CAJA NEGRA

La neta de lo que verdaderamente hace un diputado

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Aunque pareciera un mal chiste no lo es, digamos que es la pura verdad: los diputados electos a la LXI Legislatura recibieron un curso de capacitación.

 

El curso impartido a los diputados electos incluyó temas concernientes a la noble y esforzada responsabilidad de servir a la sociedad desde el Congreso del Estado.

 

Aunque hubo mucha teoría que fue de la mano de ejemplos y que incluso hasta hubo diputados que preguntaron para no quedarse con ninguna duda, se sabe que en el curso básico de capacitación, se omitieron algunas materias y temas en los que se pudo haber dejado de lado las cualidades y habilidades mentales y psicomotrices de los flamantes legisladores electos.

 

Aquí unos ejemplos.

 

Capacidad para fusilarse iniciativas de ley de otras legislaturas bajo el argumento de que eso forma parte de la técnica legislativa o del ejercicio comparado del Derecho.

 

Habilidad para presentar iniciativas de reforma a leyes fundamentales con la profundidad que da la modificación de una coma, un punto y coma, un pronombre o un artículo.

 

Destreza para que sin que nadie se de cuenta, se pueda ir de paseo a cualquier parte con viáticos seguros y suficientes con el sobado pretexto de que “ando de trabajo en mi distrito”.

 

Sagacidad para detectar tras una iniciativa de ley que envíe el ejecutivo, la posibilidad de sacarle uno que otro favorcillo al gobernador con la incontestable premisa de “usted manda, aquí estamos a sus órdenes, soy su humilde colaborador”.

 

Astucia para multiplicar sus ingresos económicos. La dieta siempre será insuficiente y hay que ayudar a tanta gente que la verdad no se alcanza. No olvide los moches ni las alianzas con quienes puedan ser potenciales donadores desinteresados de la causa.

 

Inteligencia para seleccionar a sus colaboradores, en tanto más oficiosos mejor, pero en el caso de los aliados políticos, no olvide que los puede cambiar como se cambia de calcetines, lo importante es estar seguros de que se hace un buen negocio.

 

Modestia infinita, pues no se olvide que es usted es diputado, lo cual significa que es representante popular y que se merece un trato digno, por lo que nunca debe reparar en gastos.

 

Disciplina, pero no para usted que como representante de la sociedad tiene plena libertad para llegar a la hora que quiera a la oficina o si le place, de plano ni presentarse, sino que disciplina para quienes lo apoyen en su cara responsabilidad legislativa: exija trabajo, recuerde que los que hacen las iniciativas son sus asesores, aunque usted las presuma como propias.

 

Rigor en el trato con los molestos ciudadanos que apenas lo ven y ya le están estirando la mano para pedirle apoyo para sacar al enfermo del hospital o hasta para comer, han de pensar que usted tiene las arcas públicas a su disposición. Cuidado con los que piden y piden, son limosneros profesionales y recuerde, el cargo solo dura tres años, así es que es mejor engordar bien el cochinito.

 

Firmeza para defender a capa y espada por no decir que con la vida misma las compensaciones, fondo de ahorro, bonos, viáticos, gastos de representación, gastos médicos, seguro de vida, aguinaldo de noventa días. Aquí, además de firmeza inquebrantable se requiere de templanza y carácter: demuestre que no dejara ir vivo ningún bono, ayuda o compensación extraordinaria. Si no es ahorita ¿Cuándo?

 

Ingenio para decir una cosa y hacer otra. Sabemos que eso lo lleva en la sangre, pero no se confíe, perfeccione ese arte: a los de la prensa dígales que no y al gobernador le dice que si.

 

Empatía para llevarla bien con todos, muéstrese especialmente atento con el resto de sus compañeros diputados aunque sean de otro partido y hasta le caigan mal. No olvide que aunque todos son diferentes, de distinto partido, de distinta ideología, de distintos distrito, al final lo que los une es el presupuesto.

 

Simpatía para caerle bien a todos y ganarse su confianza, especialmente la del secretario particular del gobernador y sobre todo, al secretario general de Gobierno, al de Seguridad Pública y al Procurador, uno nunca sabe cuando se les puede necesitar.

 

Fortaleza para soportar con estoicismo las mentadas de madre cuando le vean caminar por las calles tras haber tomado una de tantas decisiones impopulares como es costumbre. Recuerde el consejo de Crisógono, cargue con dos madres, una la deja en su casita y a la otra pues que lo acompañe para que se de gusto la raza.

 

Principios para tenerlos bien conservados en el cajón de la esquina del escritorio, pero de ser posible arrumbados en lo más recóndito de la memoria, no vaya a ser que de pronto se acuerde de ellos.

 

Espíritu de holgazán para que durante las largas y tediosas sesiones en comisiones se de tiempo para estar en todo menos donde debería, al fin que ahí están su secretaria, su asesor y su secretario particular, que ellos tomen apuntes y pongan atención que para eso les paga. Usted no olvide su IPhone ni los tabacos.

 

A decir verdad, para destacar las habilidades de los diputados y colocarlas en su justa dimensión, sería necesario elaborar todo un manual con lo menos 465 páginas, pero este espacio no da para tanto.

 

Sirvan las presentes cualidades de los legisladores de ésta y otras épocas para reconocer que como decía José Carmen García Vázquez: El cargo de diputado dura tres años y la vergüenza que de ello deriva, toda la vida.

 

 

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