ricardo Gallardo en la contienda por la gubernatura, el expresidente no titubeó en su respaldo al gobernador. Lo abrazaba, lo elogiaba, no le rehuía a decir que era un buen mandatario. Marcaba algo de distancia, pero no era abrumadora ni incomoda.

Aun así, en las fotografías donde posaban todos los gobernadores y gobernadoras de la Cuarta Transformación, Gallardo Cardona usualmente ocupaba un lugar en las orillas. Nunca al centro, nunca con el expresidente. Su pertenencia a dicho grupo se notaba más como un acuerdo contractual, que como una sincera invitación.

Ahora con la presidenta Claudia Sheinbaum es un tanto diferente. Se nota que es pragmática, como toda líder, pero no está dispuesta a sacrificar ciertos ideales.

Una muestra fue su propuesta anti nepotismo, planteada para aplicarse legalmente a partir del 2027, a sabiendas de que eso derrumbaría el plan de Gallardo Cardona de colocar a su esposa, Ruth González, como la próxima gobernadora.

Sin embargo, las negociaciones en el Senado fueron diferentes. Su iniciativa fue transformada por los hombres pragmáticos de López Obrador. Tenían que sostener la estabilidad de la coalición a como dé lugar, lo dijo Gerardo Fernández Noroña, y encontraron un camino modificando la propuesta para aplicarla hasta el 2030.

Eso no le gustó a la presidenta, por lo que en Morena inmediatamente se dio la orden de aplicarla desde 2027, una vez más, a sabiendas de que la gallardía es el aliado fuerte de la coalición en San Luis Potosí, y su potencial candidata es la esposa del gobernador.

Aunque Ricardo Gallardo Cardona se proclama aliado y gobernador de la Cuarta Transformación, es increíble la cantidad de veces en la que les carga la mano en cualquier problema que se le presente.

Lo hizo con los deslaves de la recién inaugurada Vía Alterna, una obra que proclama totalmente como de su gobierno, a pesar de que fue iniciada por el gobierno federal, pero exactamente el tramo que presentó el problema, curiosamente sí se lo adjudica a su aliada la federación. Qué amigos, ¿no?

Lo hace con la seguridad, con el agua y poco le falta para también culpar a la federación de que no tapa baches.

Aunque se dice uno más en la Cuarta Transformación, no duda en cargarle la mano a la presidenta cuando de problemas se trata.

Pero las piezas que en Morena palomeaban a Ricardo Gallardo cada vez están más relegadas, como Adán Augusto, el exsecretario de Gobierno de López Obrador, quien lleva meses en el ojo del huracán por la “barredora”. Por lo que está abierta la posibilidad de que el partido oficialista deje atrás al clan de la gallardía.

Por mucho que se proclame como uno más de la 4T, las discrepancias entre la gallardía y Morena son enormes. Basta con ver cómo fue el informe del primer año de la presidenta Claudia Sheinbaum y el cuarto informe de gobierno de Ricardo Gallardo. Son como el agua y el aceite.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente director editorial de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.

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