Árboles para la memoria de mujeres víctimas de feminicidio y personas desaparecidas

Texto: Narrativas Dignas

Fotografías: Cecilia Guerrero (@cegroguerrero)

“El árbol es vida, es luz, es color. El árbol es nuestro oxígeno, es nuestra sombra, es nuestro alimento. Por eso, ellos están ahí. Nosotras no podemos permitir que se olviden de sus rostros, ellos no son un número, ellos tienen facciones y una figura. Ellos y ellas son vida”, dice Edith Pérez sobre las más de 90 fotografías de personas desaparecidas que colgaban de los árboles frontales al Palacio de Gobierno, en la Plaza de Armas de San Luis Potosí, que fueron colocados durante la manifestación de madres buscadoras de Voz y Dignidad por los Nuestros, colectivo que ella dirige, el pasado 10 de mayo.

Entre esas fotos se encontraban la de sus hijos Alexis y José Arturo, su hermano Ignacio y sus sobrinos Aldo y Milynali, que fueron desaparecidos en agosto de 2012 cuando volvían a casa de vacaciones, y atravesaban por la carretera que pasa por el municipio de El Mante, en Tamaulipas.

Durante la manifestación, frente al Edificio Benito Juárez, recinto del Poder Legislativo, Pérez Rodríguez gritó: “Un día fuimos muy felices al ser madres y otro día nos rompieron el alma. Una madre no abandona jamás a su hijo. Somos la voz de nuestros hijos desaparecidos porque la dignidad se tiene que proteger”.

Desde julio de 2022, a los diez meses del inicio del mandato de Ricardo Gallardo Cardona, el colectivo ha denunciado públicamente la falta de sensibilidad y el mal manejo de la información que hace el Estado cuando sucede una desaparición, revictimizando y culpando a las familias así como a las víctimas del delito sufrido.

Sumado a los comentarios revictimizantes, la violencia ha explotado en el estado y, con ella, han ido incrementando los casos de personas desaparecidas, y de familias rotas.

Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), los reportes de personas desaparecidas se elevaron a más del doble: de 57 denuncias por desaparición en 2020 a 138 en 2021, 153 en 2022 y 166 en lo que va de 2023. Desde entonces, se han integrado al colectivo de búsqueda más de 80 familias de Villa de Reyes, Rioverde, Ciudad Fernandez, Cerritos, Ciudad del Maiz, Matehuala, Tamasopo, Tamuín, San Luis Potosí, entre otros municipios más.

Sin embargo, el RNPDNO no muestra las cifras reales de lo que está sucediendo en San Luis Potosí respecto a las desapariciones de personas, según información del mismo gobierno estatal, se han reportado únicamente el 53 por ciento de las desapariciones totales registradas del 2018 a la fecha, mil 109 personas desaparecidas.

La respuesta de las autoridades ha sido omisa, no se han preocupado por robustecer las instituciones encargadas de la búsqueda de personas; el personal se encuentra rebasado, sin condiciones laborales dignas y seguras, trabajadores de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP) han sufrido tres ataques armados en los últimos dos años, en la zona Media y el Altiplano.

Dichas omisiones de las autoridades, el Estado las justifica o minimiza a través de narrativas revictimizantes, que: devuelven la total responsabilidad a las víctimas o a sus familias por el hecho ocurrido; obstaculizan su derecho a la justicia, cuestionando si una persona merece o no atención por el delito que enfrentó. Esto replicado en frases como: “quién sabe en qué andaba metido o metida su hija o hijo”.

“Estos ejercicios de criminalización son una forma de revictimización que afecta profundamente a las familias de las personas desaparecidas. Además, es una clara muestra de la falta de compromiso y responsabilidad de las instituciones encargadas de la búsqueda y localización de los desaparecidos”, detalló el comunicado número diez del Consejo Ciudadano de la CEBP, emitido el 8 de mayo.

La instalación de los “Árboles para la memoria” tiene la intención de señalar la gran deuda que el Estado tiene con las familias de personas desaparecidas y de mujeres víctimas de feminicidio, quienes también son afectadas por las narrativas revictimizantes que justifican las omisiones institucionales y la poca posibilidad de obtener justicia.

En los árboles de las jardineras frontales a Palacio de Gobierno se colocaron más de 90 fotografías de personas desaparecidas, el pasado 10 de mayo; 11 fotografías de las hijas de la colectiva Por ellas, por nosotras y por todas; y 40 nombres de mujeres víctimas de feminicidio documentadas hasta ahora por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), el 14 de mayo, durante la conmemoración por el Día por la Justicia para las Víctimas de Feminicidio.

“Los Árboles para la memoria” fue la primera intervención de Narrativas Dignas, proyecto que se suma a la respuesta de las familias de personas desaparecidas y víctimas de feminicidio, ante la necesidad de sostener y exigir su derecho a la memoria, a la verdad y la justicia, de frente a las narrativas revictimizantes y la política del borrado de la memoria, estrategias utilizadas por el Estado para justificar su inacción. Narrativas Dignas es apoyado por el Fondo Resiliencia de Global Initiative against Transnational Organized Crime (GI-TOC).

Sostener el derecho a la memoria, a la verdad y a la justicia

Para Yolanda Rodríguez es importante que su hija Nataly Alonso sea recordada como una niña alegre y amorosa, que buscaba ser libre. De forma contraria a como fue descrita en la nota roja que abordó su feminicidio, y de la manera que es tratada por las autoridades y la academia.

“El asesinato de mi hija (que tenía 16 años), fue cubierto por un periódico de nota roja (el diario San Luis Hoy), en el ejemplar del domingo 16 de junio del 2019. En el contenido de la nota se hace una descripción sobre cómo le arrebataron la vida a mi hija y qué signos de violencia había cuando encontraron su cuerpo, además adjuntaron una fotografía de su cuerpo ya sin vida”, narra la madre de Nataly.

“Esta información no debió haber sido publicada, la dignidad de mi hija no debió nunca lastimarse de esa manera, hacerlo es lucrar con su muerte, lucrar con el dolor que se queda en quienes les amamos”, reclama Yolanda.

La señora Rodriguez busca tiempo entre sus extenuantes jornadas en una maquila, para seguir presionando y que la investigación por el feminicidio de su hija avance. Ella denuncia que su carpeta está mal integrada y faltan pruebas cruciales que las autoridades perdieron.

Para Yolanda la forma en cómo fue narrada la historia de su hija, solo reduce a Nataly a un caso más de muerte.

“Pero hay una madre que la amó con toda su alma y que siempre procuró e hizo lo imposible para protegerla. Lamentablemente, mis esfuerzos no me permitieron salvarla de este contexto tan violento que vivimos las mujeres en San Luis Potosí”, se lee en la solicitud para su derecho de réplica para el diario San Luis Hoy, entregada el 22 de septiembre de 2021, y que no fue publicada.

La memoria es una de las semillas de la verdad. Para Yolanda y para cada una de las familias de víctimas de feminicidio y que buscan a sus familiares desaparecidos, la memoria amorosa de sus hijas e hijos es un acto vivo, que las sostiene en la lucha y hace frente a todas las narrativas construidas desde la intención de invisibilizar, negar, borrar y olvidar.

“Cuando un ser querido se convierte en recuerdo, la memoria se convierte en un tesoro”, escribió Yolanda Rodríguez tras la muerte de Nataly. Esa frase acompaña la última selfie que su hija, de 16 años, se tomó en el gran árbol frente al edificio que alberga al gobierno estatal, como recordatorio de la deuda que el Estado tiene con las familias de víctimas de feminicidio y desaparición.

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