CAJA NEGRA

La Santa Inquisición de los diputados Maza, Escobar, Guajardo y todos los demás.

 

La periodista Paulina Cecilia Rodríguez Zermeño difundió a través del canal Siete, un muy bien logrado reportaje titulado: Intolerancia. Aborda con precisión y buen tino periodístico, el tema de los matrimonios igualitarios. Logró mostrar con rotundidad el mediocre perfil de algunos diputados potosinos, cuya mirada no va más allá del campanario de la catedral metropolitana.

Les preguntó a dos diputados del Partido Acción Nacional si están de acuerdo con los matrimonios entre personas del mismo sexo. Se lo preguntó a Rubén Guajardo, quien dijo: “como matrimonio del mismo sexo yo estoy completamente en contra”, mientras que Miguel Maza, también del PAN dijo sin medias tintas: “para mí, el matrimonio es una institución sagrada y por lo tanto, no se le debe de tomar de una forma simplista”.

En estos días, en buena parte del país se han celebrado expresiones públicas de organizaciones sociales a favor del matrimonio igualitario para hacer presión pública a legisladores locales para que atiendan una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, modifiquen códigos civiles o familiares para eliminar el elemento de discriminación en perjuicio de homosexuales y lesbianas.

Lo que nos muestra el excelente reportaje de Paulina es que los diputados legislan de acuerdo con sus creencias, con su religión, con sus fobias y fundamentalismos. Eso no es posible en pleno siglo XXI.

Más aún, habría que apuntar que los diputados son representantes populares y están obligados a legislar anteponiendo el interés general y no para favorecer los conceptos atávicos de la familia celular.

El diputado Crisógono Sánchez Lara la dijo a la periodista que aunque él firmo en apoyo a la iniciativa de matrimonios igualitarios, su voto sería en contra “sobre todo por mis principios religiosos, todavía mi cultura y la misma sociedad me impedirían determinar una iniciativa de esta naturaleza de manera positiva”.

Declaraciones más desafortunadas por su grado de intolerancia, imposible. Lo más grave, es que provienen de quienes se supone, representan a la gente, a ciudadanos de distintos credos e ideologías.

Juan Pablo Escobar Martínez, dueño del PAN, dijo que “en el PAN vemos a la familia como la unión entre un hombre y una mujer para la procreación y educación de los hijos”.

Quizá por eso en el PAN cada día pierden más elecciones, cada día su representatividad es menor y su influencia ante la opinión pública también. Como dignos ejemplares de la cultura “mocha”, ven mal que una mujer se una a otra fémina, pero ven bien a gobernadores corruptos como Padres, o bien, beatifican los moches y ensalzan a Marcelo.

Si realmente vivimos en un estado democrático, en una sociedad democrática de iguales en derechos, más valdría empezar a respetar a los demás, no hay diferencia, no la debería haber.

Los panistas deberían de entender que desde la altura ética y moral que han venido construyendo con más oprobio que gloria, no están para poner encima de los derechos de los ciudadanos sus anquilosadas creencias religiosas.

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